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Los jóvenes de Sudán retratan la guerra a través de la fotografía: “He intentado averiguar qué significa hogar para una persona que lo ha perdido”

La exposición ‘Resistencia en la memoria: Visiones de Sudán’ reúne el trabajo de nueve artistas que han plasmado los años que precedieron al conflicto armado y sus propias experiencias de desplazamiento e incertidumbre desde 2023

El pasaporte de Ammar Yassir con el mensaje “Uno de mis problemas era no tener pasaporte, y ahora que lo tengo me doy cuenta de que no sirve para nada”. Pieza para la serie 'I Will Never Find Home'
Ana Puentes

Cuando Ammar Yassir (Omdurmán, Sudán,19 años) por fin recibió el pasaporte que lo identificaba como sudanés, le alivió pensar que ahora podría salir de su país, sumido en una cruenta guerra civil desde hace dos años y en la mayor crisis humanitaria del planeta. También creyó que si sus amigos conseguían ese documento, podrían encontrar oportunidades en el exterior. “Pero a algunos les han denegado becas por ser sudaneses y venir de un país en conflicto”, cuenta el joven a EL PAÍS a través de un intercambio de mensajes de WhatsApp. Desilusionado, le dedicó una declaración de odio al pasaporte sudanés.

“Uno de mis problemas era no tener pasaporte, y ahora que lo tengo me doy cuenta de que no sirve para nada”, escribió Yassir en otra superficie y, luego, con técnica de doble exposición fotográfica, superpuso el mensaje sobre la primera página de su documento recién expedido. Después subió ese montaje fotográfico a Instagram. “No es tu culpa haber nacido con el pasaporte de un país lleno de conflictos, y no es tu culpa que las embajadas no te respalden en el extranjero”, escribió el 27 de agosto de 2024 en la descripción de la foto. Ese post lo encontró, por casualidad, Edith Arance, responsable de la Galería Sura, que estaba buscando fotógrafos sudaneses para una exposición en Madrid. Inmediatamente, lo fichó para el proyecto que tenía entre manos.

“Él no es un simple fotógrafo documental. Él hace fotos del exterior para reflejar lo que vive por dentro”, asegura Arance a EL PAÍS, de pie, delante de la fotografía del pasaporte de Yassir, que se expone en la Galería Sura, dentro de la librería Balqís, en Madrid. Allí se ha instalado desde el 5 de abril hasta el próximo 19 de julio la exposición Resistencia en la memoria: Visiones de Sudán, que incluye el trabajo de nueve fotógrafas y fotógrafos sudaneses sobre su vivencia del conflicto armado, que estalló hace exactamente dos años. Las fotografías de Suha Barakat, Altayeb Morhal, Shaima Merghani, Jood Elsheikh, Al Mujtaba Ahmed, Mohamed Abuagla, Altayeb Abd Allah, Fakhr Aldein y Ammar Yassir ofrecen al espectador un recorrido por la revolución de 2019 en Sudán y las revueltas que estallaron tras el golpe de Estado de 2021, exploran cómo es la vida de algunos de los 12 millones de sudaneses desplazados por esta guerra aún abierta y, al final, dan algunas luces de esperanza. Resistencia en la memoria también formará parte de la programación OFF del festival PHotoESPAÑA 2025.

'Sus teléfonos son sus armas'. Fotografía de Suha Barakat para la exposición 'Resistencias en la Memoria'. La fotógrafa destaca que la imagen reúne a varias generaciones de mujeres, pero es la mayor quien tiene la valentía de sostener un teléfono para registrar lo que pasa en Sudán.

De los nueve fotógrafos, cinco han buscado refugio fuera de Sudán, dos son desplazados internos y dos, pese a todo, siguen en sus hogares. Cuatro de ellos tienen menos de 25 años: Ammar Yassir (19 años), Altayeb Abd Allah (20 años), Mohamed Abuagla (24 años) y Joost Elsheikh (24 años). “Muchos no eran fotógrafos antes de la revolución y de la guerra. Pero la fotografía les encontró en un lugar en el que obviamente había algo que contar”, explica Arance, que los buscó y encontró a través de redes sociales donde, dice, hay talentos más allá del selecto “círculo” de fotógrafos y artistas cuya obra es la que se suele conocer.

Algunos de los seleccionados no trabajan ni siquiera con medios de comunicación y son, sencillamente, ciudadanos que querían contar la guerra a través de sus cámaras o móviles. “Casi todo el mundo tiene un teléfono. Era la mejor herramienta que tenían a mano para contar y mostrar un poco mejor por lo que estaban pasando. Encontraron en la fotografía una manera de expresar sus emociones, sus esperanzas, sus miedos”, asegura Arance.

En el caso de Yassir, él se enamoró de la fotografía gracias a su padre y a un primo que le regaló su primera cámara en 2021. “La fotografía es mi forma de ganarme la vida; pero, sobre todo, de expresar mis sentimientos más profundos”, confirma, a través de los mensajes enviados desde Kampala. El joven mezcla el género documental con el conceptual para reflejar sus emociones tras el desplazamiento forzado o la añoranza de su infancia. “Desde el principio de este proyecto he intentado averiguar qué significa hogar para una persona que lo ha perdido. Hace un mes lo perdí por segunda vez en el transcurso de 20 meses de guerra”, escribe, como presentación de la pieza Homeless, en la que superpone su cuerpo, un peine y una fotografía suya cuando era pequeño. “Sí, ahora las cosas han mejorado y he encontrado dónde vivir, pero no puedo dejar de pensar en cuando era solo un niño, sin dudas, sin responsabilidades, sin miedo al mañana”, agrega Yassir.

'Homeless' por Ammar Yassir. La imagen viene acompañada de estas palabras de Yassir: "Desde el principio de este proyecto he intentado averiguar qué significa hogar para una persona que lo ha perdido. Hace un mes lo perdí por segunda vez en el transcurso de 20 meses de guerra. Sí, ahora las cosas han mejorado y he encontrado dónde vivir, pero no puedo dejar de pensar en cuando era solo un niño, sin dudas, sin responsabilidades, sin miedo al mañana".

Homeless y el montaje fotográfico del pasaporte hacen parte de la serie I will never find home (Nunca encontraré un hogar) que se expone en la librería Balqís y que está inspirada en su desplazamiento forzado. Desde el estallido de la guerra, en abril de 2023, Yassir ha buscado refugio en dos Estados de Sudán y en tres países distintos. Huyó de Jartum hacia Um Ruwaba y, luego estuvo en Renk (Sudán del Sur). Después, su vida consistió en ir y venir entre Sudán y Sudán del Sur, hasta que dio un salto a Arabia Saudí, en busca de trabajo. Ahora, reside en Uganda, donde se busca la vida con distintos encargos de fotografía. A la par, avanza en otro proyecto personal: Hope after war (Esperanza después de la guerra), en la que “documenta la vida de los refugiados sudaneses y cómo se las arreglan para estar en un país extranjero sin mejores opciones”.

El joven confiesa que en varias ocasiones ha tenido que vender su equipo. “La primera vez fue en septiembre de 2023. Vendí mi cámara porque necesitaba dinero para huir de Um Ruwaba. La segunda vez fue el 11 de noviembre, cuando vendí mi Canon M50 para comprar un portátil”, explica. Cuando no tiene cámara, hace fotos con su teléfono móvil. A veces, en medio del caos, ha perdido fotografías.

Lo mismo les ha sucedido a Shaima Merghani, Altayeb Morhal o a Mohamed Abuagla. “Mohamed tenía fotos increíbles que ha perdido, porque su ordenador estaba en una casa de una zona sitiada y ya no puede regresar”, explica la comisaria de la exposición. Abuagla, un joven estudiante de ingeniería nacido en Omdurmán, se ha esforzado para que lleguen a Madrid las fotos que tomó en el campo sudanés pese a estar en un pueblo remoto de Kordofán del Sur con poca conexión a internet.

Así fue como Al Mujtaba Ahmed retrató a uno de sus amigos frente a una casa destruida por los combates en Omdurdám, ciudad vecina a Jartum.

Altayeb Abd Allah, un chico amante de la literatura sudanesa, prefirió compartir un proyecto fotográfico algo más poético sobre el arraigo a la tierra. Joost Elsheik, una joven profesional en audiovisuales, eligió retratar la vida del pueblo de su familia (Sennar) antes de la guerra. “Es ese Sudán que no sabemos si volverá a existir”, apunta la comisaria de la exposición.

Elsheikh es relativamente conocida en las redes sociales de los aficionados a la fotografía en Sudán. Por eso Al Mujtaba Ahmed (Omdurmán, 30 años) no daba crédito cuando desde Madrid le confirmaron que sería parte de la misma exposición que Elsheik. “Algunos no sabían que las fotos las iba a ver alguien más allá de las fronteras de su ciudad”, explica la comisaria, “entonces lo hacen desde otro corazón, desde otra alma”. Ahmed trabajaba antes en una agencia de comunicaciones y, en medio de las protestas de la revolución sudanesa de 2019, cayó herido por una bala. Mientras guardaba reposo en Omdurmán, comenzó a observar. De ese aprender a mirar salieron, luego, las fotos que tomó en su ciudad natal, en la que aún permanece, pese a ser uno de los puntos más calientes del conflicto. Ahmed retrató a un amigo sentado en un sillón de salón frente a una casa carbonizada por los bombardeos, a su sobrino sosteniendo un arma de juguete, y a un vecino del pueblo que, con paciencia, tapa los agujeros que han dejado las balas y los misiles en la fachada de su hogar. “No importa cuánto dure la guerra, existe la esperanza de que termine”, escribió Ahmed el 10 de junio de 2024 en la descripción de Instagram de esa última foto, cuando habían pasado ya 422 días de guerra civil. Hoy, van más de 730, sin un alto al fuego que retratar.

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Sobre la firma

Ana Puentes
Periodista colombiana en la sección Planeta Futuro. Antes, trabajó en El Tiempo (Colombia), donde cubrió Bogotá y temas de ciclismo urbano. En EL PAÍS también escribió en la sección Madrid y en la delegación de Colombia. Es máster de Periodismo UAM - EL PAÍS e integrante de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas.
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