15-S: un grito contra los recortes, un aviso ante el rescate
Sindicatos y colectivos sociales esperan una afluencia "histórica" a la marcha de este sábado Ciudadanos agrupados por territorios o por sectores profesionales confluirán en Colón
Quieren arruinar el país. Hay que impedirlo. Bajo ese lema, con un llamamiento a que todo ciudadano afectado por los recortes del Gobierno salga a la calle a decir "basta", los sindicatos y cerca de 200 asociaciones civiles o profesionales pretenden convertir este sábado el centro de Madrid en un clamor contra la política de Mariano Rajoy: contra la llevada a cabo en los últimos meses y la que puede venir en los próximos si hay un rescate.La Delegación del Gobierno prevé que asistan más de medio millón de personas, por lo que ha organizado un importante dispositivo policial para garantizar la seguridad.
La manifestación convocada por la llamada Cumbre Social, que viene pergeñándose desde el pasado julio (y que ha juntado a colectivos tan variados como asociaciones de padres de alumnos, colegios de médicos, maquinistas ferroviarios, clubes de fútbol sala, técnicos de Hacienda contrarios a la amnistía fiscal o asociaciones de inmigrantes), pretende hacer confluir en la plaza de Colón, al mediodía de este 15-S, a 10 "mareas" humanas que salen a las diez y media de la mañana desde otros tantos puntos de la capital. "Va a ser una de las manifestaciones históricas vividas en Madrid", vaticina Antonio del Campo, secretario de Organización de CC OO. "Este presidente del Gobierno está actuando contra toda la sociedad, y toda la sociedad le va a decir: 'Para".
La manifestación tiene un formato novedoso: no la convocan los sindicatos sino esa Cumbre Social a la que, según Del Campo, se han adherido 230 colectivos. No es una manifestación al uso, con una cabecera y un recorrido común, sino una "marcha a Madrid" dividida por sectores de afectados y por territorios, que salen desde distintos puntos y se juntan en Colón para la lectura de manifiestos.
El objetivo final es exigir al Gobierno que convoque un referéndum
Hay cuatro columnas con personas venidas desde otras comunidades autónomas y seis "mareas" temáticas identificadas con colores: roja (sindicatos), verde (educación), naranja (servicios sociales y dependencia), blanca (sanidad), negra (servicios públicos en general) y violeta (asociaciones de mujeres). El Movimiento 15-M ha dudado durante semanas si sumarse o no a la protesta, porque consideran que la actitud de los sindicatos "se queda corta" y porque creen que es un error, por ejemplo, no convocar ya una huelga general, pero finalmente acudirá como "bloque crítico", según ha confirmado a este periódico uno de los portavoces del colectivo.
La intención de la Cumbre Social es presentar la marcha como una protesta de toda la sociedad contra la "fractura social sin precedentes" a la que llevan las políticas de recortes iniciadas por el PSOE en 2010 y multiplicadas por el PP este año, según reza la declaración pactada en la cumbre. Los convocantes alertan también de una "involución ideológica de carácter conservador" y de "síntomas preocupantes de autoritarismo político" en los últimos meses.
El objetivo final es exigir al Gobierno que convoque un referéndum para que los ciudadanos puedan pronunciarse sobre unas medidas que Rajoy no dijo que tomaría en las elecciones que le llevaron a La Moncloa (en varios casos dijo expresamente que tomaría las contrarias). La Cumbre Social anunció en su documento fundacional de julio que, si el Ejecutivo no convoca ese referéndum, serán las propias asociaciones las que impulsarán una consulta popular (que no sería jurídicamente válida, sino simbólica), aunque esa iniciativa "habría que concretarla" y no tiene un plazo decidido, explica ahora Del Campo.
La protesta llega en un momento de máxima tensión para el Gobierno, en compás de espera para pedir o descartar el rescate, con los mercados de especulación financiera al acecho y, de remate, en plena precampaña de las elecciones vascas y gallegas de octubre. Y llega cuatro días después de otra manifestación multitudinaria, la de la Diada en Barcelona, que ha llevado al Ejecutivo catalán a resucitar consignas secesionistas y presionar, así, para lograr un nuevo modelo de financiación más beneficioso para Cataluña. Una semana de protesta en la calle da inicio al otoño caliente que el Gobierno ya anticipó que tendría.
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