España se suma al ‘eurocaza’ del siglo XXI que planean París y Berlín
La ministra Robles pide a sus homólogas francesa y alemana firmar cuanto antes el acuerdo de adhesión
España ha decidido participar como socio de pleno derecho en el futuro caza europeo del siglo XXI, más conocido como Sistema de Armas de Nueva Generación (NGWS) que impulsan Francia y Alemania. Así lo ha pedido formalmente la ministra de Defensa, Margarita Robles, que ha remitido sendas cartas a sus homólogas francesa y germana, Florence Parly y Ursula von der Leyen, en las que les traslada el firme interés del Gobierno por formar parte del proyecto franco-alemán y les pide firmar cuanto antes el acuerdo para la plena adhesión de España.
El NGWS aspira a ser el avión de combate de quinta generación que sustituya, a partir de 2040, a los cazas europeos en servicio, como el Eurofighter y el Rafale.
A pesar de que la dispersión de esfuerzos ha perjudicado a los europeos frente a sus competidores estadounidenses, ya hay dos proyectos pugnando por ser el eurocaza del siglo XXI: el programa franco-alemán; y el británico Tempest, al que se han sumado Holanda e Italia.
El Gobierno español está convencido de que ambos programas acabarán fusionándose, dada la ingente inversión que requiere su desarrollo, pero de momento ha decidido sumarse al proyecto de París y Berlín. La razón es clara: si la industria aeronáutica y electrónica española quiere participar en la producción del futuro sistema de armas tiene que estar presente desde su fase inicial.
Las fuentes consultadas alegan que, aunque Airbus Defence & Space (de la que la Sociedad Española de Participaciones Industriales, SEPI, posee un 4,17%) participa en el proyecto, junto a la francesa Dassault Aviation, ello no garantiza carga de trabajo para los 12.000 empleados que tiene en España.
“Queremos ser socios y no clientes. Necesitamos acceso a los datos y proveer nuestras capacidades industriales”, advirtió el mes pasado en Berlín el general León Antonio Machés, de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM).
En diciembre de 2017, la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, ya pidió ingresar en el NGWS, pero franceses y alemanes le dieron con la puerta en las narices. El argumento fue que, escarmentados por la experiencia de programas como el Eurofighter o el A400M, no querían a nadie más interviniendo en el diseño inicial del avión. España tuvo que conformarse con el papel de mero observador.
La situación ha cambiado, según fuentes del Ministerio de Defensa español. Así lo deducen de las negociaciones técnicas que se han mantenido en las últimas semanas y de los contactos de la ministra Robles con sus homólogas. La irrupción como rival del Tempest británico y el hecho de que sea necesaria la participación de un tercer país de la UE para recibir fondos europeos han ayudado al cambio de postura, según los expertos.
Defensa espera que lo antes posible se oficialice la incorporación española, mediante la firma de una Carta de Intenciones (LOI, en sus siglas inglesas) o un Memorándum de Entendimiento (MOU) tripartitos. El coste de ser socio del programa se estima en unos 25 millones de euros para los próximos dos años, según fuentes de Defensa, una cantidad relativamente modesta, ya que aún está en una fase muy incipiente.
La petición de ingreso llega en un momento decisivo. Tras el acuerdo firmado con Alemania en junio pasado, la ministra francesa anunció el 20 de noviembre que a mediados de 2019 se lanzará el diseño de los prototipos del avión y el motor.
El NGWS está concebido como un avión de combate con piloto desarrollado para operar conjuntamente con un enjambre de drones que harán de plataformas de armamento y sensores avanzados. A su vez, el NGWS se integrará en una panoplia (el Sistema de Combate Aéreo Futuro o FCAS) de la que forman parte el dron de media altitud y largo alcance (MALE, en el que España participa con un 23%), satélites o misiles de crucero.
El Ejército del Aire debe sustituir, antes de 2025, los 20 cazas estadounidenses F-18 desplegados en la base de Gando (Canarias); y hacia 2030, los 65 restantes. Aunque la decisión formal no se tomará hasta 2019, Defensa ya ha descartado comprar los cazas F-35 estadounidenses y se da por sentado que serán sustituidos por la última versión del Eurofighter. “Parece que hay una confluencia de criterios muy importante a favor de que el sustituto del F-18 sea el Eurofighter. Esa decisión [...] garantizaría una buena transición entre el Eurofighter y el futuro caza europeo”, sostuvo el secretario de Estado de Defensa, Ángel Olivares, el 30 de octubre.
12.000 millones en programas de armamento
Auque el Gobierno no tiene los apoyos para sacar los Presupuestos Generales del Estado para 2019, el Ministerio de Defensa confía en aprobar tres nuevos programas de armamento antes de final de año. Se trata de la construcción de cinco fragatas F-110, por 4.326 millones de euros; las primeras 348 unidades del vehículo de combate sobre ruedas del Ejército de Tierra (VCR 8x8), por 1.500 millones; y la actualización de los Eurofighter, por otros 1.000 millones.
La actualización de los Eurofighter pretende evitar que los cazas españoles queden desfasados respecto a los aliados. No acometerla “mermaría el nivel de disponibilidad de la flota a corto plazo y dejaría el sistema de armas obsoleto a medio plazo”, según Olivares.
Los tres programas suman 6.500 millones de euros, que se añaden a los 5.369 ya aprobados: sobrecoste de los submarinos S-80 (1.772), satélites de comunicaciones (1.397), modernización de los helicópteros Chinook (819) y compra de 23 helicópteros NH-90 (1.381). En total, casi 12.000 millones en programas de armas recibirán luz verde con el Gobierno Pedro Sánchez, aunque todos ellos quedaron preparados por el Ejecutivo de Mariano Rajoy que fue demorando su aprobación.
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