España retoma su agenda internacional tras el parón de la crisis catalana
El presidente Rajoy y el ministro de Exteriores Dastis multiplican sus viajes con el foco puesto para este año en Asia y Latinoamérica
Desde el pasado verano, Mariano Rajoy ha efectuado dos visitas internacionales de trabajo, a Washington y Londres, y el resto de su agenda externa se ha ocupado con cumbres europeas, casi obligadas. Tanto en La Moncloa como en Exteriores reconocen que la causa de parón ha sido la crisis institucional provocada por el desafío independentista en Cataluña. Un bloqueo que ha forzado al PP en el Gobierno a dedicar sus esfuerzos en combatir en toda España la consecuencia posterior del auge electoral de Ciudadanos. El reto ahora es retomar la presencia internacional, con el foco puesto en la prioridad asiática y un año de elecciones en Latinoamérica y con Cumbre Iberoamericana.
La crisis económica, entre 2008 y 2013, obligó a los gobiernos españoles a salir de gira para evitar el rescate y explicar en “road shows” especializados que no estábamos tan mal, luego llegó el intenso periodo electoral con siete campañas entre 2015 y 2016 y un ejercicio entero con el Gobierno en funciones, y desde 2017 parece que no existe otro asunto en la agenda que el conflicto catalán. España tampoco ha sido nunca una gran potencia en política internacional pero en los últimos tiempos el ejecutivo de Rajoy ha sido acusado de mantener una actuación reactiva más que activa o prospectiva en el panorama mundial. La falta de cargos españoles en puestos clave de las instituciones multilaterales es una consecuencia de esa pobre influencia.
En el propio equipo de Rajoy se admiten dos fallos muy concretos para justificar esa carencia. Por un lado, que con el nivel tan enconado de las polémicas nacionales y de la crisis desatada en Cataluña era muy difícil sacar adelante otro tipo de asuntos y también que con la pertenencia a la Unión Europea cuesta romper esa dinámica de reuniones periódicas y compromisos permanentes y comprender que el resto del mundo también existe. La importancia del proceso separatista en Cataluña ha centrado durante meses las gestiones de La Moncloa y Exteriores para conseguir que ninguna institución, organismo o socio internacional se descarriara con alguna declaración tibia que pudiera ser malinterpretada. Al final se han producido 116 apoyos explícitos a la posición del Gobierno y ni un solo reconocimiento a la intentona de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).
La consecuencia directa de esa fijación ha sido una reducción notable de presencia internacional que ahora se pretende recuperar, tanto de manera bilateral como multilateral. Las metas del nuevo curso son oficialmente Asia, África y Latinoamérica, donde habrá elecciones internas en ocho países y la convocatoria de una Cumbre Iberoamericana el 15 y 16 de noviembre en Antigua (Guatemala).
La mención a la trascendencia de fijarse más en África es tan recurrente como posteriormente olvidada. Rajoy acudirá en unas semanas a Angola (la segunda economía en crecimiento del continente), los viajes del ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, y de otros compañeros son frecuentes, especialmente a las naciones del Magreb por intereses mutuos. Esa es la razón por la que se ha cerrado al final en apenas tres semanas la Reunión de Alto Nivel bilateral pendiente desde 2008 con Túnez y a la que acudirá Rajoy el 26 de febrero. Se está buscando fecha para otra similar y próxima con Argelia y está parada otra con Marruecos a la espera de cuadrar las agendas de ambos monarcas para una visita de Estado de los reyes de España. Economía, por su parte, se ha fijado el objetivo de abrir otra oficina comercial en Adis Abeba (Etiopía) a cambio de reducir presencia en Polonia. En África ya hay 14 oficinas comerciales frente a las 18 de Latinoamérica o las 16 de Asia.
La necesidad de prestar mucha más atención a Asia la resume de manera elocuente un alto cargo del entorno de Rajoy: “Hay que convencer al presidente de que se tome China como si fuera Estados Unidos”. Rajoy ya ha ido tres veces a China como presidente y no se descartan nuevos viajes en esa dirección, aunque aún no están programados. Dastis, por su parte, inicia este martes una visita de “diálogo político” a Irán en pleno conflicto de ese país con varios vecinos y sobre todo con Estados Unidos en desacuerdo con el firmado acuerdo nuclear. El ministro está ultimando un gira posterior por varios países de Oriente Medio y otra en abril por India y China.
La querencia demostrada hasta ahora por Rajoy hacia visitar Latinoamérica es escasa. Durante 2017 hizo una sola gira, que le llevó a Brasil y Uruguay, en 2016 ninguna, en 2015 un solo desplazamiento a una cumbre en Guatemala, y otro solo a Panamá en 2014. Ese agujero se quiere corregir este curso. En La Moncloa ya trabajan para un viaje específico a Argentina entre el 9 y el 11 de abril para desarrollar jornadas de trabajo bilaterales que seguramente no serán posibles dentro de la macrocumbre del G-20 que organizará ese país entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre y a la que también irá Rajoy.
Tanto en Exteriores como en La Moncloa evitan tachar como escaso el nivel de los viajes oficiales e incluso de Estado (los reyes tienen su agenda internacional también muy parada) protagonizados por España en los últimos años. Y se agarran a todo tipo de eventos, visitas de mandatarios a España y cumbres europeas para maquillar el balance final hasta el punto de presumir de que en 2017, con la crisis en Cataluña en pleno apogeo, se registraron hasta cuatro actividades internacionales por mes: “Que un dirigente indio venga a Madrid vale lo mismo que nosotros vayamos allí”.
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