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La crisis de los Ayuntamientos obliga a los alcaldes a exigir la colaboración de los vecinos Entre las peticiones está barrer la calle y organizar la fiesta del pueblo

Carnaval de Sitges 2011.
Carnaval de Sitges 2011.

La crisis económica mantiene a algunos Ayuntamientos catalanes al borde del precipicio. Unos 200 podrían tener serios problemas económicos de aquí a finales de año, según la Generalitat. Con el agua al cuello y noqueados por montones de facturas que no pueden pagar, los alcaldes empiezan a implorar la ayuda de sus conciudadanos para salir del agujero. En Esparreguera (Baix Llobregat), el alcalde ha protagonizado un gesto inédito: pedir a los vecinos que rieguen los árboles y barran el trozo de calle que pasa por delante de sus casas. “El servicio de limpieza es insuficiente y no tenemos dinero para contratar a nadie más”, justificó Joan-Paül Udina (CIU). Otros encomiendan a la población la organización de las fiestas, antes sufragadas con dinero público, o exigen un comportamiento más cívico para ahorrar en arreglos del mobiliario urbano y limpieza. Todos piden colaboración.

“La gente ha entendido que tiene que arremangarse”, ilustra una portavoz del Ayuntamiento de Moià (Bages). Ahogado por una deuda de 25 millones de euros y un déficit que cuadriplica los ingresos municipales el alcalde, Dionís Guiteras (Ara Moià), decidió el pasado 29 de julio reunir a sus conciudadanos para explicarles la dura realidad y pedirles un esfuerzo. El equipo de gobierno, que reúne a todos los partidos, animó a los vecinos a proponer medidas de ahorro para salir del agujero. “Tienen muy buena voluntad y ganas de trabajar”, dice el alcalde que, con un sueldo de mileurista, ha sido el primero en dar ejemplo.

Reducir la iluminación o barrer ellos mismos las calles son algunas de las propuestas de los vecinos. Muchos se han ofrecido voluntarios para trabajar en lo que haga falta y el Ayuntamiento coordinará las necesidades con las habilidades y el tiempo libre de cada cual. “El voluntariado está muy bien, pero necesita coordinación”, dice el alcalde. Mientras el gobierno rumia un elaborado plan de ajuste, la escuela de música se ha salvado gracias a las aportaciones de las familias y las horas regaladas por los profesores.

Otro municipio en apuros es Sitges (Garraf), con una deuda de cerca de 67 millones de euros. Además de crear una nueva tasa de basuras, el Consistorio planea reducir de 800.000 a 400.000 euros el gasto en fiestas, según Magí Almirall (CIU), regidor del área. El recorte afectará a una de las celebraciones más emblemáticas de la localidad, el carnaval que reúne a decenas de miles de personas cada año. Las dos entidades que aglutinan a un mayor número de colles, El Retiro y Prado, se muestran comprensivas. “Si nos han cerrado el ambulatorio, cómo no vamos a entender que haya menos dinero para las fiestas”, razona Ignasi Roví, presidente de la comisión de carnaval de Prado. Todos trabajan para que el recorte no se note. “Tenemos un caché y hay que mantenerlo”, dice con seriedad Roví. El Ayuntamiento tampoco financiará la cabalgata de Reyes ni la celebración del Corpus. Los vecinos tendrán que ir ellos mismos a la montaña a buscar las flores para las tradicionales alfombras. “Antes el Consistorio compraba los claveles”, dice Almirall, que opina que las fiestas “deben volver a sus esencias”. “Para conservar la calidad, necesitamos la implicación ciudadana”, concluye.

En Gelida (Alt Penedès), que no se encuentra en una situación tan apretada como Sitges o Moià, han optado por la estrategia del palo. Tras una periodo de benevolencia en la aplicación de la ordenanza de civismo, el alcalde, Lluís Valls (PSC) quiere empezar a imponer sanciones como “medida de ahorro”. “Cualquier gasto es importante”, asevera Valls. “Tener que pintar un banco o arreglar una pared manchada con graffitti implica pagar más horas de trabajo a la brigada de limpieza”, explica el alcalde, que no descarta otras actuaciones.

En Arbúcies han decidido prescindir de empresas externas y encomendar a la población la organización de la Feria de Otoño, que se celebra este fin de semana. “Los 26.000 euros que se gastaron el año pasado se han reducido a 19.000”, dice Pere Garriga, alcalde de Entesa per Arbúcies. Algunas de las 93 entidades que trabajan en la localidad se han puesto manos a la obra. La muestra de animales correrá a cargo de la Sociedad de cazadores. Los talleres culinarios los organizará una entidad local en lugar de una empresa. “La gente está muy contenta por participar, aunque conlleve más trabajo y más horas”, relata Garriga, encantado de la reacción de sus conciudadanos.

Ninguno de los alcaldes consultados puso el grito en el cielo ante la iniciativa del Ayuntamiento de Esparreguera. Es más, muchos se plantean emprender caminos similares. En Ripoll (Ripollès) ronda la idea de quitar algunos contenedores de las calles. “Quizás los ciudadanos tengan que caminar 100 metros más si con eso nos ahorramos un 20% en el servicio de basuras”, ilustra el alcalde, Jordi Munell (CIU). También se plantea reducir la iluminación. “Los ciudadanos lo deben entender. Es el momento de la corresponsabilidad”, concluye Munell.

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