Bruselas toma las riendas de la negociación sobre Gibraltar para forzar el pacto
España y Reino Unido tratan de blindar los derechos de los ciudadanos frente al Brexit
El Brexit entra en su recta final y Bruselas quiere asegurarse de que al menos el capítulo de Gibraltar esté cerrado a tiempo. La Comisión Europea ha tomado las riendas de este contencioso, que hasta ahora han gestionado España y Reino Unido, para forzar un acuerdo sobre el Peñón. Los negociadores europeos urgieron la semana pasada a Londres a que concluya ya el protocolo sobre Gibraltar. Madrid y Londres aspiran a blindar los derechos de los ciudadanos (españoles que trabajan en la colonia británica y gibraltareños que se desplacen a España) aun en el caso de que fracase la discusión general del divorcio británico.
Todo el acuerdo de salida de Reino Unido de la UE pende de un hilo. La cuestión de Gibraltar —un detalle en el marco general del Brexit, pero medular para España— no es ajena al suspense general. A pocos días de la fecha oficial que se marcó el club comunitario para tener aprobado el pacto —mediados de octubre—, Bruselas acelera con el dosier del Peñón, que pretende garantizar una relación fluida entre España y la colonia británica una vez Reino Unido abandone la Unión Europea. El equipo del negociador comunitario, Michel Barnier, celebró una reunión el pasado miércoles en Bruselas con los representantes británicos. La peculiaridad de ese encuentro es que los representantes españoles se sentaron en el mismo lado de la mesa que la Comisión para participar en una discusión circunscrita a Gibraltar, según confirman a EL PAÍS varias fuentes implicadas en ese formato.
Durante la charla, la número dos de Barnier, Sabine Weyand, alertó a los negociadores británicos de que debían pactar ya con España y asumió todas las demandas del Gobierno. “Bruselas apoya plenamente a España en este proceso”, aseguran fuentes comunitarias, aunque en un principio la cuestión gibraltareña incomodaba al equipo de Barnier, que la veía como un escollo añadido a la dificultad general de pactar el Brexit. Una portavoz británica rehúsa valorar el contenido particular de esta cita pero añade que se están produciendo “conversaciones constructivas”.
España detecta, pese a todo, dificultades sobrevenidas. En una entrevista con la agencia Efe, el secretario de Estado para la UE, Marco Aguiriano, relató el pasado viernes que Londres solo envió los primeros papeles a Madrid hace apenas 10 días, tras seis rondas de negociación sobre Gibraltar. Y esos documentos contenían sorpresas para España. “Habían quitado cosas que nos habían dicho antes y añadido otras que jamás habían mencionado”, aseguró Aguiriano.
Las demandas españolas no han cambiado, aunque el nivel de ambición va evolucionando para no frustrar las posibilidades de éxito. En esa lógica, son pocas las esperanzas de lograr en esta mesa un uso compartido del aeropuerto gibraltareño. El Gobierno de Pedro Sánchez desea reducir la brecha existente entre Gibraltar (el tercer territorio con la mayor renta per cápita del mundo si se midiera en solitario) y el Campo de Gibraltar, con grandes índices de paro y pobreza. La posibilidad de mejoras se centra en cuatro ámbitos: el contrabando de tabaco (el bajo precio de Gibraltar hace muy atractiva la exportación a España), la agresiva fiscalidad gibraltareña, que actúa como imán para empresas que operan en España, los contenciosos medioambientales y los derechos de los ciudadanos.
Este es el ámbito más sensible y con más visos de prosperar. Tanto Londres como Madrid quieren blindar los derechos de los trabajadores españoles que cruzan la verja cada día (entre 10.000 y 12.000 según el Gobierno español; menos de 9.000 según los registros de Gibraltar) y de los gibraltareños con intereses en España. Para facilitar la concreción de estos aspectos, los negociadores plantean pactar un protocolo sobre Gibraltar anejo al acuerdo general del Brexit y un memorándum de entendimiento entre España y Reino Unido relativo a cuestiones bilaterales. Ahí se especificaría, por ejemplo, la figura del oficial de enlace para ciudadanos, que velaría por garantizar sus derechos y una documentación para los transfronterizos que les permitiera cruzar sin problemas la valla. Porque el día del Brexit (en principio, el 30 de marzo de 2019), esa linde con la colonia británica se convertirá en frontera exterior de la UE.
Conscientes de que estas horas son decisivas, la última semana se han producido numerosos encuentros con Gibraltar en la agenda (aunque no exclusivamente). Hace una semana, Barnier conversó con la ministra de Economía, Nadia Calviño, sobre “los graves desafíos económicos creados por el Brexit”, según manifestó el excomisario francés. El martes, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se entrevistó con su homólogo británico, Sajid Javid, con quien discutió cuestiones de seguridad derivadas del desafío del Brexit. Ese día también se produjo un encuentro del titular de Exteriores, Josep Borrell, con el británico, Jeremy Hunt, en Nueva York. Y el jueves, un día después de la reunión a tres bandas en Bruselas, Barnier recibió a la ministra de Industria, Reyes Maroto.
Gibraltar muestra incomodidad ante un formato (España-Reino Unido e incluso Bruselas-España-Reino Unido) que lo excluye de la negociación. Un portavoz del Gobierno del Peñón argumenta que todas las cuestiones que se están tratando son de su competencia. Londres siempre defiende que en las conversaciones también está implicado el Ejecutivo de Fabian Picardo. Para apaciguar ese malestar e informar de los contactos, el ministro británico para el Brexit, Dominic Raab, recibió el pasado miércoles a Picardo.
Pese a los avances, el principal obstáculo de la negociación sobre Gibraltar es ajeno a esa discusión particular. Lo que está en riesgo estos días es el acuerdo completo de ruptura entre Reino Unido y sus todavía socios comunitarios. Tanto los negociadores españoles como los europeos saben que este formato puede descarrilar. La incertidumbre se mantendrá como mínimo hasta el próximo miércoles, cuando la primera ministra británica, Theresa May, intervenga en la conferencia anual que su partido inició este domingo en Birmingham. Hasta entonces, cualquier compromiso está escrito en el aire.
Casado ofrece ayuda a Barnier
El líder de la oposición en España, Pablo Casado, ha ofrecido ayuda a Bruselas en el espinoso dosier gibraltareño. El Partido de Michel Barnier, Los Republicanos, está adscrito a la misma familia europea que el Partido Popular español y Casado aprovechó esa cercanía para preguntar si su partido podía facilitar alguna gestión, según explican fuentes conocedoras de ese contacto. Barnier le respondió que la estrategia del Gobierno socialista en el asunto de Gibraltar es muy similar a la que adoptó el Ministerio de Exteriores cuando estaba dirigido por Alfonso Dastis. Pese a todo, el PP reprocha ahora a Borrell que desaproveche la negociación del Brexit para reclamar la cosoberanía de Gibraltar, un asunto que sí defendió como ministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, pero no su sucesor.
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