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Rajoy consolida en Chile su cambio de discurso sobre la austeridad

El presidente presiona a Merkel en su intervención ante todos los líderes latinoamericanos Ambos se reunieron durante poco más de cinco minutos

CARLOS E. CUÉ | ENVIADO ESPECIAL
Mariano Rajoy conversa con Angela Merkel, durante el encuentro que mantuvieron ayer en Santiago de Chile.
Mariano Rajoy conversa con Angela Merkel, durante el encuentro que mantuvieron ayer en Santiago de Chile.AP

El giro del discurso de Mariano Rajoy sobre la austeridad parece definitivo. Tanto que incluso se animó a plantearlo ayer en los tres minutos de su intervención en la cumbre Unión Europea-CELAC (América Latina y Caribe), en Santiago de Chile. El presidente parece embarcado ya en una ofensiva clara contra Angela Merkel, a la que se animó a presionar abiertamente —sin citarla, claro— delante de todos los líderes latinoamericanos.

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Rajoy parte de la base de que Merkel está cada vez más aislada. En Europa, donde la probable llegada del centro-izquierda a Italia en menos de un mes la arrinconará un poco más, pero sobre todo en el mundo, donde su defensa a ultranza de la austeridad no encuentra eco, ya que tiene en contra a EE UU y prácticamente a todos los países latinoamericanos, salvo tal vez precisamente Chile, el anfitrión.

Uno tras otro, los líderes latinoamericanos critican las políticas de austeridad que están ahogando a la economía europea. Se lo han dicho al propio Rajoy cuando lo han visitado en Madrid, presidentes como el de México o la de Brasil, mientras él hacía esfuerzos por defenderla. El presidente aguantó durante meses en público el tipo mientras en privado su entorno admitía hace varios meses que la distancia con Merkel era cada vez mayor. Rajoy ya apenas disimula, aunque ayer dijo que “las relaciones con Merkel son buenas y todos vamos a trabajar para que Europa crezca, estoy convencido de que vamos a encontrar soluciones”. Después charló con ella en la cumbre poco más de cinco minutos.

Casi todos los líderes latinoamericanos critican la política que ahoga a Europa

Ayer en el plenario, a puerta cerrada, Rajoy centró su discurso precisamente en la dicotomía del crecimiento frente a la austeridad. El giro del presidente es cada vez más evidente y se ha consolidado definitivamente en Chile. La salida de Rajoy para seguir justificando sus recortes consiste en presionar a Alemania para que haga política expansiva mientras defiende que países como España tienen que seguir haciendo recortes. Y lo trasladó directamente a la cumbre, delante de Merkel y de todos los líderes latinoamericanos, en el discurso oficial: “Los países que pueden deben hacer un esfuerzo mayor y los obligados a hacer recortes harán su esfuerzo con estos recortes de tal forma que el saldo de la UE sea positivo”, señaló Rajoy, según fuentes de la delegación española, ya que su discurso no se retransmitió.

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Acosado por las cifras del paro, que ya rozan los seis millones, Rajoy está haciendo ese giro y de hecho en la misma semana ha lanzado él, y no sus ministros o la vicepresidenta, como era habitual hasta ahora, dos anuncios que suponen medidas de estímulo y no de recortes, aunque limitadas. La primera, la más importante, una prórroga indefinida de la ayuda de los 400 euros a parados de larga duración hasta que el desempleo baje del 20%. Es un giro radical frente a la oleada de recorte tras recorte de 2012. El segundo, doblar el Presupuesto del plan Pive hasta los 150 millones de euros para intentar frenar el desplome de la venta de coches.

Rajoy está lanzado en ese nuevo discurso y confía en que los cambios de alianzas en Europa, las elecciones en Italia, y el hecho de que el crecimiento alemán se esté frenando, facilitarán que Merkel pueda ir suavizando su posición. De hecho, La Moncloa escuchó con gran interés y casi sorpresa las declaraciones de la canciller el día en que se conocieron las dramáticas cifras de paro en España. Merkel se mostró muy preocupada por el paro juvenil y admitió la posibilidad de tomar medidas temporales de estímulo para paliarlas. Ahora Rajoy, que prepara ya un viaje a Berlín para la próxima semana, intentará concretar qué está dispuesta a ofrecer la canciller, aunque nadie en La Moncloa confía en que ella haga ningún giro brusco y menos en un año electoral.

Los mercados están ahora un poco más tranquilos con España —aunque la prima sigue altísima, pero ya consolidada por debajo de los 400 puntos—, el dinero del rescate financiero ya ha llegado, y Rajoy ve ahora alejarse el fantasma de una nueva petición de ayuda. Y eso le da un poco más de fuerza. Pero sobre todo constata que las políticas de austeridad están teniendo un efecto devastador para el empleo. Y en el equipo económico cada vez hay más inquietud. En principio, confían en que a partir del verano las cosas mejoren, pero si no sucede, la situación será aún más dramática. Por eso el presidente se ha lanzado a una abierta presión a Merkel y en todos los foros para intentar que Alemania y otros países promuevan políticas expansivas.

Rajoy también ha aprovechado la cumbre para reunirse con varios presidentes latinoamericanos y para tratar de convencer a los empresarios de un continente cada vez más pujante de que utilicen España como puerta de su entrada a Europa. Las cosas han cambiado mucho en pocos años, y España ya no es recibida como la gran inversora, la protagonista de un auténtico dominio de sectores clave como la banca o la energía, sino con una cierta condescendencia, como un país al que se ofrece ayuda. Es ahora Rajoy el que pide a las grandes empresas latinoamericanas que están creciendo que inviertan en España. “Utilicen a España como la puerta de Europa ahora que las empresas latinoamericanas están saliendo al mundo”, les dijo Rajoy, según fuentes de la delegación. Eso sí, el presidente lanzó un último mensaje sobre la necesidad de “seguridad jurídica, reglas claras, estables y previsibles que ayuden a promover las inversiones”, un golpe a dirigentes como la argentina Cristina Fernández de Kirchner. Rajoy se reunió con ella en esta cumbre en un intento por suavizar el conflicto de YPF y buscar una solución pactada, que de momento parece lejana.

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