Cómo el afrobeats nigeriano ha conquistado a las ‘tiktokers’ iraníes y al resto del mundo
Se deja influenciar por el género reivindicativo popularizado por Fela Kuti, pero el ‘afrobeats’ que ahora arrasa es más alegre, digital y fusiona house, hiplife, hip hop y dancehall entre otros estilos
Cinco adolescentes iraníes, ninguna con el velo obligatorio y todas con el pelo suelto, bailaban, en un vídeo que se viralizó en TikTok a mediados de marzo, al ritmo de Calm Down, el superéxito musical del nigeriano Rema y la estadounidense Selena Gomez. En Irán las mujeres tienen prohibido bailar en la calle, y la reacción del régimen de los ayatolás no se hizo esperar. Acto seguido, las jóvenes fueron identificadas, arrestadas y obligadas a pedir perdón.
@theglobalgoals Iran’s strict regime against women and girls is an ongoing human rights issue. #Goal5 #SaveTheEkbatanGirls #DanceForIran
♬ original sound - Aava
Obligadas a pedir perdón por hacer lo que casi todos sus contemporáneos: moverse al compás de las optimistas vibraciones que transmite el afrobeats, una fusión de sonidos que fluyen de Ghana y Nigeria y que ha pasado, en poco tiempo, de las calles de África occidental a las listas de éxitos mundiales. Al igual que Rema, artistas como Burna Boy, Wizkid, Davido o Tems suenan en todos los rincones del planeta.
“El afrobeats está triunfando tanto gracias a las nuevas tecnologías y a TikTok, pero también porque da esperanza, que es justo lo que la gente necesita ahora”, presume el productor discográfico nigeriano Don Jazzy, fundador y director ejecutivo del sello Mavin Records. Lleva, entre otros artistas, al cantante de Calm Down. Ataviado con camiseta de Balenciaga, gafas de sol estilo aviador y cadena de oro, el productor aclara: “Las personas no queremos estar tristes, solo queremos ser felices, aunque otros estén jodidos. Ahí reside la magia de nuestra música, del afrobeats, que nos da energía, alegría, felicidad”.
“Hay muchas lágrimas en las calles de Nigeria en este momento, pero por la noche, en los clubes, es como si nada estuviera pasando”, continúa, sudoroso, Don Jazzy. Habla en una recepción ofrecida este marzo por el embajador de España en Nigeria, en plena Victoria Island, una de las zonas más exclusivas y caras de Lagos, conocida por sus resorts de playa, sus tiendas de lujo y su vida nocturna. “Esta expansión de nuestra música es solo el comienzo. Como Rema o Burna Boy, hay muchos más”, celebra el productor entre pinchos de tortilla, croquetas de jamón y vino español.
Nigeria es famosa por sus enormes contrastes. Recientemente, superó a la India como país con mayor número de pobres, casi al mismo tiempo que adelantaba a Sudáfrica como la economía africana más fuerte. En Lagos, la segunda ciudad más poblada del continente africano por detrás de El Cairo, la pobreza convive con una pornográfica ostentación de riqueza, entre aviones privados, coches y accesorios de lujo, y licores caros. La desigualdad se palpa en todas las esquinas.
“Ahora que Nigeria (y el mundo en general) se encuentra en una situación económica inestable, de incertidumbre, de riesgo, la música pretende ser una vía de escape, más lúdica, más festiva”, expone Carlos Fuentes, realizador del programa online sobre músicas africanas Semilla Negra en el canal web de Casa África. “Eso consigue el afrobeats”. Un sonido que, precisa, no es nuevo, sino la evolución natural —”la versión 2.0 o 3.0″— del Afrobeat, ese género “primitivo, original” que Fela Kuti (1938-1997) impulsó en las décadas de los sesenta y setenta, y que fusiona la música tradicional yoruba de África Occidental con el funk y el jazz estadounidenses.
La ‘s’ que marca la diferencia
Si bien el afrobeats es similar en nombre al Afrobeat, es distinto en su origen y sabor más modernos. Aunque toma influencias del género popularizado por Fela Kuti —característicamente político y orquestal, con grandes bandas, solos instrumentales largos y ritmos de jazz complejos—, el afrobeats suele ser jovial, producido digitalmente, más rítmico que melódico, y cantado en inglés con acento de África Occidental, en lenguas pidgin o en idiomas locales nigerianos y ghaneses.
“La diferencia está en la idiosincrasia”, afirma Fuentes. El afrobeat de Fela Kuti era irreverente, con discurso político, de conciencia y orgullo negro, anticolonialista y panafricanista, que desafiaba al Gobierno de Nigeria y exhortaba al cambio social. En sus letras, denunciaba la violencia policial y militar, las deficiencias infraestructurales, la corrupción, la apatía, el miedo y el legado del colonialismo. “Fela era muy político. Combativo, reivindicativo, transgresor. Hasta fundó una república independiente del Estado, Kalakuta, donde rompía con los convencionalismos sociales”, describe el experto. Una república en la que promovía la indulgencia en el sexo, la poligamia (se casó con 27 mujeres), las drogas (especialmente la marihuana) y el alcohol.
El afrobeat de Fela Kuti era irreverente, con discurso político, de consciencia y orgullo negro, anticolonialista y panafricanista, que exhortaba al cambio social
Para clarificar esta politización de su música, Fuentes contextualiza una época histórica, la de los sesenta y los setenta. “Los países africanos estaban en plena descolonización, en plena independencia. Era el momento de la reivindicación de la cultura propia, del empoderamiento”. Después de un tiempo en Reino Unido y Estados Unidos, y estimulado por las ideas de la liberación del hombre negro proclamadas por Malcolm X y los Panteras Negras, pero también por el panafricanismo de Kwame Nkrumah, Fela Kuti regresó a Nigeria. “Se trajo consigo los varios estilos musicales que había conocido, como el funk y el jazz, y, con su banda, Koola Lobitos, logró tamizarlos con lo africano. De esos experimentos, surgió el Afrobeat”.
Un cóctel moderno
“El afrobeats con ‘s’ es justo lo opuesto. Ahora se trata de abrirse al mundo, de contaminarse de otros estilos”, distingue Fuentes. Desarrollado en Nigeria, Ghana y el Reino Unido en las décadas de 2000 y 2010, es en realidad una fusión de varios géneros diferentes; un cóctel moderno de house británico, hiplife y highlife ghaneses, hip hop estadounidense, dancehall jamaicano, soca caribeño, jùjú yoruba, R&B afroamericano y ndombolo congoleño, entre otros. “A diferencia de Afrobeat, que es un género claramente definido, afrobeats es más un término general para la música popular de África Occidental, que empaqueta infinidad de sonidos”, aclara Fuentes.
Aunque el afrobeats tiene menos carga política que el Afrobeat, sus letras abordan temas como la explotación socioeconómica (en la canción de 2020 de Tekno, Sudden) y el abuso sexual (en la canción de 2023 de Tiwa Savage y Asake, Loaded). Además, las estrellas del género a menudo hacen referencia a la estética del período posterior a la independencia de Nigeria, entre los años sesenta y setenta, conectando así su música con un período de transición y liberación después de la colonización. En su innovación, el afrobeats aún se remonta al pasado.
Tiwa Savage y Naira Marley ejemplifican, en su himno anti-clase política de 2021, Ole, cómo la generación más joven tiene la intención de plantarle cara al poder. La canción satiriza la fallida investigación de la Asamblea Nacional de 2021 sobre las acusaciones de malversación en la Comisión del Delta del Níger.
Sí. Fela Kuti y sus discípulos del siglo XX lograron colocar el Afrobeat en el mapa mundial. Y sí. Sin Afrobeat, no habría afrobeats. Pero los artistas nigerianos contemporáneos, como Rema, Burna Boy, Wizkid, Davido o Tems, han llevado el género moderno a nuevas alturas, haciéndolo destacar como la indiscutible marca de música global africana. “¡Brindemos por un futuro de éxitos!”, exclama Don Jazzy, el productor nigeriano alzando una copa de whisky Macallan sin hielo.
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