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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

PNV: Entre el pragmatismo y el imaginario nacionalista

El 20 de abril no habrá Gobierno en Cataluña y el PNV tendrá que decidir entre presentar una enmienda a la totalidad a los Presupuestos, o evitarla

Luis R. Aizpeolea
El lehendakari, Iñigo Urkullu.
El lehendakari, Iñigo Urkullu. L. RICO

Cuando el 21 de diciembre se celebraron las elecciones catalanas, el PNV contaba con que el 20 de abril, fecha límite para presentar enmiendas a la totalidad de los Presupuestos del Estado, habría un Gobierno de la Generalitat y el Ejecutivo central cesaría en su intervención de la autonomía catalana. Así, el PNV compatibilizaría su apoyo a los Presupuestos, muy rentables para Euskadi, con su compromiso con el PDeCAT.

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Pero en estos cuatro meses la situación se ha complicado de tal modo que se encuentra ante una encrucijada. El 20 de abril no habrá Gobierno en Cataluña y el PNV tendrá que decidir entre presentar una enmienda a la totalidad a los Presupuestos, o evitarla y esperar a fines de mayo, última votación sobre los Presupuestos, con la perspectiva de que entonces lo haya. O, incluso presentar la enmienda a la totalidad y retirarla antes de votarla el 26 de abril. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha abierto estas últimas hipótesis esta semana.

Al PNV le interesa, en clave económica, negociar el apoyo a los Presupuestos del PP porque aseguraría una inversión en infraestructuras para Euskadi de más 500 millones de euros. Pero también le interesa en clave política. En 2017 primó los intereses económicos de Euskadi sobre los reproches de buena parte del electorado vasco por apoyar a un partido manchado por la corrupción. En 2018, y pese al caso Cifuentes, al PNV le interesa consolidar al PP, con el apoyo a sus Presupuestos, para evitar un adelanto electoral que beneficiaría a Ciudadanos, convertido en su enemigo declarado al anunciar la supresión del Concierto. Además, se aseguraría el apoyo del PP vasco a sus presupuestos pues el Gobierno PNV-PSE no tiene mayoría en el Parlamento vasco.

La contraindicación de este plan para el PNV es que incumpliría su palabra de no apoyar a un Gobierno que tiene intervenida la autonomía catalana. Pero el problema no lo tiene tanto con el independentismo catalán que toma sus decisiones sin contar con él y, además, ha hecho caso omiso a sus reiteradas peticiones de que forme Gobierno. El problema lo tiene con una parte de sus bases en las que pesa mucho la imagen negativa de un autogobierno intervenido por el Estado.

También le incomoda retratarse, además de con el PP, con Ciudadanos, su principal enemigo político, para rechazar las enmiendas a la totalidad que presentará la izquierda. Por eso no es descartable que presente una enmienda a la totalidad el 20 y la retire en la votación del 26. Pero, también, que tire el tablero, aunque tratará de agotar los plazos. Su decisión dependerá de la argumentación disponible ante su electorado.

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La prolongación de la crisis catalana ha desbaratado los planes estratégicos del PNV de ampliar el autogobierno con la renovación del Estatuto vasco al polarizarse la política española con la radicalización del independentismo catalán y el despertar del nacionalismo español con el auge de Ciudadanos y el debilitamiento de Rajoy. La propia Europa, en la que se mira el PNV, se ha cerrado aún más a las reivindicaciones nacionalistas, incluidas las pactistas, tras la crisis catalana, pese al ocasional zarandeo dado al Gobierno del PP por abusar de la judicialización del conflicto catalán.

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