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Guinea Ecuatorial
Tribuna
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Guinea Ecuatorial: Navidades en Oveng Azem, la cárcel donde la muerte está presente

El centro penitenciario que prometía mejor trato para los presos, inaugurado por el presidente Teodoro Obiang en 2018, se ha convertido en un lugar de torturas, desapariciones, y violaciones de los derechos humanos

Guinea Ecuatorial

Estas épocas del año son fechas de reencuentros familiares, de ilusión por ver a los familiares que hace tiempo que no ves y de alegría. Desafortunadamente, no todas las familias del mundo podrán disfrutar de momentos así. En Guinea Ecuatorial hay hogares a los que las fuerzas de seguridad han hecho “desaparecer” a alguno de sus miembros y durante estas fechas sus ausencias son aún más duras.

Así serán las Navidades de la familia de Joaquín Elo Ayeto, un defensor de derechos humanos en Guinea Ecuatorial que fue detenido el 1 de agosto de 2024. Le aprehendieron en su domicilio de Malabo. Miembros de la Gendarmería entraron por la fuerza en su casa y se lo llevaron. Fue acusado de realizar actividades ilegales a través de la plataforma de la sociedad civil Somos+, de la que es miembro y que, según las autoridades, no está legalmente registrada. El 13 de agosto de ese mismo año fue trasladado a la cárcel de Oveng Azem, en la ciudad de Mongomo, y desde entonces no se han vuelto a tener noticias de él.

El 27 de julio de 2018 el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, inauguró el centro penitenciario de Oveng Azem, en la parte más oriental de la zona continental del país, a pocos kilómetros de la frontera con Gabón. El centro penitenciario, con una capacidad de 500 reclusos, fue, según el mismo presidente, la respuesta de su Gobierno a las críticas que recibe por tratar mal a los presos ingresados en las cárceles. Con este proyecto, el Gobierno ecuatoguineano quería mostrar al mundo la voluntad de ofrecer mejor trato a los presos.

Pero la realidad es que Oveng Azem ha acabado convirtiéndose en más de lo mismo en Guinea Ecuatorial: un centro torturas, desapariciones, y violaciones de los derechos humanos. Un centro al que se envían los presos con el propósito de aislarles y desesperarles. Manteniéndoles lejos de sus familias, sin acceso a sus abogados, sin noticias del mundo exterior, hasta perder cualquier esperanza.

La familia de Elo Ayeto sabía que su trabajo de derechos humanos le traía problemas desde ya hace algunos años. Según ellos, cuando se lo llevaron llevaba algún tiempo enfermo de paludismo y tifoidea. La incertidumbre sobre su paradero y sobre cuál es su estado de salud están consumiendo a la familia. “Estamos mal. No sabemos nada de él. Cuando suena el teléfono tenemos miedo. No sabemos si va a ser alguien que nos va a dar noticias de él o simplemente nos van a traer el cadáver”, ha dicho uno de los familiares en una entrevista con Amnistía Internacional.

Hace unos meses un familiar de Elo Ayeto recorrió los casi 400 kilómetros que separan Malabo, la capital del país, de Mongomo, con la intención de verlo. Al llegar, le dijeron que no podía verle, porque en Oveng Azem no se permite ver a los reclusos. Ni yendo hasta la puerta de cárcel, la familia ha podido saber nada de él.

Cuando suena el teléfono tenemos miedo. No sabemos si va a ser alguien que nos va a dar noticias de él o simplemente nos van a traer el cadáver

La familia de Elo Ayeto no es la única que está sufriendo. La esposa de otro defensor de los derechos humanos que lleva preso en Ovenz Azem desde abril de 2024 se lamenta: “Sinceramente, desde que detuvieron a mi marido, no duermo. No dejo de hacer el seguimiento administrativo formal para intentar que le dejen salir. Aunque no sirva de nada, yo lo sigo intentando. No paro de tocar puertas, pero también sé que no tengo ninguna esperanza. Ya solo me queda dejarlo todo en las manos de Dios”. Las familias están en lo cierto al preocuparse: Oveng Azem es un lugar en el que la muerte está presente.

En enero de 2023, el grupo de oposición MLGE3R (Movimiento por la Liberación de Guinea Ecuatorial Tercera República) anunció el fallecimiento en custodia de Julio Obama Mefuman, ciudadano de nacionalidad española, de 61 años y miembro del grupo. Acusaron a las autoridades ecuatoguineanas de haberle torturado. Obama estaba cumpliendo una pena de 60 años de prisión acusado de promover un golpe de Estado. Las autoridades del país confirmaron que Julio Obama había muerto en un hospital, pero rechazaron cualquier acusación de que hubiera sido torturado. El Parlamento Europeo y las autoridades españolas pidieron la repatriación del cadáver, pero hasta la fecha la familia de Julio Obama no ha podido recuperar su cuerpo.

Los que sí han podido contarlo

Manuel (nombre ficticio por cuestiones de seguridad) es un activista político que un día fue apresado con uno de sus colegas en un país vecino y de ahí llevado a Guinea Ecuatorial. Allí le sometieron a un juicio lleno irregularidades, en el que nunca pudo ver a su abogado y en el que no pudo expresarse. Aun así fue condenado a 54 años de cárcel. Pasó unos meses en la prisión de Black Beach en Malabo, de allí lo trasladaron a la cárcel Bata hasta que finalmente lo llevaron a Oveng Azem donde pasó cinco años y once meses. Manuel recuerda cada uno de los días que pasó allí. Consiguió salir porque cree que se apiadaron de él y de su delicado estado de salud. Dice que en Oveng Azem los barracones son de construcción reciente, que hay agua y luz, pero que la comida es terrible y que ha llegado a ver a jóvenes muriendo de hambre.

Para Manuel, estar en Oveng Azem era vivir en un aislamiento total. “No ves a nadie. Ni visitas de abogados, ni de la familia. Nada de nada. El mundo exterior deja de existir. No sabes lo que pasa más allá de esos muros”, describe a Amnistía Internacional. Para él esa fue su peor preocupación. Un día salió de su casa, lo detuvieron y dejó atrás a su familia. No pudo despedirse de ellos, ni darles una triste explicación. Su familia pensó que Manuel simplemente se había esfumado. Pero Manuel se acordaba todos los días de ellos. “Mi preocupación mientras estaba en la cárcel era saber cómo vivía mi gente. No tenía ninguna comunicación con ellos. Sentía que había dejado tirada a mi familia. Lo he pasado muy mal. No tenía nada de información sobre ellos. Sé que este dolor y esta angustia nunca las voy a olvidar”.

No ves a nadie. Ni visitas de abogados, ni de la familia. Nada de nada. El mundo exterior deja de existir. No sabes lo que pasa más allá de esos muros

El Gobierno de Guinea Ecuatorial tiene que cumplir urgentemente el derecho internacional de los derechos humanos y garantizar que todos los detenidos, incluidos los que se encuentran en Oveng Azem, estén protegidos contra la tortura y otros malos tratos, además de asegurar que están recluidos en condiciones humanas y que tienen acceso a sus familiares y a un abogado.

Oveng Azem no puede seguir siendo una cárcel en la que se aísla a sus prisioneros hasta destruirles, quitarles la esperanza, y separarles de sus familias. Joaquín Elo y otros defensores y defensoras de derechos humanos que han sido encarcelados exclusivamente por hacer su legítimo trabajo, tiene que ser liberados de forma inmediata. En estas fechas, las familias en Guinea Ecuatorial también deben tener la oportunidad de poder reunir a todos sus miembros.

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