“Disfrutaba torturando. Tenía un gesto de placer mientras te pegaba”
Las víctimas celebran la orden de detención contra cuatro torturadores del franquismo
Las víctimas del franquismo no están acostumbradas a que les den la razón, a que atiendan sus demandas, a que les hagan caso. Están acostumbradas a que cuando algo les sale bien, como el auto por el que el juez Baltasar Garzón abrió una causa contra los crímenes de la Guerra Civil y la dictadura (en octubre de 2008), lo siguiente les saldrá mal: el magistrado fue suspendido, y el Supremo terminó de cerrar todas las vías para investigar esos crímenes en España. Las víctimas del franquismo están acostumbradas a dar un paso adelante y retroceder dos; a volverse a casa sin haber declarado por videoconfernecia en un consulado con la juez argentina sentada en su despacho y todo ya preparado porque en el último momento una nota verbal del Ministerio de Asuntos Exteriores provocó una llamada de teléfono del embajador argentino a la magistrada y paralizó las declaraciones. Pero sobre todo, están acostumbradas a esperar.
Por eso al saber que la juez argentina María Servini de Cubría dictaba orden de detención contra cuatro torturadores franquistas, como habían pedido varias de sus víctimas, lo celebraron con cautela. Saben que las autoridades españolas no les van a facilitar las cosas y que el procedimiento puede demorarse. "No podemos obligarles a que les detengan, pero quedar como refugio de personas buscadas internacionalmente no es muy buena imagen", advertía Ana Messuti, abogada. "España ya fue refugio de nazis durante la dictadura. Sería muy triste que ahora, en democracia, fuera un manto protector de torturadores", añadió Manuel Blanco Chivite, querellante y miembro de La Comuna, una de las asociaciones que más ha luchado por que esta querella en Argentina salga adelante.
La orden de detención contra el exguardia civil Jesús Muñecas Aguilar, el exescolta de Franco y de la Casa Real Celso Galván Abascal, el excomisario José Ignacio Giralte González y el exinspector José Antonio González Pacheco, alías Billy El Niño, es, en palabras de Messuti, "un triunfo parcial". Parcial porque además de estas cuatro, habían pedido otras cinco imputaciones más: contra los exministros José Utrera Molina (87 años), Rodolfo Martín Villa (79), y Fernando Suárez Gonzlaéz (80) y contra dos exjueces, Rafael Gómez Chaparro (86), y Jesús Cejas Mohedano (67). Y parcial porque muchos de los que acudieron a la justicia argentina en 2010, tras el portazo del Supremo, ya han muerto. "Esto es una carrera contrarreloj, porque no solo se mueren los verdugos, también las víctimas", explicaba Messuti.
Así que con la cautela que les da la experiencia, las víctimas del franquismo han celebrado hoy las cuatro órdenes de detención, es decir, que alguien les dé la razón. "La justicia española ha quedado en evidencia", aseguraba Bonifacio Sánchez, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Los más contentos son las víctimas directas de los cuatro torturadores cuya detención pide la juez argentina. Como Felisa Echegoyen Castanedo, que reclamaba la imputación de Billy el niño por las torturas sufridas en la DGS (Dirección General de Seguridad), en Sol, Madrid, en 1974.
"Me detuvieron el 8 de octubre. Vinieron cinco policías a mi casa, entre ellos Billy el niño. Tiraron la puerta abajo, yo me escondí detrás de la nevera y me sacaron por los pelos. Después me llevaron a Sol. Estaban buscando la multicopista y estaban convencidos de que yo la tenía. Me acusaban de asociación ilegal y propaganda. El que pegaba era Billy el niño. Patadas, puñetazos... Con las mujeres era igual de bruto que con los hombres. Disfrutaba torturando. Y eso lo notabas porque mientras te pegaba, dentro de la furia, tenía un gesto de placer en la cara. Estaba disfrutando". "Era bajito, feo, con los ojos saltones. Olía mucho alcohol y parecía un viejo, aunque solo tuviera dos años más que yo, 28", recuerda Echegoyen. "Desde que me pasó aquello he deseado que se haga justicia. Me gustaría ver cómo le condenan por todos los crímenes que cometió, por lo que me hizo a mí y a tanta gente".
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