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Batet frente al griterío del Congreso

La presidenta defiende la importancia de la libertad de expresión en las Cortes

Javier Casqueiro
Meritxell Batet habla con Ana Pastor (PP) y con Ignacio Gil Lázaro (Vox), miembros de la mesa del Congreso, durante la sesión.
Meritxell Batet habla con Ana Pastor (PP) y con Ignacio Gil Lázaro (Vox), miembros de la mesa del Congreso, durante la sesión.ULY MARTÍN

En un Congreso que, como alertó el sábado el diputado de Compromís, Joan Baldoví, “huele más a Napalm que a tila”, Meritxell Batet va a tener mucho más trabajo como presidenta de lo previsto en esta XIV legislatura. Se comprobó rápidamente en la primera vuelta fallida de la sesión de investidura de Pedro Sánchez. La subida este domingo a primera hora al atril para intervenir de la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, desató inmediatamente los ánimos más o menos predispuestos a ser soliviantados de los conocidos como los jabalíesde las Cortes, en este caso de los partidos de la derecha.

Los jabalíes, un término heredado de la República, son los parlamentarios más reconocidamente activos y ariscos de cada grupo político y suelen aparecer de manera poco espontánea en los plenos más sonados. Trabajan en el anonimato de todas las bancadas, pero están muy identificados.

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La propia Batet advirtió, en otro momento del pleno y tras varias llamadas al orden y a la preponderancia de la palabra, con dar los nombres y apellidos de los más alborotadores. Podía haberlos apercibido. Al final no hizo falta. La presidenta Batet estaba prevenida este domingo de lo que podía pasar. Es profesora de Derecho Constitucional y, además, para lidiar con la tensa situación tiró de su propia hemeroteca y del histórico diario de sesiones de las Cortes.

En un pasaje del discurso no especialmente duro de Aizpurua, la diputada abertzale se refirió a los antecedentes autoritarios de la sociedad española y apuntó a continuación directamente al discurso del rey Felipe VI el 3 de octubre de 2017, tres días después del referéndum ilegal en Cataluña, como un ejemplo de esas actitudes. PP, Ciudadanos y luego Vox reclamaron a Batet que reprendiese a la diputada vasca y la llamara al orden agarrándose a que el artículo 103 del Reglamento de la Cámara lo prevé para casos en que se profieran o viertan palabras o conceptos que atenten contra instituciones del Estado.

Batet les dejó expresarse y apelar a esa norma, pero rechazó la llamada de atención. Y lo argumentó así con firmeza: “En otras épocas en este país no se permitía ni las críticas al Gobierno ni al Estado, pero por suerte esas épocas han pasado. Hoy disfrutamos de una democracia plena y para garantizar esa democracia plena tenemos que garantizar la libertad de expresión en el interior de esta Cámara. La libertad de expresión es uno de los fundamentos de nuestra Constitución y el pluralismo político uno de los valores superiores del ordenamiento jurídico”.

Esas razones le parecieron una actitud laxa ante la “nauseabunda” intervención de Aizpurua a Pablo Casado; a su portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo; a relevantes dirigentes de Ciudadanos, como el exabogado del Estado Edmundo Val; y a diputados de Vox, como Santiago Abascal, Iván Espinosa de los Monteros o la exabogada del Estado Macarena Olona. Abascal y otros diputados de Vox llegaron a difundir por las redes sociales que la bancada del PSOE había aplaudido a Bildu cuando lo que había hecho era respaldar precisamente la explicación de Batet.

No es, ni mucho menos, la primera vez que un diputado de Bildu o de otras de sus marcas abertzales precedentes, como HB, Amaiur o Sortu, acude al Congreso. Llevan presentando listas desde 1979, aunque en algunas legislaturas no lo hicieron o estaban ilegalizados. En 1986 tuvieron su mejor resultado con cinco escaños como ahora (casi 232.000 votos). En alguna ocasión hablaban y se les escuchaba, sin más.

Las referencias duras al monarca tampoco son inéditas. El 20 de febrero de 2018, con la popular Ana Pastor de presidenta, el parlamentario independentista catalán Joan Tardà habló de la “ilegitimidad de la restauración borbónica, de Juan Carlos I y, por ende, de Felipe VI” por haber sido reinstaurados por el dictador Francisco Franco. No hubo ni interrupciones ni insultos ni quejas. Acabó Tardà, y Pastor le dio la palabra al diputado siguiente.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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