Google quiere inventar la próxima guitarra eléctrica
Douglas Eck, director del proyecto Magenta, está convencido de que la aplicación de la inteligencia artificial a la música puede revolucionar este arte
Cuando se inventó la guitarra eléctrica, allá por los años 40, los propios músicos se preguntaban qué ganábamos con ella. Se tardaron décadas en sacarle partido, hasta que con los años se convirtió en un invento revolucionario. Creo que con la inteligencia artificial (IA) aplicada a la música estamos en ese mismo momento”. Douglas Eck está convencido de que los algoritmos tienen mucho que aportar a los artistas. Aunque pasará un tiempo hasta que podamos hablar de revolución.
Este investigador de Google Brain, la división del gigante de Mountain View dedicado a explorar las posibilidades del deep learning (aprendizaje profundo), dirige el proyecto Magenta, enfocado en el arte y la música. Su objetivo: lograr que la IA se convierta en una herramienta de valor para los creadores. La idea es que el sistema escuche al artista y luego le sugiera cambios, variantes, mejoras. Que sea de ayuda en el proceso creativo.
Puedo imaginarme música creada a partir de los datos que arroja mi pulsera Fitbit, de manera que se acelere cuando estoy corriendo y se torne más tranquila cuando me relajo”
Hace tiempo que existe software capaz de componer piezas de música más o menos complejas. También hay máquinas que interpretan partituras, en ocasiones también creadas por ordenador. Pero no consiguen soportar la comparación con la forma de expresarse de un ser humano. “Un pianista juega mucho con la intensidad de cada tecla que pulsa, con los silencios, con la velocidad, con la forma de hilar las notas”, ilustra Eck en la sede de Google en Zúrich.
La aplicación del deep learning en este terreno está posibilitando que la máquina aprenda a captar estos matices a base de escuchar y procesar cientos de interpretaciones. Saca patrones y los traslada a su forma de componer y tocar distintos instrumentos. “Durante demasiado tiempo nos hemos centrado en lograr que el software entienda el lenguaje musical y sea capaz de componer. Los datos son relevantes, pero es más importante el aprendizaje”, señala Eck.
También se está trabajando en la composición de piezas personalizadas para cada momento. “Puedo imaginarme música creada a partir de los datos que arroja mi pulsera Fitbit, de manera que se acelere cuando estoy corriendo y se torne más tranquila cuando me relajo. Quizá no sería música propiamente dicha, sino más bien ruidos de motivación, pero sería interesante”.
En el vídeo que acompaña a este texto encontrarás más información sobre el proyecto Magenta y sobre el trabajo de Douglas Eck.
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