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El mercado del gran muftí de Nigeria: una iniciativa privada para combatir la alta inflación del país

Dawood Imran, jefe de un grupo suní, ha creado este espacio donde ciudadanos de todas las religiones pueden adquirir productos de primera necesidad a precios más reducidos

Mercado del gran Muftí, en Nigeria.
Mercado del gran Muftí, en Nigeria.Abdullahi Jimoh

La familia de Abeni Oluwaseun, de 34 años, solo come dos veces al día últimamente. “Me ha provocado una úlcera”, dice entre lágrimas esta madre de tres hijos, que no puede llegar a fin de mes como consecuencia de la elevada inflación que atraviesa Nigeria. El sueldo de 22,5 euros de su marido, David Olayinka, maestro en un instituto privado, ya no es suficiente para mantener a la familia, por lo que Oluwaseun ha comenzado a trabajar como dependienta en una tienda. También ha cambiado de mercado: ahora acude al del gran muftí (jurista musulmán) de la tierra yoruba Dawood Imran, jefe del grupo suní Jamaat Taawunil Muslimeen de Iwo, en el Estado nigeriano de Osun (oeste del país), donde vive la mujer.

Oluwaseun descubrió por Facebook, una red social que Imran suele utilizar con frecuencia para comunicarse públicamente, que el precio de los productos en el ahora llamado mercado del gran muftí eran más bajos que en otras tiendas y que cualquier persona, independientemente de su religión, podía acudir a él. “Cuando llegué, compré un kongo [nombre local de un pequeño cuenco medidor de alimentos básicos en la región] de harina de mandioca a 0,55 euros, frente a los 0,71 que cuesta fuera del mercado. Decidí comprar más kongos, porque los conseguía más baratos”, afirma entusiasmada.

La mayor economía de África atraviesa un momento difícil debido a la política de mano dura del actual presidente, Bola Tinubu, que ha eliminado los subsidios a los combustibles, y a la fluctuación de la moneda local, la naira, que se ha desplomado hasta un 70%, según un informe de Bloomberg. Al mismo tiempo, la inflación se ha aumentado mucho y, según la Oficina Nacional de Estadística, la tasa anual era el pasado junio del 34,19%.

Con una moneda muy devaluada y unos precios cada vez más altos, el coste de vida se ha disparado. La Clasificación Integrada de las Fases (CIF, en español, IPC, en inglés), la herramienta que mide a nivel mundial la inseguridad alimentaria, calcula que cerca de 32 millones de personas en Nigeria —lo que equivale al 16% de la población del país— se encuentra en la fase 3 de una escala de 5 fases, lo que significa que están en una situación de inseguridad alimentaria aguda.

El Gobierno no puede interferir en este mercado, porque somos los dueños
Dawood Imran, jefe de Jamaat Taawunil Muslimeen

“El Gobierno no puede interferir en este mercado, porque somos los dueños. Si Dios quiere, esperamos tener una gran granja cuyos productos alimenten a toda la nación y compitan con los del mercado general que tanto dolor inflige a la gente. Quien quiera vender aquí tiene que estar dispuesto a reducir su precio al nuestro, porque aquí se respetan los principios islámicos [que prohíben inflar los precios]”, informó Imrán al público en lengua yoruba, el idioma de la región, en un vídeo de 18 minutos difundido por Facebook.

La plaza del mercado está situada en Darul-Hijra, una zona separada de la ciudad de Iwo, a unos 51 kilómetros de la capital del Estado de Osogbo. Es un pequeño espacio que no llega a una hectárea, cubierto de vegetación y situado entre las casas de esta zona, que abre cinco veces por semana.

“Este mercado se centra en la aplicación de medidas para estabilizar y regular los precios de los bienes y servicios esenciales”, explica Adeboje Lukman, portavoz de la oficina del gran muftí y secretario general del mercado. “El objetivo principal del mercado es garantizar precios justos y evitar prácticas de explotación por parte de los vendedores”. Y añade: “La razón por la que antes la gente de la comunidad lo llamaba ‘islámico’ es que era la iniciativa de un musulmán. Pero su nombre se ha cambiado por el de ‘mercado del muftí’, que es el título del fundador de la sociedad”.

El director del mercado supervisa el trabajo de otras autoridades, como el secretario general, que documenta las actividades, y 11 grupos de trabajo, que se encargan de que se apliquen las tarifas recomendadas. Para ello, realizan rondas para evitar subidas de precios innecesarias y garantizar la asequibilidad de los productos a los consumidores. Los precios recomendados en el mercado se deciden después de observar y recopilar datos sobre los precios de los bienes en otros mercados con el fin de identificar anomalías y tendencias. Todos los administradores son miembros de Jamaat Taawunil Muslimeen.

“El último recurso”

Dhikirullahi Hussein, de 28 años, también encontró lo que consideró un precio justo en el mercado del gran muftí. En junio fue a comprar arroz y tubérculos de ñame a un mercado antiguo, pero los elevados precios de los alimentos básicos, que superaban su presupuesto, hicieron que volviera a casa con las manos vacías. Probó el nuevo mercado, y con el poco dinero que tenía, tuvo éxito. “Compré seis tubérculos grandes a 2,7 euros. Con esa cantidad solo se pueden comprar tres fuera del mercado. Ahora venimos a comprar aquí, sigue siendo el último recurso para nosotros”, aseguraba Hussein.

Aunque muchos expertos elogian la medida de intentar establecer precios más bajos, señalan que el problema de Nigeria es más profundo porque tampoco este mercado puede librarse de los gastos fijos. “Es una iniciativa loable y hay que fomentar este tipo de gestos”, afirma Bamgboye Adeniyi, asesor fiscal y analista económico de la asesoría Empyrean de Lagos. “Pero si nos fijamos en la cadena de valor, el coste de producción y el transporte son factores constantes, salvo si existe algún convenio para la gente o se cuenta con el respaldo filantrópico de los nigerianos solidarios”, declara el experto a EL PAÍS para apuntar a uno de los orígenes del encarecimiento del nivel de vida. No obstante, añade, si esta iniciativa pudiera reproducirse en otras partes del país, “se reducirían muchas penurias”.

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