“¿De qué coño sabe Vox?”, dice Feijóo
Aznar guardaba a Abascal sedado para que Aguirre lo colocase con paga en fundaciones inútiles
Una de las consecuencias más impactantes de la aparición de Vox es que muchos de sus votantes creen que Feijóo es un nacionalista gallego y Rajoy un socialdemócrata, y esto, que podría pasar por una simpática boutade, es algo que muchos creen sinceramente, y todo lo que se cree sinceramente, como los chemtrails, termina en tragicomedia.
El sábado, sin ir más lejos (siempre que escribo "sin ir más lejos" recuerdo el sermón de aquel cura: "Dios, sin ir más lejos"), el jurado de los Premios José Couso hizo ganador a Defende a Galega, colectivo de trabajadores de los medios públicos que llevan meses denunciando la injerencia de la Xunta en sus informativos; la reacción de la dirección de RTVG al premio fue, tras informar todos los años de los premiados, no dar la pieza, al menos antes de todos los telexornais de las nueve de la noche. La diferencia entre el PP de Feijóo y el PP de Casado es que el primero dirá que no sabe nada y el segundo sacará pecho; la diferencia de los dos con el PP de Abascal es que la tele ya habría sido suprimida.
Son Feijóo y Abascal los que ganan votos con sus reacciones, no Casado. Feijóo porque era lo que el PP pedía en un escenario con Ciudadanos (Cs) y Vox, la higiénica del centroderecha: le roba a Cs y le roba sobre todo al PSOE, viaje de vuelta de un votante que había huido espantado de Sánchez para encontrarse de bruces con un partido que ha hecho de sus listas un programa de rehabilitación de skinheads al igual que esos cementerios donde los elefantes van a morir, pero en Vox para dejarse el pelo un poco largo los skins.
Esa libertad suya, tan pichi, la utiliza Feijóo para cargar a gusto contra Vox: él no los necesita para nada. El presidente del PP gallego y Rajoy se reunieron en Pontevedra la noche del viernes para declararse más amor del que se declararon cuando Rajoy estaba en activo, quizá porque han descubierto, qué remedio, que les unía no la tradicional sospecha entre un líder y el aspirante al puesto, sino la convicción de que el PP ganaba cuando se vendía como el sentido común que le faltaba al PSOE, no el sentido común que le falta a la extrema derecha.
Podría decirse, visto el panorama, que al PP estas elecciones le iba más un Feijóo que un Casado, del mismo modo que Aznar no necesitaba a nadie más a su derecha, y a quien tenía, Abascal, lo guardaba sedado para que Aguirre lo colocase con paga en fundaciones inútiles. "Mucho decir 'viva España', pero de qué sabéis, ¡de qué coño sabéis!", gritó Feijóo a Vox. Saben, vaya si saben. De momento se han ido a por la España que está fuera de radar, esa que no sale en los medios ni en las encuestas, que estadísticamente llaman voto oculto y que son señores enfadados con la vida porque entienden que la vida les debe algo, y chavales nacidos en el año 2000 cansados de "tanta tontería", entendiendo tontería por siglo XXI. Mientras, el PP de Edurne Uriarte, Daniel Lacalle y Cayetana Álvarez de Toledo estuvo el miércoles en el Círculo Ecuestre de Barcelona. Donde coinciden todos los analistas que se juega todo.
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