El sol ilumina la lucha de los achuar en la Amazonía ecuatoriana
Esta comunidad indígena lleva más de cuatro décadas tratando de detener la extracción de petróleo de la selva. La energía solar les está cambiando la vida
Hace más de 20 años, Nantu Canelos tuvo un sueño: Sharamentsa, su comunidad, se iluminaba, las viviendas de madera brillaban mientras la noche envolvía la selva exuberante. En ese momento, Canelos no sabía que el territorio de los indígenas achuar se convertiría en el centro de una revolución solar.
Sharamentsa es una comunidad de 100 habitantes que está rodeada de algunas de las mayores reservas de petróleo de Ecuador. Durante más de 40 años, los achuar, una de las 11 nacionalidades indígenas que habitan en la Amazonía ecuatoriana, han abogado por detener la extracción de petróleo, que ha devastado grandes extensiones de la selva. Pero incluso mientras luchaban contra los combustibles fósiles, la gasolina era su única opción para iluminar sus hogares y alimentar los barcos vinculados a su medio de vida. Esta zona tiene la cobertura eléctrica más reducida del país.
Ahora, los paneles solares instalados en cuatro comunidades ubicadas en dos de las provincias amazónicas de Ecuador han logrado que la visión de Canelos se materialice. La energía solar está dando forma a la vida diaria de los vecinos: desde cómo llegan al trabajo hasta cómo negocian sus conexiones con el mundo más allá del Amazonas.
Una nueva forma de transporte
En esta zona apartada de la selva los ríos son las únicas carreteras. Los peque-peques, las pequeñas embarcaciones propulsadas por gasolina, de uso común, anuncian su llegada desde varios kilómetros de distancia. Pero su rugido está dando paso al silencioso deslizamiento de los barcos solares, que se mueven más lentamente y no dejan rastros de gasolina en el agua, otra ventaja para las comunidades que dependen del río para beber, bañarse y preparar alimentos.
Cargados con paneles en sus techos, cuatro embarcaciones circulan por 12 comunidades achuar cercanas a la frontera con Perú. Kara Solar, una organización sin fines de lucro que promueve la energía solar en esta región, entregó a los residentes locales los barcos, que ellos se encargan de construir, arreglar y operar. El grupo, que se financia con donaciones externas, quiere añadir 10 barcos más en los próximos dos años.
Todos los sábados, Domingo Mukucham lleva pasajeros de ida y vuelta desde Wichimi, una comunidad de 43 familias en lo profundo del bosque, hasta el puerto de Nunkui en Taisha, el pueblo más cercano. Antes, los pasajeros tenían que pagar 10 dólares (9 euros) por tramo en peque peque o caminar siete horas. El paseo en el barco solar, llamado Wampi en honor a un pez local, dura cuatro horas y es gratuito. Esto ayuda a que los presupuestos familiares duren más. Las madres pueden ir a Taisha a recoger las ayudas gubernamentales que les corresponden y vender plátanos y mandioca, o comprar medicinas y ropa para sus hijos.
Los niños tienen una forma segura de llegar a la escuela, cuando antes tenían que cruzar un puente colgante en mal estado.El número de niños que asisten a la escuela desde comunidades cercanas ha pasado de 12 a más de 30 alumnos, según Nella Atamain, que enseña Matemáticas, Literatura y Arte.
Luz para las escuelas
Durante años, la Unidad Educativa Tunas en Kapawi, una comunidad achuar a 30 minutos de Wichimi en avión, tuvo monitores y computadoras, pero no electricidad para operarlos. La única forma de obtener electricidad en la mayoría de estas comunidades es mediante generadores de gasolina, y mantener uno durante unas horas al día podía costar hasta 100 dólares al mes , un lujo inasequible para familias que sobreviven con un ingreso mensual promedio de 90 dólares. La provincia de Pastaza, donde se encuentra Kapawi, es una de las más pobres de Ecuador, con más del 60% de sus residentes viviendo con menos de tres dólares al día.
El año pasado, un grupo de técnicos achuar armado con taladros y cables conectó la escuela a paneles solares donados por Kara Solar. La tecnología satelital, también alimentada por el sol, alimenta una red wifi.
Gracias a ello, los estudiantes pueden hacer sus tareas en computadoras portátiles e investigan otras culturas alrededor del mundo. Quienes están próximos a graduarse están utilizando las nuevas herramientas para aprender cómo promover el turismo en su comunidad. Y Luis Mukucham, el director de la escuela, pretende ofrecer una nueva materia para enseñar a los niños sobre la energía solar y cómo aprovecharla. “Quiero que los jóvenes achuar se interesen en hacer paneles y baterías e incluso un robot”, dice.
Los nuevos aparatos también alimentan la casa de Bernabé Aragón, un profesor que antes pagaba la gasolina de su propio bolsillo para que los estudiantes y sus padres tuvieran un lugar donde navegar por la web. Ahora puede ofrecerlo gratis. “Quiero enseñarles sobre informática, sobre tecnología y el uso correcto de internet, que es muy importante”, explica, mientras imprime exámenes escolares con su nueva electricidad solar.
Una economía solar
Durante generaciones, los jóvenes de la zona se dedicaban a la agricultura, y otros abandonaban la comunidad para buscar trabajo fuera de la selva. La llegada de los paneles solares abre nuevas opciones.
En el Centro Solar Kapawi, una estructura abierta frente al río Pastaza, 20 paneles solares alimentan una docena de enchufes. Allí técnicos como Óscar Mukucham, de 23 años, realizan talleres de instalación de paneles. Otros, como el líder achuar Nantu Canelos, han encontrado un mercado para esta experiencia más allá de Ecuador, impartiendo talleres virtuales y presenciales en Perú, Brasil y Surinam.
La energía solar también está impulsando el ecoturismo. El Kapawi Ecolodge, hotel administrado por la comunidad, cuenta con 64 paneles que iluminan 10 cabañas, el comedor y otras instalaciones durante todo el día. Los silenciosos barcos solares son ideales para excursiones por la naturaleza: no ahuyentan a los delfines ni a los pájaros.
Una ventana al mundo
Junto con las casas y los barcos, el sol alimenta los teléfonos móviles, proporcionando a los residentes una ventana al mundo. La navegación web ha pasado de ser un raro placer a una actividad diaria. Mientras que antes cargar los dispositivos costaba dinero (e implicaba el uso de los generadores de gasolina), los residentes de Kapawi ahora cargan sus baterías gratis.
El día después de que se instalara Internet en Kapawi, Elena Gualinga, de 31 años y madre de cuatro hijos, aprendió a bajarse películas y telenovelas en su teléfono celular. Aragón, el maestro de la escuela, le mostró los mejores sitios web y la ayudó a crear una cuenta de Facebook.
Hay que usar energía para comunicarse con el mundo, pero desde el territorioNantu Canelos, habitante de la comunidad Sharamentsa
La comunidad cuenta con una radio alimentada por energía solar, que utilizan para comunicarse con los pueblos cercanos y con Puyo, la capital regional. Esto brinda a los residentes una manera de llamar rápidamente a aviones en caso de emergencias o invitar a otras comunidades a eventos deportivos.
La vida después del anochecer
Antes de la llegada de la energía solar, el día terminaba poco después de las seis de la tarde. Ahora, tal como en el sueño de Canelos, cada una de las 28 cabañas de Sharamentsa está iluminada por luces solares, donadas por Nia Tero , otra fundación extranjera sin fines de lucro que trabaja en la Amazonía.
Las pequeñas lámparas solares blancas permiten que el pueblo disfrute al menos cuatro horas más después de la puesta del sol. Los focos brillan en áreas comunes, como la cancha de voleibol, para evitar encuentros con serpientes, que antes eran algo común. Los achuar cocinan juntos y comen más tarde por la noche. La luz solar también ilumina y alimenta los altavoces en fiestas tradicionales.
No podemos hablar de lucha contra las actividades extractivas si estamos consumiendo combustibleNantu Canelos, habitante de la comunidad Sharamentsa
La llegada de esta energía también genera temores sobre el impacto en las tradiciones. “Hay que usar energía para comunicarse con el mundo, pero desde el territorio”, reivindica Canelos. Las comunidades achuar se mantienen firmes en que esto no afectará su modo de vida, sino que les permitirá difundirlo y preservarlo.
Los achuar tienen claro que el sol es su herramienta para evitar la construcción de carreteras y el ingreso de petroleras. “No podemos hablar de lucha contra las actividades extractivas si estamos consumiendo combustible”, afirma. “Así como el sol hace posible la vida en el planeta, también permite a los achuar mantener viva su cultura”.
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