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El SOS de un pueblo: urgen vecinos que adopten patos, prohibido ponerlos en la paella

La reproducción incontrolada de una pareja de ánades en un parque de Canals (Valencia) genera un problema de salud pública

Los patos se han reproducido de forma incontrolada en un parque de Canals.Vídeo: MÒNICA TORRES
Ignacio Zafra

Canals, un pueblo de 14.000 habitantes del interior de Valencia, tiene un problema con los patos. Lo que empezó con un par de ejemplares en el estanque del nuevo parque del municipio ha degenerado en una cuestión de salud pública. Los vecinos se encariñaron con las aves y les dieron tanta comida que ahora son más de medio centenar, el exceso de alimentos ha desencadenado una plaga de roedores y el agua, que no se renueva, está verde. El Ayuntamiento ha hecho un llamamiento para que la gente se lleve a los animales con el compromiso solemne de que no acabarán en la paella del domingo.

"Cuando los patos empezaron a reproducirse mucho y a cruzar la carretera, el anterior equipo municipal ya se planteó qué hacer con ellos. Pero para entonces eran una atracción para el pueblo y solo pusieron estas vallas, que tampoco es que sirva de mucho", dice Andreu Lluch, concejal de Medio Ambiente de Canals.

Las quejas se dispararon con la llegada de las ratas. Lluch, que accedió hace poco al cargo en sustitución de un compañero del PSPV-PSOE, identificó enseguida que el problema procedía del exceso de cariño. "Recuerdo que el primer día que vine estaba esperando a un trabajador del Ayuntamiento cuando llegó un hombre con un saco de judías y lo vació dentro. Ahora en verano les tiran cortezas de melón, y también les echan naranjas, cebollas, hasta alguna bolsa de basura. Entiendo que es goloso venir a darles un poco de pan. Pero eso es una cosa y otra, esta barbaridad".

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Los empleados de la empresa de control de plagas contratada por el Ayuntamiento mostraron al concejal sus trampas: unas cajas de cartón con forma de piedra que esconden en su interior parafina. Días después de instalarlas, el veneno que se supone que debían comerse las ratas estaba intacto porque los roedores prefieren, lógicamente, los alimentos frescos.

El edil se reunió con las dos entidades ecologistas de Canals y con una asociación de defensa de los animales. "Quedamos para hablar de las ratas y acabamos hablando de los patos. Me aconsejaron hacer una limpieza a fondo del estanque, que no está conectado a ningún río, y cambiar los actuales patos de corral por otros collverd (ánades reales), sujetos a un control de población".

Su primera idea fue llevar los animales a granja escuelas, pero fue inviable porque eran demasiados. El Ayuntamiento decidió entonces pedir apoyo popular antes de que el aumento del calor agrave de nuevo las plagas. La adopción debe incluir un mínimo de cuatro ejemplares, los vecinos deben disponer de un espacio adecuado, como un corral, y comprometerse a no comérselos, algo que el Ayuntamiento tiene previsto vigilar.

El estanque genera opiniones enfrentadas entre los habitantes de Canals. "Míralos cómo están. Están gordos, lustrosos", exclama con emoción Antonio García, catedrático de Filosofía de instituto, jubilado, de 72 años. "Yo creo que ha sido un acierto. Está bien que haya algo de vida salvaje y poder ver cómo crían. La gente se ha encariñado. Yo también les traigo pan".

Andreu Lluch, concejal de Medio Ambiente de Canals, en el estanque.
Andreu Lluch, concejal de Medio Ambiente de Canals, en el estanque.MÒNICA TORRES

Azucena González, de 50 años, considera, en cambio, la charca "una vergüenza por la falta de higiene". "Los pobres patos tienen unas condiciones malísimas, y en verano el agua se llenará de mosquitos tigres y de esos bichos que hay ahora". González afirma, además, que por las noches hay quien entra en el estanque a llevárselos. Ella cree que para comérselos. "No los he visto, pero los he escuchado. Mi habitación da al parque y por la noche oigo cómo los persiguen mientras los animales graznan y revolotean. Yo no me atrevería a comérmelos con las condiciones que tienen".

El plan del concejal Lluch ha recibido la inesperada ayuda de Bolbaite, un pueblo situado a 20 kilómetros que tiene el problema contrario: contaba con una numerosa colonia de patos en el río que cruza el municipio que se ha ido reduciendo misteriosamente en los últimos años. "No sabemos si es por el cambio climático, pero las patas no incuban los huevos. Los ponen y los dejan. Este año solo han nacido cinco y, de tener más de 40, hemos pasado a quedarnos con 10", afirma la alcaldesa, la socialista Carolina Mas. Bolbaite ha acordado llevarse a todos los patos que los vecinos de Canals no adopten. "Ahora la dificultad es cazarlos, luego esperamos que se adapten bien".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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