El policía detenido con varios millones de euros en su casa se hizo socio de un confidente
El inspector Óscar S. G. se asoció con un viejo informador policial de la Brigada Central de Estupefacientes, con quien comenzó a ‘trabajar’ al llegar a la Jefatura de Madrid, en 2019
A Óscar S. G., el inspector jefe de policía detenido en su casa de Madrid tabicada con 19 millones de euros en bolsas de billetes de 500 y de 50, le costó unos años amasar esa fortuna y no pocas artimañas evitar ser descubierto por sus propios compañeros. “Tomaba las mismas medidas de seguridad que un choro [delincuente en el argot policial]”, señalan fuentes de la investigación. El principio del fin de este agente de 45 años, padre de dos niños pequeños y marido de otra policía destinada en Alcalá de Henares (ahora también detenida), comenzó en 2019. Fue entonces cuando pasó del grupo de “drogas en Internet” en la UDYCO central (Unidad de Droga y Crimen Organizado) a convertirse en inspector jefe y dirigir la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) en la Jefatura de Madrid. “Inicialmente, iba a ser destinado en Valencia, pero solicitó quedarse en la capital porque su padre estaba enfermo y se le ayudó”, recuerdan quienes le tuvieron bajo su mando. Hasta entonces, según estas fuentes, era “un buen policía, sacó muchos temas de comprimidos de éxtasis y sustancias psicoactivas, incluso a escala internacional”, aseguran. Pero, en solo cinco años, convirtió su punto fuerte en su punto débil: “Se hizo socio de su principal confidente”, aseguran las mismas fuentes. El pasado 8 de noviembre, cuando los agentes de Asuntos Internos y de la UDYCO, en una operación conjunta, irrumpieron en su chalet de Alcalá de Henares de madrugada acompañados de los GEO para desmantelar su casa, Óscar S.G. se limitó a decir: “Perdóneme, jefe”, recuerdan fuentes del caso.
El jefe de la UDEF de Madrid, a quienes sus mandos y compañeros recuerdan como un tipo “reservado”, “soso”, “que no destacaba ni por su simpatía ni por su afición al trabajo”, pero también como “supereducado” y “querido por su grupo”, conoció a su principal confidente en los años en los que estuvo de inspector en la UDYCO, primero en la sección de heroína y, después, en la de “drogas en Internet”, entre 2009 y 2019. Se trataba de Ignacio Torán, otro de los 15 ahora arrestados. Un empresario que había sido detenido por la policía con dos kilos de cocaína en su día (hace más de una década) y que, tiempo después, se convirtió en confidente de la Brigada Central de Estupefacientes, donde era conocido como Torán, a secas. “Era un confite [confidente] de la sección cuarta, la de cocaína, por lo que Óscar no podía usarlo mucho, porque no era su especialidad”, recuerdan sus compañeros.
Sin embargo, todo cambió tras ascender a inspector jefe y aterrizar en la Jefatura de Madrid. En ese momento, ya sus competencias se extendían a los asuntos de blanqueo de capitales e incluían temas del dinero procedente del tráfico de drogas. Fue entonces cuando afianzó su relación con Torán, que se había convertido también en una suerte de empresario, con varias empresas, “una de ellas estaba ligada a Mercamadrid y traía plátanos desde Ecuador”, aseguran fuentes de la investigación. “Era una compañía con pérdidas, aparentemente, porque importaba muchos contenedores de plátanos a los que no podía darles salida”, explican las mismas fuentes.
“Su estrategia para meter la droga en España, consistía en importar muchos contenedores de plátanos y pocos con merca [cocaína], para que fuese como buscar una aguja en un pajar”, advierten. El papel de Óscar S. G., que se ha ganado el apodo mediático de el Anodino, se basaba en comprobar si los contenedores que eran susceptibles de ser inspeccionados en el marco de operaciones policiales en marcha podían coincidir con los enviados con cocaína desde el otro lado del Atlántico, para garantizar su llegada, bien al puerto de Algeciras o a los de Valencia y Alicante. A cambio, además de grandes cantidades de dinero en metálico, su confidente “le daba a Óscar alguna información buena y sacaba algún contenedor con droga, para poder apuntarse un buen tanto ante sus jefes y cubrirse más”, cuentan fuentes de la investigación.
Ya en 2020, la policía comenzó a sospechar de que estuviera habiendo filtraciones sobre sus operaciones antidroga, aunque orientaron sus indagaciones hacia algún posible agente de Vigilancia Aduanera. Agua. La investigación interna, que arrancó el pasado mes de enero, les condujo hasta Torán que, aunque viajaba con frecuencia a Ecuador, tiene su residencia en Madrid, en una urbanización con seguridad privada en la zona de la calle de Arturo Soria.
Fue Torán quien llevó a los investigadores hasta Óscar S.G., pese a las muchas medidas de seguridad que ambos tomaban para encontrarse: “Óscar dejaba su coche en las cercanías de una boca de metro y usaba el transporte público para llegar hasta el punto de encuentro”, “controlaba la presencia de personas en los locales en los que quedaban…”. Esos seguimientos al histórico confidente policial pusieron a los investigadores sobre la pista del agente corrupto.
Una operación opaca
El paso siguiente fue hacer opaca para Óscar S. G. una de las operaciones en curso, “porque siempre andaba preguntando, a través de terceras personas, acerca de cuáles eran las empresas que se estaban investigando en la sección cuarta [la de cocaína] de la Brigada Central”. El resultado fue la mayor incautación de droga realizada en España: 13 toneladas de cocaína en un solo contenedor de plátanos procedente de Ecuador en el puerto de Algeciras (Cádiz) el pasado 6 de noviembre, dos días antes de la detención de Óscar S. G. y los otros 14 presuntos implicados. La policía lo vendió entonces como “el mayor alijo aprehendido en España”, pero en realidad era la operación (Machala) contra “la mayor organización española –los detenidos son todos españoles-- de tráfico de droga de la historia, muy por encima de lo que pudo mover el propio Sito Miñanco”, aseguran fuentes de la investigación.
La conmoción en la Jefatura de Madrid y en la Policía Nacional no la oculta nadie, a tenor de la “sorpresa” manifestada tanto por antiguos y actuales mandos como por sus compañeros y excompañeros. “Provoca tristeza, una cosa así tira por tierra el prestigio de toda una institución, labrado durante décadas y en una especialidad policial muy difícil y sacrificada”, señalan ahora los investigadores, que a menudo caminan al borde de esa línea que separa al policía del confidente.
La Audiencia Nacional mantiene abierta la investigación por los delitos de tráfico de drogas, cohecho, blanqueo, organización criminal y omisión del deber de perseguir delitos. El juzgado central de instrucción número 1, dirigido por el magistrado Francisco de Jorge, es el que instruye esta compleja causa, declarada secreta, y cuyas ramificaciones, con una intrincada red empresarial, llegan a Dubai, donde los investigadores ubican al presunto cabecilla de esta narcoorganización made in spain.
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