Lo que hay que tener
A Monago no le pagan para que diga '¡collons!' Al menos, para eso no le pagan al presidente de Extremadura
En las fotos hay que mirar el contexto, aprendiendo de Millás. A veces, el contexto es la palabra. Y, claro, las palabras no se ven en las fotos, aunque pueden intuirse. Por ejemplo, en la cara de Monago, el presidente de Extremadura, se puede ver qué dice, porque en él todo es transparente. Hasta la palabra collons.
La historia está en esa palabra, que la usó para que le entendiera el alcalde de Barcelona, Trias. Como si Trias no supiera español. Pero Monago, que se sabía rodeado de contexto (seguidores, cámaras de televisión, muchos micrófonos), quiso ser solemne y maleducado, que a veces son especies que caminan juntas.
Se había sentido herido por una reflexión económica dicha ante muchos micrófonos, también, por el regidor barcelonés. No es tiempo de que el AVE vaya hasta Extremadura porque estamos en tiempos de austeridad (que es como el periodo especial en Cuba) y además los portugueses no están dispuestos a acoger el artilugio.
Dicho así, eso no es ofensivo, sino polémico. Pero Monago prefirió subirse, como las monjas del chiste, encima del armario y ver ofensa nacional, o patriótica; siempre que vienen de los catalanes estas cosas duelen más, pues los españoles de cualquier parte están acostumbrados a llevar consigo un resorte que los hace gritar en cuanto los pincha un catalán. Entonces se dice eso que lo dice todo: “¡Estos catalanes!”.
O sea, que si lo hubiera dicho un profesor de Harvard, y en inglés, como una propuesta económica que se pusiera sobre una mesa de trabajo, el presidente extremeño le hubiera dicho, rodeado del mismo contexto: “Say that to my face, if you’ve got the balls!”. Pero como fue catalán el que soltó el improperio (o el imponderable) y él ensayó las Navidades pasadas cómo felicitar en los idiomas del Estado (le faltó el gallego), pues le habló en catalán.
Núria Espert me contó hace un tiempo que ella escuchó esa palabra, collons, que es sonoramente bella en catalán y que en castellano a mí me suena como suenan los cajones vacíos, la primera vez que hizo una prueba de voz, ante un genio de la dramaturgia, el catalán Josep Maria de Sagarra, que tenía un vozarrón y era uno de los mejores escritores del siglo XX. Terminó de recitar la joven Núria, que tenía dieciséis años, y el autor de Vida privada tronó:
—“¡Aquesta noia té uns collons como un toro!”.
Así que siempre que oigo la palabra collons, en catalán, me acuerdo a la vez de Sagarra y de Núria. Pero mientras en la voz de Sagarra, refiriéndose a la que luego sería gran señora de la escena, esa expresión era admirativa, llena del sentido que tiene una exclamación literaria puesta donde hay que ponerla, lo que hizo Monago fue encontrar el contexto fuera de foco. Y la usó para lanzar una bravata de barra de bar en sede presidencial. “¡Si tienes cojones, ven a verme y dímelo en la cara!”.
Michael Robinson suele decir que a él le pagan en la televisión y en la radio para que esté por encima de lo que diría un aficionado al fútbol en la barra de un bar, rodeado de restos de gambas. Pues a Monago no le pagan para que diga ¡collons! Al menos, para eso no le pagan al presidente de Extremadura, no sé si a Monago.
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