_
_
_
_

No solo importa el dinero, Europa necesita más que grandes fondos para desplegar su IA

Los expertos apuntan que el bloque comunitario debe replantarse aspectos como el talento, la regulación y el destino del capital

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial (IA) en el Grand Palais de París, Francia, el 11 de febrero de 2025.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial (IA) en el Grand Palais de París, Francia, el 11 de febrero de 2025.MOHAMMED BADRA (EFE)
Luis Enrique Velasco

La Unión Europea sabe que debe acelerar el paso para no perder en la carrera del momento: crear una inteligencia artificial propia. Hace tiempo que el bloque quedó rezagado con respecto a Estados Unidos y China en el desarrollo de un modelo de lenguaje a gran escala, como son ChatGPT o DeepSeek, y de otros avances en IA, claves para un progreso científico y económico en diversas áreas. La última reunión de emergencia en París cristalizó la preocupación por depender de la tecnología extranjera, cada vez más usada por consumidores europeos. En el centro del debate gira una pregunta: ¿cómo pueden los 27 trazar una hoja de ruta que le permita a la UE no quedarse atrás? La respuesta corta es “más inversión”, pero los expertos apuntan que más dinero en la mesa no será lo único necesario alcanzar la soberanía en IA.

“Queremos que Europa sea uno de los continentes líderes en este campo, y esto significa adoptar una vida en la que esta tecnología esté en todas partes”, proclamó la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen en la cumbre parisina celebrada el pasado 11 de febrero, cuya principal conclusión fueron los 200.000 millones de euros para invertir en IA anunciados por la mandataria.

“Este anuncio ha sorprendido mucho porque en este momento la UE se encuentra con unos presupuestos muy ajustados, mermados por la guerra de Ucrania”, expone Inma Martínez, experta en inteligencia artificial y asesora de varios organismos europeos. También critica que Bruselas no ha sido clara en definir cómo se distribuirían los fondos ni los tiempos en los que serán repartidos. Todo lo se sabe es que el paquete provendrá de dos fuentes: 150.000 millones de euros de fondos privados como KKR o Blackstone, y otros 50.000 millones, que se obtendrían a través de la nueva iniciativa Invest IA. Muchos de los cuales, según Von der Leyen, se usarán para levantar “fábricas de IA”, es decir, centros de almacenamiento y procesamiento de datos.

El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, durante la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial en París, el 11 de febrero de 2025.
El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, durante la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial en París, el 11 de febrero de 2025. Associated Press/LaPresse (apn)

Martínez argumenta que para aprovechar bien este capital, la Unión Europea necesita más centros de investigación especializados en IA y que las ayudas prometidas se terminen desplegando. “Ciertos países europeos como Alemania poseen un ecosistema fuerte en investigación en centros privados que refuerzan los centros gubernamentales, y en seguida se mueven rápido en solicitar ayudas a la investigación. En España hemos tenido financiación Europea para la IA que al final el Ministerio de ciencia suspendió el pasado 2024″, expone.

A finales de enero, un grupo de científicos tuvieron que afrontar la cancelación sin explicaciones de una convocatoria millonaria de ayudas para investigar la IA. “Personalmente, he perdido la confianza de que el Gobierno español quiera y pueda ayudar a la investigación en esta rama en este país”, compartía José Hernández-Orallo, uno de los investigadores afectados.

Otra preocupación es la que expresan Yann LeCun, Nuria Oliver y Bernhard Scholkkopf, destacados investigadores en IA europeos, que afirmaron en una reciente columna de El País que la clave para la innovación revolucionaria radica en identificar, atraer y apoyar a las mentes más brillantes, brindándoles apoyo financiero a largo plazo para sus investigaciones y otorgándoles un alto nivel de autonomía. “Sin embargo, este principio puede verse eclipsado en la UE por una tendencia a favorecer una ciencia basada en proyectos en lugar de una ciencia centrada en las personas”, explicaban en el texto.

Niclas Poitiers, investigador en Bruegel, agrega que la UE no es actualmente un mercado atractivo para este tipo de perfiles de alto nivel, cuyos sueldos son más altos en China, Taiwán y Estados Unidos. Poitiers también señalaba a la regulación laboral europea, mucho más rígida, como causante de que empresas especializadas no aterricen en suelo comunitario.

Modelos medianos, pero competentes

Francisco Herrera, catedrático de IA en la Universidad de Granada y director del Instituto Andaluz Interuniversitario en Ciencia de Datos e Inteligencia Computacional considera que no es necesario que los laboratorios o empresas de la UE desarrollen sistemas de vanguardia, como son los últimos modelos de ChatGPT 4.5 o DeepSeek, sino que logren avanzar hasta una etapa que permita a las pequeñas y medianas empresas optimizar el trabajo y ser más productivas, sin sacrificar fuerza laboral.

“Si la UE en dos años tuviese un modelo igual de avanzado que o3 (el modelo de Microsoft desarrollado por OpenAI), ya tendríamos unas capacidades enormes para las empresas europeas. ¿Realmente necesitamos un modelo que multiplique por cinco las capacidades? No lo creo”, expone Herrera.

En un coloquio universitario celebrado el año anterior, Alberto Granados, expresidente de Microsoft en España, afirmaba que “si la UE tratase de desarrollar una IA propia, alcanzaría el nivel de GPT-2, cuando la industria ya a pasar a GPT-5″ en respuesta al anuncio del Gobierno español de lanzar un chatbot propio, del que hasta la fecha se conoce muy poco.

Herrera incide en que es más necesario que nunca antes que el bloque plantee soluciones viables para alcanzar lo que él llama “soberanía digital en la IA”, que gestione de manera responsable los datos de los ciudadanos y que permita el aumento de la productividad de las empresas locales, que son en su mayoría de pequeño y mediano tamaño. “De lo contrario, un día las compañías norteamericanas cierran el modelo y ¿qué haces? Nos volveríamos prisioneros de la IA”, explica.

Hay voces más críticas, como la de Alicia García-Herrero, quien considera que la UE ha tardado mucho en subirse al tren y que ahora no tiene más alternativa que apoyarse de la infraestructura de IA de las grandes tecnológicas para desarrollar de manera acelerada un ecosistema propio. “Es lo que hizo China, que no desarrolló DeepSeek desde cero. Utilizaron de base la infraestructura de OpenAI y la potenciaron, porque empezar desde cero es muy costoso y no sé si Europa puede permitirse eso”, razona.

El otro frente que tiene abierto Bruselas y en el que todos los expertos convergen es el regulatorio. Coinciden en que la UE ha alcanzado un estado óptimo de regulación que “refleja el compromiso de las autoridades europeas con la ética, la confianza y los derechos fundamentales”, tal y como lo describe Anu Bradford en su libro Imperios digitales [Shackleton Books, 2023], pero que ahora debe ser más laxa y dar paso a la innovación.

“Ya hemos regulado. Es hora de que Europa demuestre que puede fabricar sus propios modelos de lenguaje”, afirma Herrera. La otra condición es que el reglamento que limita cómo pueden operar las empresas de IA en la región sea más claro “y menos restrictivo” para las compañías que quieran empezar a entrenar sus modelos, dice Martínez. “La primera vez que salió el directorio (el conjunto de leyes que regula un ámbito) sobre la IA costaba mucho entenderlo y todo eso frena a las empresas”, añade la experta.

Martínez también cree que el tejido productivo europeo necesita confiar en otras formas de inversión, como es el capital de riesgo, históricamente ignorado, según la experta, debido a que la mayoría de proyectos se financian con deuda bancaria. “El mundo startup europeo de momento es muy penoso. Cuando unos emprendedores tienen algo interesante enseguida se van a Estados Unidos”, critica Martínez, quien cree que, pese a todo, la atención tampoco se puede desviar de los proyectos en los que Europa destaca. “Si queremos reforzar la competitividad del bloque tenemos que incrementar la inversión en semiconductores, donde ocupamos una posición dominante en determinados segmentos cruciales de la cadena de suministro, en particular en el sector de los equipos de fabricación y sistemas de litografía, esenciales para la producción avanzada de chips. Para la construcción de gigafactorías de IA, el territorio todavía tiene redes eléctricas sin capacidad suficiente”, señala Martínez.

El futuro tecnológico de Europa está en juego. El objetivo es que la UE no pierda este tren de la revolución digital, que esta vez, aunque sea por acumulación de oportunidades perdidas en lo que va de siglo, se antoja decisivo. Hosuk Lee, director del Centro Europeo de Política Internacional, lo describe de esta manera: “Puede que no veamos tales ganancias de PIB o productividad gracias a la IA, pero, en cambio, veremos una caída considerable en la producción de los países o empresas que se demoran en adoptarla. En otras palabras, la competencia global cambia muy poco cuando todos los jugadores aceleran, pero principalmente castiga a los que se quedan atrás”.

Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, GroupM, Iberdrola, Iberia, Mapfre, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander y el partner estratégico Oliver Wyman.

Puedes apuntarte aquí para recibir la newsletter semanal de EL PAÍS Tendencias, todos los martes, de la mano del periodista Javier Sampedro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_