Arranca en Sevilla la excavación de la fosa donde los historiadores sitúan a Blas Infante
Los trabajos buscan identificar a 1.103 fusilados, entre ellos el precursor del andalucismo
El 30 de agosto de 1936 la fosa de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando de Sevilla, se llenó de cuerpos de personas fusiladas tras el alzamiento de las tropas de Franco. En solo un mes y medio 1.103 represaliados se habían amontonado en este triángulo de 671 metros cuadrados que este sábado ha comenzado a desenterrarse. Los historiadores sitúan en esta fosa, una de las mayores del país, los primeros asesinatos en Sevilla tras el alzamiento, entre ellos los del precursor del andalucismo, Blas Infante, el alcalde de la ciudad, Horacio Hermoso, concejales, diputados y regidores de poblaciones cercanas.
“El administrador del cementerio comunicó al alcalde el 5 de agosto que la fosa estaba a punto de llenarse y el 10 matan a Blas Infante. Es previsible que esté aquí”, ha explicado el historiador José Díaz Arriaza, que ha cribado testimonios y archivos municipales durante seis años para identificar a los 1.103 represaliados enterrados en Pico Reja. Entre ellos el padre de la patria andaluza, reconocido por el Parlamento autonómico desde 1983. “Mi abuelo solo defendió sus ideas. Esperemos que ahora pueda descansar en paz”, ha señalado Estanislao Naranjo, nieto de Infante. A dos escasos kilómetros, en la Basílica de la Macarena, está enterrado el general franquista Queipo de Llano, responsable del fusilamiento de 50.000 personas.
Unos 300 familiares se reunieron este sábado bajo la lluvia para compartir su alivio y esperanza de poder enterrar a las primeras víctimas de la Guerra Civil en la capital andaluza 84 años después del alzamiento fascista. “Sabemos que es un poco tarde, pero tenemos la actitud y el sentimiento. Lo haremos para buscar la verdad, porque no hay que tenerle miedo a la verdad. Y nada mejor que la ciencia para encontrarla”, ha resumido Juantxo Aguirre, de la firma Aranzadi, responsable de la excavación, que durará los próximos tres años con 21 arqueólogos, antropólogos y forenses, y un presupuesto de 1,1 millones. “Es un día de justicia y reparación para un entierro digno. Es una cuestión de derechos humanos y de cerrar heridas”, añadió Aguirre. “¡Viva la libertad y viva la República!”, gritó un familiar.
El Ayuntamiento de Sevilla (PSOE), que subvenciona la excavación junto a la Junta (PP y Ciudadanos) y la Diputación sevillana (PSOE), ya ha tomado muestras de ADN de 268 familiares para cotejarlas con los restos que vayan apareciendo en el triángulo de cuatro metros de profundidad y 2.685 metros cúbicos. “Mi abuelo era maestro en Castilleja y estuvo en Sevilla los primeros días de Queipo. Escondido en casa de un amigo, hasta que salió a tomar café, un falangista le delató y el 23 de agosto del 36 lo fusilaron”, ha contado Joaquín León.
La investigación previa de Díaz Arriaza ha sido exhaustiva y le ha puesto alfombra roja al trabajo que se inicia ahora. Eso sí, que la fosa fuera utilizada antes y después de agosto de 1936 como osario común hace que la identificación de los represaliados pueda complicarse, según los expertos. “El historiador ha trabajado con los perfiles demográficos que fueron asesinados por días en el estío, con el máximo calor. Serán identificables por grupos, y las edades de menores y personas amputadas en días precisos de aquella época nos puede permitir fechar los grupos”, ha detallado Juan Manuel Guijo, arqueólogo responsable de la excavación.
A partir de ahora comienza la identificación de restos de personas en posturas violentas, con objetos personales —como relojes o chisqueros— y heridas traumáticas. Tras la exhumación, el antropólogo forense Francisco Etxeberría dirige los trabajos de identificación de los restos en colaboración con centros como la Universidad de Granada. La antropología forense fijará el sexo, edad, enfermedades o anomalías de los restos óseos. “Siempre pedimos discreción y el máximo respeto, las redes sociales son peligrosas con tantos teléfonos”, alerta Antonio Manuel Mateos, portavoz de la Coordinadora andaluza por la memoria histórica y democrática, y con su bisabuelo y su tío enterrados en Pico Reja por significarse como republicanos en su pueblo El Coronil (Sevilla). “La excavación es un hito importante, una experiencia emocionante y triste a la vez. La fosa es la constatación de la barbarie y una oportunidad para cerrar el duelo”, reflexionaba.
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