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La reforma fiscal deja insatisfechos a los dirigentes regionales del PP

Los líderes locales confiaban en que la norma tributaria sería su mejor baza electoral Rajoy trata de evitar una guerra interna en la precampaña

Francesco Manetto

Casi todo en el PP empieza a oler a campaña electoral. La inquietud es máxima y el partido se está moviendo para intentar invertir los pronósticos de debacle en las municipales de 2015. La gran apuesta para darle la vuelta es la reforma fiscal, a la que el PP intentará sacar el máximo provecho político sobre todo desde enero de 2015, cuando los ciudadanos empiecen a notarla en sus bolsillos.

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En el partido se ha extendido un cierto malestar por la manera en la que se ha presentado la reforma, que creen que se ha quedado a medias. Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, fue de los más explícitos: “Si como consecuencia de la rebaja fiscal existiera algún madrileño que no se sintiera beneficiado por la rebaja de Madrid me plantearía volver a bajar los impuestos”. También hay inquietud por la polémica generada por la decisión de gravar por primera vez las indemnizaciones que reciben los que son despedidos. A los ministros, dirigentes regionales y provinciales y a los alcaldes les habían explicado que la reforma beneficiaría a todo el mundo, que no habría perjudicados ni coste político. El asunto de los impuestos sobre indemnizaciones ha hecho tanto daño que Cristóbal Montoro ya empezó a recular el viernes y dijo que, aunque el 80% de ellas se quedarían fuera del impuesto, este es un asunto “sujeto a negociación”. Muy probablemente se replanteará, puesto que internamente parece muy arriesgado llegar a los próximos comicios con este panorama fiscal.

Desde la caída de las europeas, prácticamente todas las decisiones que se toman en el Gobierno y en el PP se hacen pensando en las elecciones. Una de las más importantes tomadas en las últimas semanas es la de dejar la reforma de la financiación para después de las elecciones autonómicas. Rajoy dijo que la reforma se haría en 2014, pero parece cada vez más improbable. Los barones que saldrían más perjudicados, en especial el extremeño José Antonio Monago, han dejado claro a Rajoy y a Montoro que reformar la financiación antes de las elecciones y abrir la batalla de los agravios implicaría perder esos comicios en muchas plazas clave. “En un momento en el que no tengamos una abundancia todavía de ingresos, creo que abrir el melón de la financiación autonómica es harto complicado, porque hay poco margen de maniobra para la negociación”, señaló Monago la semana pasada.

Contraprogramar a FAES

Mariano Rajoy y José María Aznar solo han coincidido en los últimos meses en actos institucionales como la proclamación de Felipe VI. Hoy, el exjefe del Ejecutivo inaugura en Guadarrama (Madrid), junto a María Dolores de Cospedal, el campus de la fundación FAES, cocina ideológica del PP y de la que él es presidente. Y, por segundo año consecutivo, Génova ha contraprogramado ese acto con la convocatoria de un comité ejecutivo nacional que obligará a Cospedal a abandonar Guadarrama tras su intervención —prevista para las 10.30—, ya que el cónclave convocado por Rajoy comienza a las 12.00.

No obstante, el líder del PP y Aznar clausurarán juntos esos cursos el domingo que viene. Lo harán después de que el expresidente del Gobierno tensara por enésima vez las relaciones entre las distintas almas de la formación durante la precampaña de las europeas. Aznar se quejó abiertamente de que nadie le había invitado a participar en la carrera electoral y, finalmente, la dirección nacional buscó una solución de mínimos y le pidió al expresidente que presentara a Miguel Arias Cañete en un almuerzo.

En el PP dan por hecho que los cursos de FAES volverán a marcar la filosofía de Aznar, muy crítico con el proyecto político de este Gobierno en materia tributaria y en la gestión del conflicto de Cataluña. Aunque Rajoy, como siempre, defenderá su hoja de ruta.

Montoro parece haber aceptado el mensaje y ya está dejando muy claro que la reforma de la financiación va para largo para evitar “más agravios y enfrentamientos entre autonomías”. El propio Rajoy dijo el viernes que primero habrá que concluir la reforma fiscal, un mensaje más que apunta al retraso. Hacerla en primavera de 2015, justo antes de las elecciones, sería un suicidio, según coinciden en privado barones y dirigentes locales. Pero no todos están contentos. El presidente valenciano, Alberto Fabra, ha presionado hasta en Bruselas por una financiación favorable a su comunidad. Además, Fabra duda de que se vaya a lograr un fondo de nivelación “porque la posición de las comunidades autónomas es diferente”.

El PP quiere volver de las vacaciones de agosto con toda la maquinaria electoral en marcha, y en el comité ejecutivo que se celebra hoy en la sede de la calle Génova todos los mensajes de los dirigentes serán propios de un clima preelectoral. Tras las reuniones y las conversaciones mantenidas por Carlos Floriano, número tres de la formación, con barones y cargos territoriales, la dirección nacional pretende cerrar el grueso del mapa de las candidaturas municipales antes de agosto y abordar en septiembre el futuro, mucho más delicado, de Ayuntamientos como Madrid y Valencia, donde las encuestas vaticinan la pérdida de la mayoría absoluta.

El PP perdió 2,6 millones de votos en las elecciones europeas, y después de encargar un estudio con la radiografía del comportamiento de los votantes, ha confirmado que casi la mitad de los apoyos se fue a la abstención. Se trata ahora de recuperar esos votos, la gran mayoría de centro, según el análisis interno, precisamente cuando el Gobierno está a punto de aprobar la reforma de la ley del aborto, una norma que contentará solo a la derecha del partido y que sigue recibiendo críticas de muchos dirigentes.

A la vuelta del verano se habrá producido la renovación en el PSOE y los populares, que no tienen previsto cambios profundos en la cúpula, también quieren buscar su propio impulso. A Rajoy no le gustan los cambios. Aun así, parece que habrá algún movimiento en septiembre, sobre todo la posibilidad de un nuevo portavoz. Rajoy tiene que resolver para entonces las principales incógnitas de las candidaturas y trabajar para evitar una guerra interna ante la inquietud en el partido. Ante su silencio, algunos se le van adelantando. En Madrid, Ana Botella organiza su operación política para ser la candidata con actos relevantes, e Ignacio González también se mueve para dejar claro que si nadie se lo impide será el cabeza de lista.

Rajoy deja hacer. Los suyos creen que decidirá al final en función de las encuestas que tenga, aunque nadie está seguro de si será capaz, si esos estudios dicen que Botella pierde, de decirle a la esposa del que fue su mentor, José María Aznar, que tiene que dejar paso. Otros casos más conflictivos, como el de la alcaldesa de Alicante, la imputada Sonia Castedo, también se mueven ante el silencio de Rajoy, que por estatutos puede decidir todos los cabezas de lista de las capitales de provincia. Castedo está amenazando con fundar su propio partido y eso implicaría casi con seguridad perder Alicante para el PP.

El partido está inquieto, aunque el sector más conservador, cuyo máximo representante es Aznar, está más tranquilo que a principios de año. Los nervios vienen ahora de los barones y alcaldes que ven peligrar su puesto.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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