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Tribuna
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Lo más importante, la reforma laboral

El Ejecutivo tendrá la suerte de que la principal inquietud de Bruselas está ahora mucho más en los números de Italia que en los nuestros

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante la firma en el Palacio de la Moncloa del acuerdo sobre el proyecto de ley de presupuestos para 2019.Vídeo: EFE / ATLAS
Joaquín Estefanía

Lo más relevante, lo menos coyuntural del acuerdo firmado entre el Gobierno y Podemos, es el compromiso de derogar, antes de que acabe el año en curso (menos de tres meses), los aspectos más lesivos de la reforma laboral del año 2012: los relacionados con la negociación colectiva, que fueron los que desequilibraron el poder en el seno de la empresa en contra de los intereses de los trabajadores y de sus representantes, los sindicatos, y los que multiplicaron exponencialmente la precarización del mercado de trabajo, que es una de las características centrales de la crisis económica que ha asolado este país en la última década.

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Esta rectificación es una de las representaciones más nítidas de los cambios de énfasis en la práctica política que llega de La Moncloa, y la transformación del centro de decisiones públicas tras la moción de censura que dio el Ejecutivo a Pedro Sánchez. Esta es la primera vez en la democracia en la que se negocia —por necesidad— un documento tan importante como los Presupuestos Generales del Estado entre los socialistas y un partido a su izquierda con una representación electoral (y social) tan importante como Podemos. Da la sensación de que este paso es el primero de un pacto de legislatura implícito y, más allá, de conseguir el tiempo preciso para acostumbrar a la ciudadanía a que Pablo Iglesias y algunos otros dirigentes de Podemos pueden entrar en el futuro inmediato en los circuitos de la gobernación del país.

La parte más débil del acuerdo está en la financiación de las muchas medidas que se han pactado. Aparecen ingresos de los que apenas se había hablado hasta ahora (por ejemplo, el incremento del impuesto sobre el patrimonio) y no se mencionan otros que hasta hace poco figuraban entre las principales promesas nacidas de la moción de censura (el impuesto a la banca, los impuestos verdes,…). Es difícil salir del aturdimiento que genera el permanente ruido generado de modo cotidiano sobre el sistema fiscal, más allá del principio de que pague más el que más gana y el que más posea, y de que se reduzca la evasión impositiva. Una reforma fiscal que ofrezca coherencia y seguridad jurídica a medio y largo plazo ha devenido en una de las prioridades para la vida pública.

La Bolsa española recibió la noticia del acuerdo entre Sánchez e Iglesias con pérdidas. La siguiente etapa será la respuesta de la Comisión Europea cuando España presente el borrador de Presupuestos, ya normalizado, a partir del próximo lunes. El foco de atención estará puesto allí en los dos grandes desequilibrios macroeconómicos de nuestro país: el déficit (España sigue teniendo el porcentaje de déficit más alto del Eurogrupo) y la deuda pública, que ronda el 100% del Producto Interior Bruto. No será la misma la reacción externa que la interna. El Ejecutivo tendrá la suerte de que la principal inquietud de Bruselas está ahora mucho más en los números de Italia que en los nuestros.

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