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La ciudad aumentada

Los avances tecnológicos y estrategias de gestión de la información permitirán generar entornos sensibles que nos reconozcan y aprendan de nosotros, asegura el director de arquitectura para Europa Continental en AECOM

Getty Images

La mitad de la humanidad ya vive en ciudades. En el caso de España, el 40% de la población, residirá en 2030 en 15 grandes ciudades de más de 300.000 habitantes, según datos de la División de Población de las Naciones Unidas.

Por lo que no parece descabellado que en esta era de la hiperconectividad, del big data y del internet de las cosas en la que cualquiera puede comunicarse ya con su nevera, su aspiradora o su coche, pronto estaremos comunicándonos con lugares. Las plazas y calles de nuestra ciudad tendrán un ámbito digital superpuesto al espacio físico con el que interactuaremos de manera muy diferente a como lo hacemos ahora.

De la misma manera que hemos aceptado nuestro entorno virtual como una prolongación de nuestro yo personal, los espacios urbanos se están transformando en lugares posibilistas donde la convivencia y colaboración se actualicen a la realidad híbrida virtual en la que vivimos.

El cóctel de avances tecnológicos y estrategias de gestión de la información que van a transformar nuestra vida en la próxima década permitirá generar entornos sensibles que nos reconozcan y aprendan de nosotros para adaptarse a las diferentes realidades y experiencias que alojen. Estadios, estaciones de tren y aeropuertos ya se encuentran inmersos en ese proceso de transformación. El espacio se personaliza para el usuario a través de su interfaz digital.

Pero los avances tecnológicos por sí solos no sirven para aventurar los nuevos modelos de organización ciudadana. Las ciudades surgieron como los modelos de colaboración y asentamiento más eficientes y se han ido perfeccionando a lo largo del tiempo siguiendo muy diversos esquemas pero alimentados siempre por las expectativas de prosperidad y convivencia de sus habitantes.

Desde hace años somos capaces de recopilar y gestionar una ingente capacidad de información del entorno urbano en ámbitos como la movilidad, la eficiencia energética o la gestión de residuos y es la estrategia y el propósito de esa gestión lo que marca la diferencia inteligente de nuestras smart cities o smart districts.

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La gran mayoría de los esfuerzos de organismos y empresas enfocadas en desarrollar tecnología para transformar nuestros ámbitos van actualmente en esta dirección. Pero más allá de esta gestión eficaz, la nueva dimensión digital extendida que se nos avecina, la “ciudad aumentada”, permitirá incorporar la variable de la experiencia particular y la expresión individual al entorno “smart” de nuestra ciudad para conseguir una auténtica sostenibilidad social, medioambiental, energética y económica.

De la misma manera que hemos aceptado nuestro entorno virtual como una prolongación de nuestro yo personal, los espacios urbanos se están transformando en lugares posibilistas donde la convivencia y colaboración se actualicen a la realidad híbrida virtual en la que vivimos.

No será un camino exento de desafíos. Uno de los principales será sin duda reducir el impacto de una brecha tecnológica, económica y social cada vez más profunda entre la población de las ciudades. Pero no tenemos otro remedio que solucionarlo. Debemos trabajar para eliminar los guetos inteligentes, extendiendo y universalizando una nueva manera de relacionarnos con nuestro entorno. Aunque en la actualidad, se están desarrollando ciertos estándares, existe una gran atomización en el sector. Convivimos con diferentes modelos para diferentes tamaños y tipologías de ciudad lo que puede desembocar en modelos sin cohesión. Para lograr realmente un entorno inteligente, se hace necesaria una conectividad entre ciudades que englobe unas políticas de actuación a largo plazo, más allá de proyectos puntuales y aislados.

Nuestra capacidad de convivencia digital condicionará ahora nuestro entorno y afortunadamente devolverá el componente humano a una ciudad con procesos cada vez más robotizados.

Carlos Temprano es director de arquitectura para Europa Continental en AECOM

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