Revolución digital: una encrucijada para los derechos de mujeres y niñas
Las nuevas tecnologías pueden contribuir a generar condiciones para que la población femenina disfrute de plena igualdad política, económica y social, o bien pueden simplemente ampliar las brechas de género preexistentes y generar nuevas desigualdades
Acabo de pedirle a un chat de inteligencia artificial una lista de diez profesiones de mujeres, y a continuación la misma lista con diez profesiones de hombres. La de hombres comienza con médico, abogado, ingeniero. La de mujeres comienza igual, hasta el tercer puesto: enfermera.
La lista de profesiones masculinas incluye mecánico, piloto, chef; las femeninas son, además de enfermera, periodista y artista. También hay un par coincidencias de las que hablaré más adelante.
Llama la atención, sin embargo, cómo el algoritmo asocia a los varones con oficios que lidian con la complejidad de las máquinas, el glamour de la alta cocina o la responsabilidad de transportar miles de pasajeros; y deja para las mujeres aquellos relacionados con la sensibilidad o los cuidados.
La reciente aparición de los chats capaces de simular un uso natural del lenguaje es un paso más en el desarrollo de la llamada inteligencia artificial, una tecnología que ya desde hace algunos años nos permite hablar, por ejemplo, con asistentes virtuales para que hagan pequeñas tareas en nuestro lugar. Una de las ventajas de esta herramienta es su capacidad de aprender, pero es un aprendizaje que se alimenta de un entorno social y cultural en el que imperan los sesgos. Y estos se manifiestan también, como ya vimos, en los nuevos chats de inteligencia artificial.
El aprendizaje de la inteligencia artificial se alimenta de un entorno social y cultural en el que imperan los sesgos
Mis listas coinciden en estas profesiones: medicina, derecho, ingeniería, ciencia y emprendimiento. Pero me llamó la atención el hecho de que, en el puesto 10 de la clasificación de oficios femeninos, asoma el de desarrolladora de software o programadora, una ocupación que no aparece en la de hombres.
No deja de ser un resultado curioso, si tomamos en cuenta que, a nivel mundial, solo el 28% de quienes egresan en Ingeniería y el 22% de quienes trabajan en inteligencia artificial son mujeres, a pesar de que a las niñas les va tan bien como a los niños en ciencias en la mayoría de los países.
En la región de América Latina y el Caribe tenemos 244 millones de personas sin acceso a servicios de internet, la mayoría de ellas mujeres, especialmente en áreas rurales, según cifras que cita el informe Digitalización de las mujeres en América Latina y el Caribe, comisionado por la CEPAL.
¿Cómo resolvemos estas disparidades? ¿Cómo garantizamos que el desarrollo de las nuevas tecnologías tome en cuenta a las mujeres y contribuya a reducir los sesgos? ¿Cómo hacemos para que esta revolución sirva para superar la brecha digital, pero también la laboral, la educativa y la social? Estas son algunas de las soluciones que proponemos desde ONU Mujeres en colaboración con CEPAL y Unesco, y que recogimos en un documento que presentamos recientemente.
Primero, integrar a las mujeres en los sectores digitales genera empleo de calidad con múltiples beneficios. Las transiciones hacia la sostenibilidad y la digitalización tienen el potencial de crear millones de puestos de trabajo decentes en la región. Es importante que la población femenina se beneficie en igualdad con los hombres.
Desde América Latina y el Caribe, debemos alzar la voz para promover la participación, el empleo y el liderazgo de las mujeres en la tecnología y la innovación
Promovamos la planificación e innovación. Desde América Latina y el Caribe, debemos alzar la voz para promover la participación, el empleo y el liderazgo de las mujeres en la tecnología y la innovación. Esto requiere una planificación para anticiparse a las futuras necesidades de empleo y competencias, incluida la reforma de los currículos educativos y la formación en habilidades tecnológicas a lo largo del ciclo de vida.
Necesitamos la contribución de toda la sociedad, a través de incentivos financieros estratégicos, utilizando los programas digitales del sector público, así como las subvenciones a la investigación y la contratación pública, y las inversiones estratégicas del sector privado.
Lo digo siempre, estamos ante dos caminos opuestos: la revolución digital puede contribuir a generar condiciones para que las mujeres disfruten de plena igualdad política, económica y social, o bien pueden simplemente ampliar las brechas de género preexistentes y generar nuevas desigualdades. Y en este contexto, nosotras, las mujeres, rara vez somos consideradas y empoderadas como creadoras en materia de tecnología.
O, dicho de otra forma, la brecha no es solo digital. Las disparidades en el acceso al uso y aprendizaje de la tecnología es a la vez expresión y resultado de las brechas laborales, salariales, educativas y sociales que debemos seguir trabajando en superar. No las podemos considerar por separado, sino como diferentes aspectos en el camino a lograr la igualdad de género.
Los Estados deben tener en cuenta cómo la tecnología puede facilitar la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes
Es fundamental generar nuevas condiciones para entornos de aprendizaje digital sensibles al género, eliminar los viejos esquemas y estereotipos para transformar la educación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, e incluir la enseñanza de la ciudadanía digital en los planes de estudio de las escuelas.
Y, por último, no olvidemos que existe una correlación entre la violencia de género en línea y en la vida real, y que las mujeres que enfrentan formas múltiples e interrelacionadas de discriminación, así como aquellas que están en el espacio público, corren un mayor riesgo.
Esta violencia tiene un impacto real en la vida de las mujeres, limita su participación en la vida pública y socava la democracia. Los Estados deben tomar medidas concretas para facilitar entornos digitales seguros y tener en cuenta cómo la tecnología puede facilitar la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes.
Abramos las puertas de la economía digital a todas las mujeres y niñas. Trabajemos en superar todas las brechas, las sociales, las salariales, las culturales. Avancemos hacia la sociedad del cuidado para que las mujeres se sumen a la transformación tecnológica. Hagamos, en una palabra, que en el futuro cercano, el chat de inteligencia artificial genere dos listas iguales.
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