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Los científicos critican el “intrusismo” del nuevo currículo de Religión

Educación evaluará que los alumnos “comprendan el origen divino del cosmos”

Pilar Álvarez
Clase de Educación para la Ciudadanía en un colegio de Jaén, en 2007.
Clase de Educación para la Ciudadanía en un colegio de Jaén, en 2007.José Manuel Pedrosa (EL PAÍS)

Entre las cuestiones por las que se evaluará a un alumno de bachillerato está la siguiente: “Reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos y distingue que no proviene del caos y el azar”. El planteamiento se incluye en el último currículo de Religión católica, recientemente aprobado. El revuelo por el temario publicado en el BOE, que incluye afirmaciones como “la incapacidad de la persona para alcanzar por sí misma la felicidad”, ha llegado al Congreso de los Diputados, donde partidos de la oposición reclaman al Gobierno explicaciones por el contenido.

Los otros credos y el aborto desaparecen del temario

  • El currículo de Religión de la LOE, de 2007, siendo ministra Mercedes Cabrera, va de infantil a secundaria. De tres a seis años prevé celebrar las tradiciones "para acceder a la oración, los cantos de alabanza y el sentido de las fiestas religiosas".
  • En primaria, hace referencia al "sentido salvífico y compromiso con el hombre en el judaísmo, cristianismo e islam". En secundaria incluye "moral de la vida humana y problemática actual: manipulación genética, aborto, eutanasia, legítima defensa, pena de muerte, drogas y alcoholismo".
  • El currículo de Religión en la Lomce se publicó el 24 de febrero e incluye las etapas de primaria a bachillerato. En primaria, se pide al alumno: "Memoriza y reproduce fórmulas sencillas de petición y agradecimiento".
  • En secundaria, señala que la asignatura contribuye a "defender la racionalidad de las propias creencias religiosas y el respeto por las ajenas". Y pide al alumno "aprender y memorizar los principales rasgos comunes de las religiones". En bachillerato, "conoce y explica los diferentes problemas bioéticos relacionados con el origen, el desarrollo y el final de la vida".

EL PAÍS ha pedido a científicos, filósofos, docentes y expertos en Religión que analicen el contenido del currículo y valoren cuestiones como la que hace referencia al origen divino del cosmos o la inclusión en el temario de los casos de Galileo Galilei o Miguel Servet, sobre los que se pide a los estudiantes que justifiquen “las causas y consecuencias de dichos conflictos”.

“La Iglesia es una parte interesada y no es el mejor juez para explicar la vida de Servet en el aula porque no se puede asegurar un tratamiento independiente en una asignatura confesional”, considera José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Cree que hay “parcialidad” en los enfoques. “Nada justifica desde el punto de vista de la ciencia el hablar de que el cosmos tiene un origen divino, es una postura claramente creacionista que puede llevar a conflicto a los alumnos”.

“Me parece un error, bastante increíble a estas alturas, seguir recurriendo a los misterios inexplicados para reconocer el origen divino de los mismos. La afirmación del BOE no tiene base científica”, ahonda el físico teórico de la UAM, Alberto Casas. Respecto a la inclusión de Servet o Galilei considera que del texto “no se desprende una voluntad de aceptar los trágicos errores de la Iglesia, oponiéndose al conocimiento científico, sino más bien un afán por relativizarlos. ¿Qué diríamos si un texto de historia buscara las razones justificadas de los crímenes del nazismo?”. El también miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) rechaza la referencia a “científicos cristianos” en otro de los apartados porque “poner el acento en su confesión religiosa es desvirtuar el carácter universal de la ciencia”.

"Es creacionismo y puede llevar a conflicto al alumno", dice un catedrático

El nuevo texto adapta la asignatura a la última reforma educativa, la Lomce. Sustituye al currículo que se aprobó bajo la Ley Orgánica de Educación (LOE) en 2007. De uno a otro, se han perdido las referencias explícitas a otras religiones (“El proyecto de Dios sobre el hombre según el judaísmo, el cristianismo y el islam”, incluía el viejo currículo de tercero de Secundaria) o a cuestiones como el aborto o la eutanasia. La oración en las aulas está presente en ambos textos.

La Conferencia Episcopal elabora íntegramente el currículo desde los acuerdos de España con la Santa Sede firmados en 1979. En eso no ha habido variación de una ley orgánica a otra. Lo que sí hace la Lomce es recuperarla como asignatura cuya nota cuenta tanto para la media final como para optar a una beca. La última reforma educativa, impulsada por el ministerio que dirige José Ignacio Wert, eliminó Educación para la Ciudadanía. Los alumnos deben elegir ahora entre Religión y la optativa de Valores Sociales y Cívicos.

El ministerio revisó el currículo “para ver que se ajusta a los requerimientos técnicos de los elementos curriculares”, según un portavoz de Educación, y para asegurar que “no contemple contenidos contrarios a nuestro ordenamiento constitucional y legal”. La Conferencia Episcopal se ha quejado recientemente del “maltrato” que, en su opinión, recibe la asignatura, con distintos horarios en las diferentes comunidades autónomas.

“Más catequesis que docencia”

Jesús Losada lleva 30 años dando clases de Religión católica. El nuevo currículo “tiene un planteamiento excesivamente confesional” y supone un “retroceso” respecto al anterior, dice el también presidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa (FEPER). El temario “confunde docencia con catequesis, da un salto que no había en la LOE”. Losada defiende una asignatura “más consensuada y común con la sociedad, este currículo reactiva la guerra de religión en el aula”. Pero asegura que su tarea docente no cambiará mucho. “Evaluaré sobre los conocimientos, no voy a entrar en sus convicciones, porque la tarea del profesor es suscitar preguntas y sugerir respuestas”.

“La fe no es una cuestión mágica, fe y ciencia son compatibles”, defiende César Nombela, catedrático de Microbiología de la Complutense y expresidente del CSIC. “Como científico y creyente, no tengo miedo a conocer”, añade. “El estudiante de Religión católica puede ser instruido en los errores que se han cometido en el seno de la Iglesia”, señala el catedrático. “La ciencia ha explicado que el cosmos tuvo un origen hace casi 14.000 millones de años con el Big Bang, la fe no tiene nada que oponer a esa explicación científica, pero se pueden incluir las creencias para intentar entender qué hubo antes de todo”. El profesor de Religión, Jesús Losada, comparte que son elementos pertinentes en este currículo, pero critica que en la evaluación se solicite a los estudiantes que reconozcan “con asombro” ese origen divino: “No es respetuoso con el alumno, que puede admirar o no admirar, se pide algo que no es fácilmente evaluable”.

“El problema es la existencia misma de una asignatura confesional organizada por el obispado, con profesores elegidos por los obispos y pagados por el Estado”, sostiene el filósofo Fernando Savater, autor de Ética para Amador. Savater ni siquiera entra a valorar los contenidos y critica que Valores Sociales sea una alternativa a Religión en un país aconfesional. El filósofo traslada este asunto al debate político: “Un demócrata no debería votar a un partido que se empeñe en mantener el concordato con la Santa Sede”.

“La única solución posible es no hacer caso al acuerdo [con la Santa Sede]”, defiende Dionisio Llamazares, catedrático emérito de Derecho Eclesiástico del Estado en la Complutense y ex director general de Asuntos Religiosos entre 1991 y 1993, cuando presidía el Gobierno Felipe González. “Es una enseñanza confesional que intenta hacer proselitismo, no enseñar”. Lamenta que la última reforma educativa haya recuperado el carácter evaluable de la Religión. “Lo que ha hecho la Lomce ha sido ceder a las presiones de la Iglesia”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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