El ‘Open Arms’ pide a España, Alemania y Francia que desbloqueen su desembarco
El buque cumple siete noches con 121 migrantes a bordo sin que se haya activado ninguna negociación
El director de Proactiva Open Arms, Óscar Camps, ha apelado por escrito a los jefes de Gobierno de España, Alemania y Francia para que ayuden a desbloquear la situación del buque de la ONG, que aguarda desde hace una semana un puerto seguro en el que desembarcar a 121 personas. Un pacto entre los Veintisiete para acoger a los náufragos podría facilitar que Malta e Italia, los puertos seguros más cercanos, permitan su desembarco, pero nadie ha dado el primer paso. La vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo aseguró este miércoles que España no pretende moverse en ese sentido: "No tenemos que hacerlo".
Desde junio del año pasado, cada vez que un barco de una ONG rescata a migrantes en altamar se enfrenta a la negativa de Malta e Italia de recibirlos a menos que haya un acuerdo previo para reubicar a los rescatados en otros países. Hasta hoy, la UE no ha conseguido doblegar esa posición, pero tampoco crear un mecanismo predecible de desembarco. En cada situación de bloqueo, la Comisión Europea ejerce de mediadora entre los Estados miembros. La fórmula, imprevisible y lenta, obliga a los barcos de rescate de las ONG a pasar periodos de hasta tres semanas esperando la autorización para desembarcar.
La petición de Camps pone a Europa frente a sus contradicciones. Expone por un lado la ausencia de una política común y, por otro, demanda a Emmanuel Macron, Angela Merkel y Pedro Sánchez que activen a la Comisión Europea para que coordine una solución. El llamamiento a Francia y Alemania no es casual. Son los dos países que promueven en la UE un mecanismo de desembarco y reubicación estable de los rescatados en el Mediterráneo Central.
La iniciativa de Camps, de momento, no ha surtido ningún efecto y los rescatados, entre los que hay 32 menores de edad, cumplen hoy una semana en altamar. Un portavoz comunitario aseguró este miércoles que Bruselas no ha recibido ninguna petición para desbloquear la situación y aprovechó para recordar que el brazo ejecutivo de la UE lleva tiempo reclamando la necesidad de encontrar “urgentemente” una solución.
A pesar de la apelación directa en la carta dirigida a Pedro Sánchez, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, señaló que no tiene intención de interceder por el buque de bandera española.
La situación del Open Arms, al que el Gobierno había prohibido en enero reanudar los rescates en la zona de responsabilidad libia, pone a España ante una encrucijada política. La cuestión va más allá de ofrecer a la ONG catalana un puerto para desembarcar. El Ejecutivo, en el que conviven opiniones divergentes sobre cómo gestionar la actividad del buque, mantiene que España no puede hacerse cargo de la situación de anormalidad de la ruta del Mediterráneo Central y reivindica que Italia y Malta tienen que cumplir con sus obligaciones de salvamento marítimo, como España lo hace en el Estrecho y el Mar de Alborán.
“Abrimos una nueva situación en Europa gracias al esfuerzo que hicimos con el Aquarius. Llevamos a la UE el mensaje de que es un problema común, de cooperación, de solidaridad y de respeto de las leyes por parte de todos. Nadie puede saltarse las leyes, el Estado español no se las salta”, mantuvo Calvo en una crítica velada hacia Roma.
Presionar a Italia
La intención de la ONG no es presionar a España, a quien ni siquiera ha solicitado puerto, sino a Italia, que bloquea sistemáticamente no solo a los barcos humanitarios sino hasta a los buques de su propia guardia costera.
El ministro del Interior, Matteo Salvini, que acaba de ver como el Senado convertía en ley su propuesta de elevar a un millón de euros las multas contra las ONG, acusó este miércoles a la organización de usar los rescates de migrantes como “provocación política”. “Open Arms lleva seis días en el Mediterráneo y ahora amenaza con entrar en Italia. Le habría dado tiempo a alcanzar España, el país de esta ONG, que ha dado bandera a su nave y donde algunos alcaldes están dispuestos a la acogida”, sostuvo el líder de la Liga. La tripulación del barco, que se mantiene a unas 29 millas náuticas —54 kilómetros— de la isla de Lampedusa, no ha amenazado en ningún momento con entrar en aguas territoriales italianas.
Una espera en alta mar marcada por el horror libio
Los 121 rescatados por el Open Arms han cumplido siete noches a bordo y nada indica que vayan a pisar tierra firme en los próximos días. Empieza a pesar la inquietud y como ya advertían los pescadores de Lampedusa, el mar, que se ha mantenido calmo todo este tiempo, se ha embravecido. "Hay muchos mareados y varios están vomitando", cuenta Francisco Gentico, uno de los voluntarios a bordo. En el grupo hay dos bebés de nueve meses y otros 30 menores. También hay personas con heridas de gravedad.
Una de las historias que más ha impactado a la tripulación es la de Safa, una sudanesa que huyó de Libia con su hija, de 12 años, sus dos hermanas y su madre. La persecución política que sufría el abuelo y patriarca de la familia en Darfur le costó una brutal paliza que les obligó a marcharse del país. Se fueron a Egipto, donde el hombre estuvo seis años sometiéndose a tratamientos y operaciones para poder salvar su vida. El abuelo, finalmente, murió y las cinco mujeres se marcharon a Libia con la intención de poder llegar a Europa.
En Libia, la inmigración irregular es un delito y el tráfico y la explotación de migrantes un lucrativo negocio. Encerradas en un centro de detención durante nueve meses, las tres hermanas sufrieron todo tipo de vejaciones, agresiones y violaciones. “La madre de la niña explicó que muchas veces cuando venían a por su madre o a por sus hermanas ella se sacrificaba y pedía que la violasen para protegerlas”, cuenta el voluntario desde el barco.
Un relato habitual de los migrantes que caen en las manos de los milicianos libios es el chantaje al que someten a sus familias. Safa y sus hermanas también fueron obligadas a contactar con sus familiares para que pagasen su liberación. Uno de sus parientes tuvo que vender su casa y enviar cerca de 15.000 euros para sacarlas de su encierro.
El caso de Hortensia, de 30 años, también ha marcado a sus rescatadores. La mujer, de Costa de Marfil, sufre quemaduras de segundo y tercer grado y apenas puede moverse. Tumbada en el suelo de la cubierta ha contado que fue su patrón en Libia el que la roció con gasolina cuando intentaba evitar que la violase. Ante la cámara de TVE detalló cómo al ir al baño tras ser rescatada se dio cuenta de cómo su piel se había fundido con su ropa.
Rabiya, de Etiopía, la madre de los dos bebés de nueve meses a bordo, llora con frecuencia. También la violaron y maltrataron.
Ante la inacción de la UE, la ONG intenta agotar todas las vías para desembarcar cuanto antes a los rescatados, sobre todo a los más vulnerables. La organización presentó este miércoles un recurso ante el Tribunal italiano de menores para poder desembarcar a los 32 niños y adolescentes que esperan a bordo y que se tutele a los 27 que están solos.
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