“El Gobierno me advirtió: ‘Si te secuestran, no pagamos el rescate”
Pepe Oropesa es el único español que ha decidido quedarse en los campamentos de Tinduf El Ejecutivo le ha exigido que firme que España se exime de la responsabilidad si algo le ocurre
Pepe Oropesa tiene 26 años y es el único español que ha decidido quedarse en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia) después de que el Gobierno evacuara el sábado por sorpresa a todos los cooperantes españoles de la zona, por “indicios fundados” de que puedan sufrir un ataque terrorista. Asume el riesgo, dice, porque es consecuente y llegó allí por su cuenta: “Creo en lo que hago, siempre he pensado que si uno está en una situación como esta tiene que asumir su responsabilidad”. Su apuesta por quedarse no ha estado exenta de presiones: el Gobierno le ha exigido que firme un documento en el que exime a las autoridades españolas de “toda responsabilidad sobre eventuales daños” que puedan ocurrirle. La explicación que le ofreció el Ejecutivo de lo que eso significa suena incluso más contundente. “Me advirtieron de que si me secuestran, España no pagará mi rescate”, explica a EL PAÍS al otro lado del teléfono desde Tinduf.
Pepe no es exactamente un cooperante porque no está asociado a ninguna ONG, pero trabaja como voluntario para la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis. Es periodista, de Sevilla, y en el campamento de Auserd, en el que se encuentra, imparte clases de español y recoge testimonios para un documental sobre las desapariciones forzosas en el conflicto saharaui. La primera noticia de la evacuación la recibió el viernes al mediodía, a escasos minutos de que los 15 cooperantes fueran trasladados a la base segura de la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) en Tinduf, para ser repatriados. A punto estuvo de ni siquiera enterarse. “La AECID [La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo] no sabía que yo estaba aquí, porque no estoy censado como cooperante, pero no tuvieron en cuenta que en la zona hubiera otros españoles”.
No tengo miedo, más bien intranquilidad. Esto no es una quijotada
En la primera llamada que recibió de la responsable de la AECID en los campamentos, a la una de la tarde del viernes, esta no le mencionó que había en marcha ya una repatriación de españoles. Pero hubo una segunda llamada, apenas veinte minutos después. “Entonces ella, exaltada, me explica que hay riesgo de secuestro y que tengo que ir inmediatamente a Rabuni, donde ellos se encuentran, y que no me mueva sin escolta porque puede haber un ataque”. En aquel momento, reconoce, se asustó. Pensó que algo grave tenía que haber pasado para que el escenario cambiara radicalmente en solo 20 minutos.
La explicación que les ofreció la responsable de la AECID a todos los cooperantes, ya en la base de la Minurso, tampoco fue mucho más detallada. “Nos anunciaron que la decisión era del Gobierno, que existía un riesgo de secuestro de ciudadanos europeos pero especialmente españoles, y que en cuestión de horas saldríamos para Madrid”. Y ahí comenzó su odisea para quedarse, porque los responsables de la agencia trataron de ser muy disuasorios. “Me lo pusieron muy mal. Me advirtieron de que si me quedaba, en caso de secuestro o ataque estaría solo. Que España no haría nada por mí. Me preocupé, sobre todo por mi familia”. Le llegaron a pedir el teléfono de sus familiares para, según cuenta, “decirles cuatro cosas”.
"Descargo al Gobierno de España de toda responsabilidad sobre los eventuales daños que puedan acontecer a mi persona y/o bienes", dice el documento que ha firmado
Pepe acabó accediendo a firmar un documento en el que renuncia a la protección de España. El texto consta de dos párrafos y no tiene membrete ni señal alguna que indique que es un documento oficial. Se trata de una declaración, encabezada por sus datos personales, en la que expresa que ha sido informado sobre “la existencia de un riesgo alto contra la seguridad de los cooperantes españoles estacionados en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf” y añade: “Asumo personalmente todo riesgo implícito causado por mi permanencia en la zona y descargo, por tanto, a las autoridades del Gobierno de España de toda responsabilidad sobre los eventuales daños que puedan acontecer a mi persona y/o bienes mientras la recomendación de evacuación no sea revocada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España”.
Él asegura que no tiene miedo, que la palabra adecuada es más bien “intranquilidad”. Y que son los saharauis los que más le han calmado, los que le bromean con el asunto. Sus padres pusieron al principio el grito en el cielo, aunque al final lo han aceptado. Y es hijo único.
“Esto no es una quijotada”, insiste. Lleva viajando a los campamentos desde 2006. Al final se arranca en una declaración con tintes heroicos: “Yo me quedo aquí, pero no soy importante. Quien se queda aquí desde hace 37 años es el pueblo saharaui”.
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