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Rajoy llega al G-20 para intentar aliviar los malos augurios sobre España

El presidente busca con urgencia despejar el fantasma de la intervención

Carlos E. Cué
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.G. COSULICH (GETTY IMAGES)

El primer G-20 de Mariano Rajoy no se parecerá en nada al que él había imaginado cuando alcanzó el poder, hace menos de seis meses. España llega a Los Cabos (México) con el estigma de un rescate bancario encima de la mesa y sobre todo con el fantasma de una intervención pura y dura instalado en muchos análisis, a pesar de que el Gobierno lo descarta absolutamente. El presidente llega a este paraíso en Baja California acompañado por primera vez por su esposa, Elvira Fernández, con varias misiones en la cartera. Pero la más urgente es precisamente la de darle la vuelta a esa imagen de España que se está instalando en el mundo. Para ello contará con mucho apoyo de los líderes internacionales, en especial del anfitrión, Felipe Calderón, muy cercano a Rajoy, pero también de otros.

El presidente mexicano, muy cuestionado en el final de su mandato —México vive en plena ebullición electoral—, se une a muchos otros dirigentes internacionales en el apoyo público a las reformas de Rajoy. Pero un G-20 no es solo una reunión de jefes de Estado y de Gobierno. También es una concentración de economistas, analistas y periodistas especializados. Todos están pendientes de Grecia, pero también, por su dimensión y su importancia en el euro, de España.

El jefe del Ejecutivo no participará en las presiones a Merkel contra la austeridad

Rajoy tiene que tratar de despejar los malos augurios y convencer a todos de que España, con el apoyo de sus socios del euro, saldrá de esta y logrará imponer la fortaleza de su economía, la cuarta del euro, con empresas muy potentes presentes también en México, donde el BBVA tiene el primer banco del país y Telefónica es el segundo operador de telefonía móvil, por ejemplo.

Rajoy participará en varias reuniones con sus socios del euro, probablemente con el presidente de EE UU, Barack Obama, y en todas ellas se tratará de buscar una respuesta a la situación tras las elecciones griegas. Toda la presión del G-20 será para Angela Merkel, que insiste en su apuesta por la austeridad que cada vez más analistas y líderes internacionales cuestionan. Formalmente, Rajoy mantiene su apoyo a Merkel. Pero en privado no se oculta ya la distancia. El presidente, en cualquier caso, no participará en esa presión a Merkel, cuyos principales protagonistas son Obama y François Hollande, que plantea abiertamente una inyección de 120.000 millones de euros para políticas de estímulo —Rajoy no ha pedido nada parecido—, aunque sí se beneficiaría de sus frutos si tuviera éxito.

Coincidirá por primera vez con Kirchner tras la expropiación de YPF

El viaje tiene otro objetivo: tratar de evitar que esa imagen de debilidad internacional de España perjudique a las empresas españolas. Rajoy buscará socios para aislar y condenar en el G-20 la política de la argentina Cristina Fernández de Kirchner, con la que se sentará por primera vez a una mesa desde la nacionalización de YPF. El presidente se reunirá con la brasileña Dilma Rousseff y después en Rio de Janeiro con el ecuatoriano Rafael Correa, con esa defensa de las empresas españolas en la agenda.

En un momento en que la noticia de España es la fuga de capitales, necesita también atraer inversores extranjeros. En esa línea, su equipo le ha organizado, además de un viaje a Sao Paulo, la capital económica de Brasil, un país en pleno crecimiento y con grandes inversores, dos citas clave en Los Cabos con el presidente chino, Hu Jintao, y el ruso, Vladimir Putin, dos países también con fondos para inyectar en economías con problemas como la española.

Otra de las misiones de Rajoy en este viaje, el más largo y complejo de los que ha hecho hasta ahora, en plena vorágine financiera, es pues la búsqueda de dinero. Pasar la charola, lo llaman en México. Pero también, además de ver cómo otros presionan a Merkel, Rajoy tendrá que soportar su propia presión. El FMI, en una opinión muy extendida en Europa y en muchos analistas, le ha exigido que suba ya el IVA, baje los sueldos de los funcionarios y elimine la deducción por compra de vivienda. Rajoy de momento se resiste, pero esa presión estará sin duda encima de la mesa en sus citas en Los Cabos, un encuentro clave que arranca las dos semanas en las que España se juega buena parte de su futuro.

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