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La UE anuncia que movilizará 200.000 millones para inteligencia artificial en pleno choque con EE UU por su regulación

El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, exhibe en París la desconfianza de la Administración Trump y advierte de que no tolerará que se “apriete las tuercas” a sus tecnológicas

Ursula von der Leyen y J.D. Vance durante un encuentro al margen de la cumbre sobre inteligencia artificial, este martes en París.Foto: Thomas Padilla (AP) | Vídeo: EPV
Daniel Verdú

Un chino, un estadounidense, un indio y un montón de europeos buscan ponerse de acuerdo en una cumbre multilateral de la era Trump sobre la tecnología más determinante del mundo. El enunciado, que podría ser uno de esos acertijos endiablados, solo permite pensar en un desenlace desastroso. Y el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, invitado al encuentro en París sobre la inteligencia artificial (IA) que intenta construir una tercera vía, regulada y más humana para esta tecnología, certificó a su manera el vaticinio. “Una regulación excesiva podría matarla”, advirtió nada más empezar su discurso en la clausura de la cumbre, la primera en la que participa el mandatario desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de la superpotencia mundial y de él como su número dos.

La inteligencia artificial es ya la tecnología que articula gran parte de los movimientos de la geopolítica mundial, donde se entrelazan intereses privados y públicos. La última jornada de la cumbre comenzó con la resaca de la oferta Elon Musk para comprar OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT. Su consejero delegado, Sam Altman, que se encontraba en la cita parisina, confirmó su negativa. “No está en venta”. Un capítulo más de una lucha global para controlar la IA que iba a mostrarse mejor con el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de una movilización de 200.000 millones de euros (de dinero público y privado) en los próximos años.

Pero esta pugna por hacerse con una tecnología de un gran potencial transformador se mostraría poco después aún con mayor crudeza, en el discurso de Vance, con la negativa de EE UU y el Reino Unido a firmar la declaración final, que fundamentalmente invoca una tecnología más abierta, regulada, inclusiva, segura y democrática. Ambos países se negaron estampar su firma con la de otros 61 Estados, entre los que sí se encuentran China, la India o la propia Unión Europea. “No sorprende demasiado. Será la tónica en la era Trump”, señalaron fuentes de la organización al conocer la noticia.

El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, se dirige al público en el Grand Palais durante la cumbre sobre Inteligencia Artificial, en París.
El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, se dirige al público en el Grand Palais durante la cumbre sobre Inteligencia Artificial, en París.Associated Press/LaPresse (apn)

Vance, antes de saberse la decisión que tomaría EE UU, había liquidado de un plumazo cualquier esperanza de acercamiento. El vicepresidente estadounidense subrayó en su discurso que la Administración Trump quiere “mantener la ventaja” de su país en IA y evitar una “regulación excesiva” del sector. Además, destacó que “EE UU es el líder en inteligencia artificial” y que tanto Trump como Vance pretenden que esto “siga siendo así”. El vicepresidente también advirtió de que una “regulación excesiva” del sector “podría matar una industria en plena eclosión”, por lo que afirmó que EE UU apostará por políticas “a favor del crecimiento” en IA. Es decir, evitará participar en los planes de regulación y gobernanza que se proponen desde la UE.

La línea la marcará EE UU. Esa es la única manera de involucrar a su país, vino a explicar Vance ante la mirada de una Von der Leyen y un Macron con la sonrisa congelada. No descartó la cooperación con otros países. Pero dejó claro que esa colaboración se hará sobre la base de que las normas técnicas de EE UU sean “el estándar mundial”, de que se rechace la regulación excesiva y de que se proteja el empleo de los trabajadores de su país. “Necesitamos regímenes regulatorios internacionales que fomenten la creación de tecnología de IA en lugar de estrangularla, y necesitamos que nuestros amigos europeos en particular miren esta nueva frontera con optimismo en lugar de con temor”.

La mañana había estado marcada por las declaraciones en torno a la guerra comercial que EE UU ha abierto con varias potencias mundiales, incluida la UE. Y el tono de Vance se fue volviendo más severo cuando habló veladamente de la posible respuesta europea a los aranceles impuestos por Trump. “Estamos preocupados por los informes de algunos gobiernos extranjeros que están considerando apretar las tuercas a las empresas tecnológicas estadounidenses”, lanzó delante de líderes como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o del presidente de Francia, Emmanuel Macron. “No vamos a aceptar eso; es un terrible error para sus países”.

Asociación público-privada

La jefa del Ejecutivo comunitario tomó la palabra justo después de Vance para hablar en un sentido contrario y anunciar una inversión público-privada de 200.000 millones de euros en el sector europeo de la IA, que se centrarán en “aplicaciones industriales y con objetivos críticos”. Según detalló la dirigente europea, la UE aportará 50.000 millones de euros a la Iniciativa Europea para los Campeones de la IA, que se sumarán a los 150.000 millones que empresas del sector ya han comprometido. “Será la mayor asociación público-privada del mundo para el desarrollo de una inteligencia artificial confiable”, señaló.

El martes por la tarde, cuando los operarios recogían ya el mobiliario de la cumbre y no quedaba ningún invitado, más allá de consideraciones técnicas, daba la sensación de que el encuentro había servido solo para realizar anuncios de colosales inversiones -más o menos vaporosos- que puedan atraer a las empresas tecnológicas a determinados zonas geográficas. Muy lejos de llegar a acuerdos sobre la regulación y de la tecnología, todos los actores siguen haciendo la guerra por su cuenta. Incluida Francia, organizadora de la cumbre, que fundamentalmente se ha dedicado a glosar las excelencias del sector dentro de sus fronteras y las inversiones logradas por el presidente francés (109.000 millones de euros) en los últimos días.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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