Un joven de 20 años factura tres millones de euros al año al fundar una “universidad” de IA sin terminar sus propios estudios
Anas Andaloussi se presenta como el “fundador” de UDIA, un centro que se vende como una universidad sin estar inscrita como tal y hasta ofrece un título oficial


Tiene apenas 20 años, vive en Madrid y el año pasado facturó 3 millones de euros. Anas Andaloussi tiene 188.000 seguidores en Instagram y tres proyectos enfocados en la Inteligencia Artificial. El más reciente lo fundó hace un año: la Universidad de Inteligencia Artificial (UDIA). Lo hizo sin haberse graduado él mismo en una universidad y con un sinsabor por el sistema educativo tradicional. El centro ya ha formado a más de 2.000 estudiantes y hasta ha firmado un convenio con el Parlamento Centroamericano para capacitar a 12 millones de jóvenes en esta tecnología. ¿El problema? El enorme proyecto, que ya se ha posicionado en redes sociales y en prensa, se promociona como “universidad” online sin estar inscrita como una. Incluso, ofrecen un título oficial que no lo es. Algunas universidades, las que sí pueden autodenominarse así, han estallado en contra del uso de esta palabra: “Están infringiendo la ley (...) Los propios estudiantes y sus familias podrían denunciar a esa institución por fraude”, considera Marta Olea Cárdenas, delegada del rector para Comunicacion y Relaciones Instituionales de la Universidad Politécnica de Madrid.
Andaloussi es canario, vive en Madrid y atiende la entrevista con EL PAÍS desde Miami. Se ha ido a pasar ahí unos días después de estar en Guatemala presentando el convenio de la UDIA con las autoridades centroamericanas. Tiene que regresar pronto para “firmar unos papeles”, pero, mientras tanto, ha ido a pasar unos días a Estados Unidos. “Yo quiero democratizar la Inteligencia Artificial y tengo la visión de que UDIA puede ser uno de los mayores centros educativos en esta tecnología”, dice sobre el convenio. Sus propios empleados de comunicación han enviado una nota de prensa y ha logrado colarse entre varias publicaciones en medios nacionales e internacionales.
Suscripción del Convenio Específico de Cooperación por el Presidente @PARLACEN HD Carlos Hernández y la Universidad Digital de Inteligencia Artificial (UDIA) representada por el Joven Anas Andaloussi y como Testigo de Honor, el Señor Daniel Valle; sobre Inteligencia Artificial pic.twitter.com/jotw9nspOt
— PARLACEN (@PARLACEN) February 25, 2025
Este joven, prodigio de la tecnología, como lo califican en algunos artículos, comenzó a crear sus proyectos a los 13 años gracias a su pasión por los videojuegos y a los 15 ya ganaba 3.000 euros al mes con dos plataformas: Escríbelo, una tecnología que crea artículos optimizados para SEO, y QuickTok.AI, una herramienta de creación de videos para redes sociales. Entró a la Universidad Complutense de Madrid a estudiar Administración de Empresas, lo que siempre había querido ―junto a ser presidente del Gobierno, según él mismo cuenta―. En ese momento ya facturaba 10.000 euros mensuales. Y pronto se dio cuenta de que no le gustaba el método tradicional. “La Universidad me falló a mí. La historia ha acabado bien, pero ¿y todas las horas, las noches, toda la dedicación, el dinero que me he gastado yo en estudiar? En material escolar, que vengo de una familia muy humilde, me han vendido un sueño”, cuenta. “Yo de verdad quería aprender”, remata.
La “universidad”
Con 19 años sus proyectos iban mejor que nunca y tomó la decisión de formar la universidad: “UDIA viene porque me lo pide la gente”. “Hay instituciones con decenas de miles de estudiantes o que son número uno en los rankings, pero, ¿cómo son los alumnos? Porque a lo mejor una escuela particular de barrio te puede enseñar más de la universidad de no sé qué que vale 14.000 pavos al año”, considera. Y agrega: “Tú puedes aprender a la fuerza, a las malas, o puedes aprender de forma agradable y el resultado puede ser el mismo, lo único que a lo mejor en uno te ha tomado cuatro años, dolores de cabeza y estrés, y a lo mejor en otro lugar diría: ‘Esa experiencia fue la mejor de mi vida, quiero llevar a mi hijo a estudiar ahí'. Ese es mi objetivo”. Ansaloussi cree que las universidades actuales son “muy casposas”, y que las dirigen “personas de 60 años que no conectan” con el alumnado. “Yo he vivido en una residencia de estudiantes, de hecho, sigo viviendo ahí, y me reúno con mis amigos jóvenes. Estoy directamente conectado con ellos”.
La UDIA no tiene sede física y el domicilio de la empresa está en Las Palmas, en un edificio residencial, según ha podido comprobar EL PAÍS. Tiene al menos 15 empleados directos y ofrece tres programas que cuestan entre 1.000 y 2.000 euros, y que tienen una duración de tres meses aproximadamente, según asegura el mismo “fundador”.
No está inscrita como una universidad, pese a que en todas sus páginas, entrevistas y notas de prensa se califican como una. Incluso, según la información colgada en el sitio web, uno de sus tres títulos promete una “certificación oficial avalada por Universidad Católica de Murcia (UCAM)”. Algo que la universidad ha desmetido por completo: “Se trata de una colaboración temporal y circunscrita a este título, que en ningún caso es oficial. Lo que se certifica es un reconocimiento como título propio. Le hemos comunicado a UDIA que haga la modificación inmediata”.
Ansaloussi, tras ser consultado por EL PAÍS por el uso de la palabra, empieza en un vaivén de contradicciones.
- UDIA viene mucho después porque me lo pide la gente (…) Realmente yo no necesito hacer formación para vivir. Y dije ‘bueno, pues vamos a hacerlo junto a una universidad’ y a partir de ahí, hablando con varias universidades, surgió con la UCAM porque eran quienes daban un buen acuerdo flexible.
- ¿Y cuál fue ese acuerdo?
- Básicamente, que nuestra formación estaba acreditada por ellos. Entonces la gente cuando termina nuestra formación está certificada por ellos.
- ¿Tienen rectorado?
- Nosotros no somos una universidad por ahora, pero estamos asociados a universidades, entonces es como un centro adscrito. Realmente UDIA significa “Unión Digital de Inteligencia Artificial”, pero a a mí me gustaría que en un futuro sea una universidad. Yo digo siempre UDIA y que la gente piense lo que quiera, pero estoy seguro que lo vamos a terminar siendo. Es un tema burocrático montar una universidad, son bastantes años de papeleo”.
Ante las pregunbtas insistentes, alega que UDIA no es una universidad, pese a que él mismo se presenta como el fundador. Minutos después, vuelven las contradicciones.
- ¿Ofrecen titulaciones propias o alguna va a llevar el nombre de la UCAM, oficial?
- Ofrecemos dos, un titulo propio y luego otra aparte que es una certificación que es únicamente de la universidad, avalada con 30 creditos univeristarios y tiene el título de curso superior universitario.
El ventiañero comenta que el programa formativo está diseñado por él mismo, y que pronto espera poder ampliar la formación hasta llegar a la presencialidad. “No tenemos tanto margen de maniobra como podría ser en una formación presencial, pero algún día llegará y si lo hago y me convierto en un centro educativo privado, veré cómo puedo cambiar algunos aspectos de ese sistema educativo dentro de lo que el Ministerio de Educación me lo permita y ya con los grandes resultados que tengan mis alumnos en un futuro demostrar a quien esté gobernando en ese momento, que el sistema educativo se pueden cambiar, mejorar y conseguir mejores resultados”, dice.

Posible fraude
La UDIA no puede utilizar el término universidad. El artículo 2 del Real Decreto 640/2021, de 27 de julio, es muy claro al respecto: “Podrán denominarse universidades únicamente aquellas instituciones que hayan sido creadas o reconocidas como tales al amparo de la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, y que cumplan con lo establecido en este real decreto”. Y añade que “podrán denominarse centros universitarios aquellos que hayan sido creados o reconocidos como tales al amparo de la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, y cuyas denominaciones podrán ser las de Escuelas, Facultades, Institutos Universitarios de Investigación y Escuelas de Doctorado, así como aquellos otros centros o estructuras necesarios para el desarrollo de las funciones que le son propias a la universidad. Dichos centros podrán ser propios o adscritos”.
Alfonso González, exviceconsejero de Universidades en Madrid, experto en el tema y al que algunos incluso llaman “el sabio de la universidad en España”, lo tiene claro: “Esto es un fraude, sin más”. Y agrega: “La respuesta tendría que venir en primer lugar de las propias universidades que deberían defender su razón de ser educativa, pero están tan focalizadas en sus intereses y problemas internos que no ven que han perdido la legitimidad social, y después, a “los clientes””. Hacer que otros llamen a la plataforma UDIA “universidad”, como juega a que suceda con su producto el empresario promotor, es una hipérbole, más que neoliberal, de puro marketing, no creo que nadie sin intereses entre a este juego. Desconozco qué hay detrás, pero por delante sólo hay un caso de apropiación publicitaria de los atributos de una institución todavía prestigiosa.
“Preocupante y chapuza”, así califica este caso Juan José Moreno Navarro, quien fue director General de Universidades el Ministerio de Educación y catedrático de informática de la Universidad Politécnica de Madrid. “Se anuncia como 30 créditos ECTS, que serían como 224 horas de clase y 525 horas de trabajo del estudiante. Pero en el folleto se dice que son 60 horas. La diferencia es abismal: 60 horas serían 2,5 créditos”, explica. Incluso, nota que hay algunos nombres de los profesores mal escritos y que, a nivel general, no cumple “en absoluto con un nivel universitario”. “El Ministerio debería actuar contra esto y, quizás, la comunidad autónoma de Murcia, por ser la matriz de la UCAM que intenta dar cobertura “legal” a esto. Por tanto, se viola el decreto mencionado y se hace publicidad engañosa”, dice.
Coincide con él Marta Olea Cárdenas, delegada del rector para Comunicacion y Relaciones Institucionales de la Universidad Politécnica de Madrid. “Primero, están infringiendo la ley. Para ser considerados una universidad en España tienes que cumplir con los requisitos establecidos por la ley, en este caso la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), y estar reconocido oficialmente por el Estado o por la Comunidad Autónoma correspondiente. No se puede utilizar el término universidad sin autorización, sería ilegal y puede ser sancionado”. Y continúa: “Segundo, es fraude y publicidad engañosa. Sería sancionable por la Ley general de Publicidad y la Ley de Competencia Desleal. Los propios estudiantes y sus familias podrían denunciar a esa institución por fraude”.
Anas Andaloussi, que utiliza la Inteligencia Artificial para “todo” en su día, dice sentirse muy orgulloso con sus logros. Y tiene claro que continuará por ese camino, a pesar de los obstáculos. “Una cosa muy importante es no sentirse especial (…)”, sentencia. “Me tiene que dar igual que hablen muy mal de mí o muy bien porque ambas desensibilizan”.
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