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Derogar la ley de violencia de género y otros planes de Vox contra las mujeres

El partido de ultraderecha irrumpe por primera vez en un Parlamento español con un programa que rechaza el aborto libre y gratuito o las listas paritarias

El presidente de Vox, Santiago Abascal (izquierda), y el candidato en Andalucía, Francisco Serrano, la noche del domingo en Sevilla. En vídeo, Vox se convierte en la primera fuerza en El Ejido.Foto: atlas | Vídeo: juan carlos toro | atlas

El programa electoral de Vox —las 100 medidas que presentaron en Vistalegre (Madrid), a las elecciones de Andalucía no han concurrido con uno específico— incluye negro sobre blanco la derogación de la ley de violencia de género "y de toda norma que discrimine a un sexo de otro”, el rechazo al aborto cubierto por la sanidad pública, las listas paritarias de los partidos y pide la supresión de "organismos feministas radicales subvencionados". La ideología de este partido, que ha pasado de cero a 12 escaños en el Parlamento andaluz, implica recortes de derechos y zancadas hacia atrás en lo conseguido en las últimas décadas por el movimiento feminista. "Son propuestas de una sociedad fascista que no reconoce a las mujeres como sujetos de derecho", valora Justa Montero, feminista de amplia trayectoria y una de las impulsoras de la huelga feminista del 8M, la convocatoria que sacó a millones de mujeres a la calle la pasada primavera. “Este no es el cambio que necesita Andalucía ni las mujeres ni los hombres ni nadie”, espeta Lucía Avilés, portavoz de Mujeres Juezas.

“Este rearme patriarcal arrasaría no solo con los derechos de las mujeres, también con el del colectivo LGTBIQ y, en general, los de todos”, explica Avilés. Vox propone eliminar la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y propugnar una “ley de violencia intrafamiliar" sin distinciones entre hombres y mujeres pese a las cifras de asesinatos machistas —desde que en 2003 se empezaron a recoger datos oficiales, 974 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, 46 en 2018—; acabar con el matrimonio igualitario, que colocó a España en 2005 como el país más avanzado del planeta al posibilitar, además, la adopción; y defiende la “persecución efectiva” de las denuncias falsas por violencia de género, cuando tanto la Fiscalía General del Estado como el Consejo General del Poder Judicial recuerdan que representan el 0,1 % del total.

Es una causa abierta en particular por su cabeza de lista en Andalucía, Francisco Serrano, que ha puesto en duda en más de una ocasión a las mujeres que denuncian y la ley de violencia de género en distintas comparecencias públicas. “Es el hombre más visible y combativo contra las leyes que han supuesto avances para las mujeres”, señala la vicepresidenta de Themis y presidenta de la comisión de Igualdad del PSOE, Altamira Gonzalo, que lo ha tenido enfrente como abogado en su defensa de víctimas de violencia de género. "Las mujeres nos lo jugamos todo con este partido. Con su llegada a un Parlamento empieza una trayectoria que no sabemos cómo va a acabar", añade Gonzalo.

Contra el avance del movimiento feminista

Silvia Clavería, politóloga experta en género, habla de cómo este "aperitivo" de la nueva política puede ser "un atajo de lo que podría haber". "No es solo lo que incluyen entre sus medidas sino lo que se dejan fuera, y esto nos da una idea de cómo responderían ante cada situación concreta. Y no es tanto que gane Vox como que otros que sí que pueden llegar al poder de forma más factible asuman parte de ese programa; ahí está el PP, por ejemplo, que ha visto descender su apoyo e irse hasta la extrema derecha".

“Esta visión coloca a las mujeres como seres de segunda categoría y da pábulo a aquellos que están viendo peligrar sus estructuras de poder. Quieren acabar con todas las conquistas adquiridas”, añade Avilés. La experta cree que esto puede determinar que todo lo que se ha conseguido en materia de perspectiva de género quede mermado: “Al final, nacer y ser mujer seguirá siendo un factor de riesgo en Andalucía y, además, podría llegar a consolidarse por esa vía la violencia institucional contra la que tanto luchamos. Todo el trabajo y el esfuerzo invertidos en propiciar la educación en perspectiva de género en la judicatura, amparado por tribunales europeos e internacionales, puede estar en peligro”.

El Consejo General del Poder Judicial apartó a Francisco Serrano de la carrera judicial tras ser condenado por prevaricación en 2011 por el Tribunal Supremo. Modificó el régimen de visitas de un menor sin dar audiencia a la madre. Serrano está a la espera del recurso que interpuso en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre su inhabilitación, que él considera ilegal. La defensa de la custodia compartida como regla general es otra de las medidas que defiende Vox, que propugna “proteger el derecho de los menores a relacionarse con ambos progenitores” sin considerar los casos en los que haya condena por maltrato.

Para Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, esto es la recuperación de una identidad basada en lo que la cultura ha marcado históricamente y una evolución del machismo para adaptarse a las nuevas circunstancias, impregnadas de una fuerte y creciente conciencia feminista. “Los valores tradicionales están muy vinculados, sobre todo emocionalmente, a lo que representa Vox, donde la referencia es el hombre blanco, heterosexual y con cierto estatus. El machismo es xenófobo y homófobo y está basado en el yo soy yo y tú no solo eres diferente sino inferior”. Aquí, para el experto en violencia de género, entra el juego del “anti”: “No es tanto la construcción de una idea como jugar con la oposición a lo que ellos consideran como el orden natural de las cosas”. De ahí, dice, luchar contra el matrimonio igualitario, la posición de la mujer en espacios de poder o fuera del ámbito del hogar y la maternidad. “Con esto habrá una desigualdad manifiesta, objetiva y legal, una discriminación estructural formal que nos haría volver a antes de 1975, con una imposición autoritaria de un modelo de convivencia basado en la identidad superior de determinados hombres, negando la aportación del feminismo y tomando como inaceptable el avance del último medio siglo: aborto, matrimonio igualitario, ley de igualdad, cuotas, etc.”.

Vox propone suprimir las cuotas en las listas electorales que han posibilitado la generalización de la presencia femenina en partidos y Parlamentos, después de que la ley de igualdad, de 2007, incluyera la obligación de un 40% mínimo de representación de cada género. “Cada partido las elaborará de acuerdo a las decisiones de sus militantes”, señala la formación de extrema derecha en su programa. Justa Montero considera que los postulados de este partido, ahora con representación parlamentaria, deben provocar "que se disparen todas las alarmas dentro del feminismo. Es una propuesta de una sociedad hostil para las mujeres que nos quita derechos fundamentales", sostiene Lorente.

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También promulga suprimir de la sanidad pública intervenciones como el cambio de sexo o el aborto, que considera “ajenas a la salud”. Frente al aborto libre, conquistado por las mujeres españolas durante las primeras 14 semanas de embarazo en la ley de 2010, el partido de Santiago Abascal propone una "defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. “Es fundamental que las mujeres con embarazo inesperado tengan información veraz, asistencia y alternativas”, añade la formación.

El único postulado de su programa en el que comparten filosofía con un amplio sector del movimiento feminista es en la prohibición de los vientres de alquiler, que supone que una mujer gesta un hijo cuya maternidad y paternidad cede a otras personas. Esta práctica, también conocida como gestación subrogada, tiene a su mejor aliado en Ciudadanos, uno de los posibles socios en el Gobierno andaluz de Vox.

Rosa Cobo, profesora de Sociología del Género de la Universidad de A Coruña, sintetiza así el avance de la extrema derecha: “Se alimentan de la incertidumbre y la inseguridad ante el futuro, de la corrupción y de la incapacidad de soportar que la izquierda apoye o promueva movimientos sociales que, en este caso, refuercen a las mujeres como sujetos”. Los neofascismos, así prefiere denominarlo la socióloga, tienen una característica “muy preocupante” desde la perspectiva de los derechos de las mujeres: “Poseen la firme creencia de que somos seres sociales y biológicos inferiores a los varones, consideradas fundamentalmente reproductoras y nuestro lugar natural es el de la familia patriarcal, sobre la idea de la autoridad masculina en lo público y en lo privado y se restablece el modelo de familia que fue tan fuerte durante el fascismo”. En todos sus modelos de sociedad, amplía, las mujeres ocupan lugares de subalternidad. “Para combatir eso no queda otra que lo que decía Pepe Mujica: ‘Si perdemos, tenemos que volver a empezar porque no hay otra”.

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