Grupos radicales hostigan los mítines de Vox en el País Vasco
Abascal acusa al Gobierno de Vitoria de dejar a sus seguidores "a merced de los rabiosos"
Manifestantes radicales hostigaron este sábado los mítines de Santago Abascal en San Sebastián y Bilbao. En la capital guipuzcoana asistentes al acto de Vox fueron acosados por los manifestantes, mientras que en la vizcaína la policía autónoma practicó cinco detenciones. Abascal acusó al Gobierno vasco de dejar a sus seguidores "a merced de los rabiosos".
En San Sebastián no hubo colas en la calle para asistir al acto de Vox, ni se desbordó el aforo como en Ciudad Real, Oviedo o Córdoba. Los organizadores retiraron discretamente parte de las sillas de una de las salas del Kursaal, no la más grande, para que no se vieran claros. En total acudieron unas 400 personas, que tuvieron que facilitar por anticipado su DNI para poder acceder al local. Tampoco traían banderas de España o de Vox. Se las daban dentro.
Hace nueve años que ETA cometió su último asesinato, pero el odio sigue a flor de piel en el País Vasco y también el miedo, según Abascal. “Si no hubiera miedo habría venido mucha más gente”, aseguró. Mientras hablaba, una manifestación contra Vox, convocada a través de las redes sociales, desfilaba ante la fachada del Kursaal. Cuando concluyó la marcha, unos 300 manifestantes regresaron y se plantaron en la puerta.
El mitin había terminado y Abascal pidió a sus seguidores que esperasen hasta que la Ertzaintza recogiese “la basura” que había en la calle. Nadie podía salir. La policía vasca contenía a los radicales para impedir que entrasen en el Kursaal, pero no los disolvía. Los gritos de “¡Fascistas fuera!” y “¡Españoles hijos de puta!”, resonaban en el hall.
Pasó un cuarto de hora y, a empujones, los ertzainas consiguieron separar de la entrada al grueso de los manifestantes. Se abrió un pasillo por el que fueron saliendo los asistentes al mitin, pero varios radicales se zafaron del cordón policial y los acosaron entre gritos, insultos y zarandeos. Hubo algún conato de pelea y más de una bandera voló por los aires. Los autodenominados antifascistas aún se quedaron un rato esperando a que saliera Abascal, pero el líder de Vox se había marchado, por una puerta trasera o confundido entre el público, sin que nadie lo advirtiese.
“Se han dado cuenta de que ya no les hace falta matar para destruir España, incluso puede ser inconveniente”, había dicho. Convertido en el líder de un partido nacional, Abascal regresaba al País Vasco donde fue durante diez años concejal, juntero y diputado autonómico. Tuvo duras palabras para su antiguo partido, el PP, a cuyo vicesecretario de Organización, Javier Maroto, acusó de “ponerse de rodillas” ante Bildu; para el PNV, del que dijo que lleva dentro “el virus de la traición”; y para el PSOE, al que consideró “el problema de España”.
Por la tarde, Abascal acusó al Gobiero vasco de haber tolerado que sus seguidores fueran "acosados durante horas", al no ordenar a la policía que disolviera a los radicales, e insistió en que el PNV "ha vuelto a ser cómplica de los de siempre". Las escenas de San Sebastián se repitieron en Bilbao. Desde una hora antes de que comenzara el mitin se concentraron varios cientos de jóvenes convocados por Ernai, la organización juvenil de la izquierda abertzale, ante el palacio Euskalduna, protegido por un cordón de la Ertzaintza.
Esta vez la policía autónoma sí cargó con balas de goma, mientras que los manifestantes lanzaron papeleras, piedras, botellas y alguna bengala. Cinco personas fueron detenidas y los enfrentamientos obligaron a interrumpir el servicio de tranvía. Mientras, en el interior, Abascal era aclamado por unas 600 personas que agitaban banderas de España.
El CIS no le da a Vox ningún escaño en el País Vasco. Puede que la “marea patriótica” que ha levantado en buena parte de España se estrelle en las comunidades que ya tienen su propio nacionalismo (Euskadi, Galicia y Cataluña) o puede que, junto al “voto valiente” que Abascal reclama para su partido, haya también un voto asustado que afrore el día 28 en la intimidad de la cabina de voto.
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