El PNV, dispuesto a apoyar a Sánchez si no se acerca a Cs
La dirección nacionalista se decanta por reeditar su acuerdo con los socialistas en las instituciones vascas
En el PNV velan armas hasta que la Ejecutiva nacional del partido decida este lunes su estrategia de pactos postelectorales. "Que nadie piense que el PNV va a hacer una locura", afirma un representante nacionalista. Los llamamientos del lehendakari Iñigo Urkullu a favorecer "la estabilidad política e institucional" anticipan que el PNV jugará sobre seguro. La hoja de ruta de este partido, el más votado en Euskadi y con seis escaños en el Congreso, hará valer esta posición para tratar de repetir el pacto global con los socialistas en las instituciones vascas y aceptaría favorecer la investidura de Pedro Sánchez si este no se arrima a Ciudadanos y tampoco da el poder en Navarra a la derecha.
El PNV se siente cómodo con los socialistas como compañeros de viaje, tanto en el conjunto del País Vasco como en Madrid. Por eso apoyó la moción de censura de Pedro Sánchez en 2018. Con el presidente del Gobierno, ahora en funciones, se desbloquearon en nueve meses más transferencias pendientes para el País Vasco que en toda la etapa de mandato del PP con Mariano Rajoy al frente. Un escenario en el que los nacionalistas sigan ganando cotas de autogobierno es el idóneo para el partido de Andoni Ortuzar.
"El marco general que ha quedado tras las elecciones generales y las municipales vascas es propicio para un entendimiento entre los socialistas y el PNV", opina un dirigente de este partido. Los seis diputados electos del PNV (uno más que en la anterior legislatura) guardan silencio a la espera de lo que determine la cúpula del partido: “No estimo oportuno hablar ahora. El EBB [comité ejecutivo nacional] ya lo comunicará este lunes por sus canales oficiales”, se disculpa uno de los congresistas. Koldo Mediavilla, miembro de la dirección, reconoce que "la intención es lograr un pacto global en Euskadi, pero no nos podemos abstraer de lo que ocurra en Madrid y en Navarra".
No hay razones para deducir que el PNV vaya a darle la espalda ahora a Sánchez, aunque antes quieren conocer con qué apoyos va a contar este y quiénes serán sus aliados. Aitor Esteban, la referencia del grupo vasco en el Congreso, ya ha adelantado que existe la "voluntad de llegar a un acuerdo" con el líder socialista, pero esa buena disposición tiene una línea roja infranqueable para los peneuvistas. Estos no aceptarían que Sánchez se asocie con Ciudadanos para garantizarse su continuidad en La Moncloa, porque eso supondría dificultar la resolución del conflicto catalán y el desarrollo del autogobierno vasco.
Cualquier interferencia de Ciudadanos en los planes del PSOE será entendida por los nacionalistas como un portazo a "las vías de diálogo, entendimiento y distensión" que el lehendakari Urkullu y Andoni Ortuzar han defendido para abordar la cuestión territorial vasca y catalana. Para el PNV, el partido de Albert Rivera supone "un peligro" para impulsar "la agenda vasca": más competencias y un nuevo Estatuto.
En este contexto se entiende la advertencia lanzada esta semana por el máximo responsable del PNV en Gipuzkoa, Joseba Egibar, a quien se le sitúa siempre en posiciones fronterizas con el independentismo. Se preguntó "¿de qué demonios vamos a hablar con el PSOE?" si en Madrid apuesta por Ciudadanos y en Navarra permite que gobierne la derecha.
Es "tiempo de silencio", como ha señalado la ministra portavoz Isabel Celaá, partidaria de repetir los acuerdos con los nacionalistas vascos: "Nuestra actitud es favorable y queremos seguir en esa línea". En esta fase de tanteo, Urkullu ha querido serenar los ánimos al proclamar ante empresarios vascos que su intención es "seguir trabajando" a favor de "la estabilidad política e institucional". Una declaración que invita a pensar en que está cómodo con los socialistas, sus socios en el Gobierno vasco y las principales instituciones vascas.
El calendario político obliga al PNV a definir sin más demora su política de alianzas en los ayuntamientos y las Juntas Generales (parlamentos provinciales), puesto que los plenos municipales que elegirán a los alcaldes están previstos para el día 15 de junio. Más adelante llegarán la investidura del presidente del Gobierno, previsiblemente durante la primera quincena de julio, y de Navarra. La experiencia que nacionalistas y socialistas han desarrollado desde 2015, cuando firmaron un pacto global que extendieron en todos los consistorios salvo excepciones (Andoain y Vitoria, principalmente), ampliado un año después al Ejecutivo autonómico, tiene todos los visos de repetirse durante los próximos cuatro años.
Un PNV reforzado en las urnas y un PSE que ha logrado conservar su cuota electoral en Euskadi "están condenados a entenderse", refiere un cargo nacionalista, "sobre todo después de la buena sintonía que ha habido estos últimos cuatro años". Idoia Mendia, secretaria general de los socialistas vascos, también se decanta por repetir un "pacto global" en Euskadi entre estas formaciones que no se vea condicionado por lo que suceda después en Madrid o en Navarra.
Los resultados de los pasados comicios apuntan a un cambio en la política vasca que podría hacer más llevadero el último tramo del mandato de Urkullu, en minoría con el PSE, y disipa la posibilidad de un adelanto electoral. Los primeros síntomas de ello se aprecian en el viraje que el PP, muy castigado en las urnas, ha comenzado a dar a su estrategia en la oposición. Si durante el último año han hecho causa común con EH Bildu y Podemos para tumbar iniciativas del Gobierno, incluidos los presupuestos de este año, tras las elecciones los populares han optado por el deshielo.
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