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Las ‘fintech’ miran al futuro mientras los bancos zozobran

EL PAÍS RETINA reúne a cinco representantes de empresas ‘fintech’ para hablar de los retos del sector. Su optimismo se apuntala en el maná de los ‘millennials’

Vídeo: Olivia López Bueno
Manuel G. Pascual

Algo se mueve en el sector financiero. La reciente absorción del Banco Popular por Banco Santander es solo un capítulo más de una saga en la que figura el rescate a Bankia o el complejo proceso de concentración de las cajas de ahorros vivida en España en los últimos años. No cabe duda de que el panorama económico post 2008 ha apretado las tuercas al negocio de los bancos, atragantado por un excedente de suelo del que no se ha logrado deshacer ni con un banco malo.

La digitalización también ha puesto su granito de arena para revolver el sector. Algunas de las startups que apostaron por la combinación de finanzas y tecnología (las fintech) han adquirido en los últimos años un volumen de negocio reseñable. Son muy conscientes de que los clientes, sobre todo los jóvenes, ya no pisan un banco si no es imprescindible. Y saben que la digitalización abre un mundo de posibilidades de negocio.

Un ejemplo de ello son las plataformas de préstamos participativos, donde las empresas piden fondos directamente a los inversores. La francesa Lendix, por citar una de ellas, ha canalizado 80 millones de euros a pymes empresas francesas, españolas e italianas en pocos años. Las fórmulas de financiación participativa movieron en España entre 50 y 100 millones de euros en 2015, mientras que ese mismo años la cifra alcanzó los 1.000 millones en Reino Unido. Los analistas aseguran que estos números mejorarán.

La financiación participativa ya movía 1.000 millones en 2015 en Reino Unido

¿A qué retos se enfrentan las fintech en España? ¿Dónde están sus oportunidades de crecimiento? ¿Tiene futuro su negocio? EL PAÍS RETINA reunió en Barcelona a representantes de cinco empresas enmarcadas en distintos segmentos de este pujante sector para tomarle el pulso a la industria. En lo que todos coincidieron es en que la regulación se debe poner al día.

“El legislador debería entender que la regulación puede ser una ventaja competitiva a nivel de país”, opina Fernando Cabello-Astolfi, CEO y fundador de Aplazame, una plataforma para financiar compras online. “Sorprendentemente, los británicos se han marcado un gol en propia puerta con el brexit, y eso es algo que en la historia pasa en contadas ocasiones. Hay que aprovechar la oportunidad”.

La realidad es que, a día de hoy, España no cuenta con un marco normativo que atraiga a las fintech. “Una de las consecuencias de ello es que las empresas de países como Italia y Holanda tienen ventajas competitivas sobre el resto”, reflexiona Salvador Severich, CMO y cofundador de Signaturit, una solución dirigida a empresas e individuos para solicitar y realizar firmas electrónicas con validez legal. Sería importante armonizar las reglas de juego, añade, si se quiere desarrollar el sector.

Otro de los retos a los que se enfrentan las fintech tiene que ver con el desconocimiento del gran público. Y a ello se une el halo de inseguridad relativa que rodea al negocio. “Es verdad que los bancos han conseguido ser los custodios de nuestros datos personales, fiscales y financieros durante años. Y que nos sentimos seguros si quien maneja esa información es una gran entidad”, señala Jonathan Hayes, presidente y fundador de Dinube, el primer medio de pago 100% digital para comercios. “Algunas fintech no pueden ofrecer esas garantías. Por eso las startups necesitamos llegar a un entendimiento con los grandes del sector para poder usar esa información ofreciendo seguridad al usuario”.

El matrimonio entre las grandes entidades y las fintech parece insalvable. Entre otras cosas porque los jóvenes no muestran tanto reparo en fiar sus finanzas a plataformas. “Quienes están ofreciendo soluciones a los millennials están experimentando un crecimiento brutal. Confían en los modelos digitales, pero no en las entidades tradicionales, en buena medida por culpa de la crisis”, subraya James Buckland, CEO y socio fundador de Loanbook, la plataforma de crowdlending líder en España especializada en préstamos y otras formas de crédito para pymes.

Siendo esto así, las empresas fintech deben conocer muy bien las características de su público. “Las diferencias de poder adquisitivo de los millennials son distintas según el país. En Reino Unido, donde operamos, ese colectivo copa el 80% de la financiación de crowdlending”, ilustra Oriol Cordón, director de inversiones de la plataforma de inversión online para empresas Crowdcube. “El mayor mercado del mundo para las fintech ya no es ni Europa ni EE UU, sino China. Si queremos crecer y ganar la fuerza necesaria para poder competir allí hace falta una armonización regulatoria en Europa que acabe con los mercados locales”, sostiene.

Mientras las fintech aumentan su peso relativo en el sistema financiero, las entidades tradicionales siguen inmersas en un proceso de reestructuración, tal y como ilustra el caso del Banco Popular. Cabello-Astolfi tiene una opinión contundente sobre estos ajustes. “Cuando los recursos no se asignan eficientemente y rápidamente, toda la economía se resiente, especialmente los menos favorecidos. En España se dedican mucho dinero a salvar un sistema financiero fallido, cuando se le podría dejar caer y hacer que los recursos que sobrevivan se reasignen de una forma más eficiente. Eso nos condena a ir siempre por detrás. Ha llegado el momento de dejar de jugar a la defensiva”, concluye en tono de arenga.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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