Los viejos demonios vuelven en campaña
El debate catalán pierde fuelle y el foco se traslada al País Vasco, donde grupos 'abertzales' boicotean el acto de Ciudadanos en Errenteria
Es mediodía de un domingo de primavera en Gipuzkoa, y la plaza de Los Fueros de Errenteria bulle de gente. De algunas ventanas de las que cuelgan banderas y símbolos nacionalistas llega un alboroto incesante de cacerolas. Pocas calles más allá, cordones de la Ertzaintza impiden el paso a cientos de radicales. En medio de la plaza, Fernando Savater y Maite Pagazaurtundua combaten el ruido con ardientes discursos en defensa de la libertad. "¿No tenéis vergüenza?", clama Pagazaurtundua. "¡Nos llamáis fascistas, pero vosotros sois matones abertzales!". Mezclando euskera y castellano, consigue por momentos acallar el jaleo, sobre todo cuando recuerda su infancia en esas calles y los lugares de la localidad donde creció junto a sus hermanos. Uno de ellos, Joseba, asesinado por ETA en 2003.
Podía ser una imagen de hace 15 años, pero ocurrió este domingo mientras Albert Rivera daba un mitin en plena calle en Errenteria —"aquí han sido asesinadas 19 personas", recordó— con dos de los grandes símbolos de los movimientos civiles contra ETA. El líder de Ciudadanos y sus acompañantes se desgañitaron en sus discursos para hacerse oír entre lo que Savater llamaba "cencerros y rebuznos". Nueve años después del último crimen, las heridas del viejo demonio del terrorismo aún se hacían sentir en una campaña electoral.
A la misma hora, unos cientos de kilómetros al oeste y en un ambiente opuesto al de Errenteria, la imagen también traía ecos de otros tiempos: aquellos en que reinaba el difunto Manuel Fraga. Las parrillas humeaban con el churrasco y un grupo de gaiteiros esperaba el momento de tocar, mientras cientos de personas asistían a un mitin del PP. Allí, en esa zona campestre de los alrededores de Santiago, se volvió a hablar de ETA. Pablo Casado parecía haber bajado el tono con el asunto, tras la polvareda que levantó el pasado martes en Barcelona al afirmar que Pedro Sánchez "prefiere las manos manchadas de sangre a las manchadas de blanco". En Galicia se zambulló otra vez en el asunto a pecho descubierto. "Los etarras, los herederos de ETA, mandan más que nunca en España", defendió. Por culpa de Sánchez, que acepta los votos de EH Bildu y permite así que estos crean que el terrorismo "ha merecido la pena", argumentó el líder del PP.
El debate electoral sobre Cataluña empieza a dar muestras de cansancio. Es una presencia inevitable y permanente en la campaña, alimentada de vez en cuando por movimientos como la oferta de los presos de Junts per Catalunya de apoyar a Sánchez. Pero como todos llevan ya diciéndose de todo durante todo el tiempo, resulta casi imposible salir con algún argumento novedoso. Y en eso reaparece la cuestión vasca, que en algunos discursos suena como si los oradores continuasen hablando de Cataluña, solo que en modo metafórico.
La pócima la agitan grupos del abertzalismo radical, que se han lanzado a la calle con el propósito de impedir los actos de quienes ven como enemigos. Este domingo fue con Ciudadanos en Errenteria; el sábado, con Vox en Bilbao y San Sebastián. Fuera de su objetivo quedan otros líderes como Pablo Iglesias, que este domingo también estuvo en Gipuzkoa, en su caso para celebrar el aniversario de la II República en la metalúrgica Eibar.
No siempre la cuestión vasca se esgrime contra Sánchez. También suministra munición para rifirrafes entre los partidos a la derecha del PSOE. Las candidatas al Congreso Edurne Uriarte, del PP, e Inés Arrimadas, de Ciudadanos, se enzarzaron la noche del sábado durante un debate a cuatro en La Sexta. Arrimadas echó en cara a Uriarte que Casado no hubiese descartado pactos con el PNV. Y esta le replicó acusando al partido de Rivera de votar junto a EH Bildu a favor de algunos decretos sociales de Sánchez. Nada comparado con el tuit que el popular Rafael Hernando dedicó a un antiguo compañero, el alavés Santiago Abascal. Hernando reprochó al líder de Vox que "regale lecciones de valentía" después de "salir corriendo" del País Vasco cuando aún silbaban las balas de ETA.
Son estos pequeños incendios diarios de la campaña los que intenta esquivar Sánchez a toda costa. El presidente no se salta el guion: promesas sociales y tono comedido para presentar al PSOE como el "único partido cabal y moderado". Cada día, Sánchez intenta poner más tierra de por medio con el independentismo. Tanto insiste que, en una entrevista con los diarios del grupo Vocento, los periodistas Paula de las Heras y Ramón Gorriarán acaban preguntándole:
—¿Pretende usted decir que en realidad ha gobernado con PP y Ciudadanos?
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