Superproducciones meteorológicas
La meteorología es un actor principal en nuestras vidas y eso hace que la elaboración de predicciones se parezca a una gran superproducción de Hollywood
Hollywood adora las películas de catástrofes naturales. Hay superproducciones sobre tornados, grandes tormentas perfectas, olas gigantes y sobre otros fenómenos meteorológicos devastadores. Realmente estas situaciones extremas son la excusa ideal para mostrar lo mejor y lo peor del comportamiento humano cuando se encuentra al límite. Pese a su base científica, algunas de estas películas solo otorgan a la meteorología un papel secundario.
El proceso de generación de una predicción se parece a una gran superproducción de cine que se rueda varias veces al día
En la vida real, estamos acostumbrados a ver cómo todos los días alguien dice que hoy va a hacer bueno o malo. Todos hablamos del tiempo y todos le echamos un ojo a las predicciones. Siempre hay alguno que dice que en su pueblo había un pastor, un agricultor o un pescador que ejercía de meteorólogo. La gente del campo y del mar siempre han sido los mejores observadores de los cambios en la atmósfera y en el mar debido a que la meteorología es un actor principal en nuestras vidas.
Por tanto, la elaboración de una predicción se asemeja a una gran superproducción de cine que se rueda varias veces al día.
Como toda buena película, un buen comienzo ayuda a construir un buen argumento. En el caso de la película del tiempo observar la atmósfera nos da este punto de partida. Los meteorólogos disponemos de datos en observatorios, sondeos con globos —que permiten conocer el estado de la atmósfera en vertical—, datos procedentes de aviones, barcos, boyas meteorológicas, y todo tipo de sensores que se puedan imaginar para la recopilación de información fidedigna. Además, desde los años 70 del siglo pasado, disponemos de satélites meteorológicos como el famoso Meteosat. Estos aparatos permiten tomar imágenes como cualquier cámara de fotos, pero también son capaces de usar otras funciones: como las "bandas infrarrojas" que ayudan a obtener datos del calor de las nubes.
El gran avance en el conocimiento de la atmósfera y los procesos físicos gracias a los satélites hizo que las películas meteorológicas ganaran calidad, como el cambio que supuso el paso del blanco y negro al color en el mundo de la fotografía.
La cantidad ingente de datos nos ha permitido tener un comienzo, un punto de partida, como si de la escena inicial de una gran película se tratase, y para llevarla a cabo necesitamos un buen guion que haga evolucionar la trama. Los argumentos de estas películas son los modelos por ordenador. Ellos y los grandes supercomputadores, valorados en millones de euros, son los encargados de generar todas las escenas de lo que sucederá en los próximos días. El guion es capaz de evolucionar de forma distinta dependiendo de la escena inicial —no es lo mismo una película de amor que una de guerra—, al igual que no es lo mismo comenzar una predicción con sol que con una borrasca.
Una vez rodada la película se hace el montaje final. Los predictores meterológicos son las personas que montan las mejores escenas para una narración lógica. Ellos se ocupan de visionar la película en bruto producida por el ordenador y hacer el montaje del director. Varias veces al día se lleva a cabo esta superproducción global meteorológica con la mejor información disponible para evitar que todo acabe en una película de catástrofes. Por cierto, yo soy uno de los guionistas.
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