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Cómo morir por culpa del coronavirus, sin haber dado nunca positivo

Se llaman daños colaterales. Un informe de MSF y el IECAH evidencia el impacto de la pandemia en otras enfermedades, como la malaria o el sida, y el retroceso de la financiación internacional frente al “desafío sin precedentes” de la covid-19

Un niño con complicaciones respiratorias en el Chad, África, a mediados de abril de 2020.
Un niño con complicaciones respiratorias en el Chad, África, a mediados de abril de 2020.Juan Haro (Juan Haro)
Noor Mahtani

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El trabajo de Médicos Sin Fronteras (MSF) este último año ha sido, eminentemente, luchar para que el coronavirus no lo copase todo. Y no ha sido fácil. La covid-19 se ha colado en sistemas sanitarios debilitados en países que desde hace años no conocen la estabilidad ni la paz y ha instalado la incertidumbre donde ya había de sobra. La República Centroafricana (RCA), uno de las naciones más pobres del planeta, ha sufrido por partida doble: el miedo a contagiarse lo empeoró todo y provocó que miles de ciudadanos dejaran de ir a los centros de salud y hospitales para recibir tratamientos contra el VIH o la tuberculosis o dejaran de buscar las mosquiteras que les salvaban de la malaria. La detección de nuevos enfermos también cayó bruscamente. “Esta pandemia ha provocado indirectamente un aumento de la mortalidad por estas otras patologías y la dificultad de medicalizar los abortos”, explica Fernando Galván, jefe de misión de MSF en la RCA. “Se han perdido muchas vidas por el coronavirus, sin haber dado nunca positivo”.

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“Entendemos que es un momento difícil en todo el mundo, pero la financiación es más importante que nunca”, insistía Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), durante la presentación del informe La acción humanitaria en 2019-2020: una agenda condicionada por la pandemia, elaborado por MSF y IECAH y presentado a mediados de diciembre. “Y cuando más aumentan las necesidades humanas, más disminuyen los recursos disponibles”, lamentaba.

Los asistentes a la videoconferencia incidieron en el giro que dieron los países contribuyentes: solo se ha cubierto el 40% del Plan de Respuesta Global contra la covid-19 lanzado por Naciones Unidas. “Un porcentaje totalmente insuficiente para responder tanto a las consecuencias de la pandemia como a otras necesidades apremiantes”, dictaba el informe.

Trabajadores de Médicos sin Fronteras reparten ropa y abrigo en el norte de Siria.
Trabajadores de Médicos sin Fronteras reparten ropa y abrigo en el norte de Siria.Abdul Majeed Al Qareh (Abdul Majeed Al Qareh/MSF)

Y una de estas necesidades es seguir cuidando “todo lo que no es covid”. Así lo apuntaba Raquel González, responsable de las Relaciones Externas en Médicos Sin Fronteras durante el encuentro virtual. González tachaba de “tremendo” el impacto de la crisis sanitaria: “La pandemia está afectando la salud de la población y el acceso a la atención. En muchos de los países donde trabajamos hemos tenido que reducir o interrumpir los servicios no relacionados con la covid-19 justo cuando más necesario era ampliarlos”. Actualmente, MSF cuenta con más de 65.000 trabajadores nacionales e internacionales en más de 70 países.

80 millones de bebés sin vacuna

Las cifras de los afectados por los daños colaterales de la pandemia bailan. Es difícil ponerle números a un episodio que aún no se ha cerrado. Sin embargo, las estimaciones no son muy alentadoras: se espera que las interrupciones de los programas de vacunación pongan en riesgo a más de 80 millones de niños menores de un año, ya que, al menos hasta el 1 de octubre, 54 países habían suspendido al menos una de las campañas de vacunación; el Fondo Mundial apuntaba también al riesgo de que se produzcan 382.000 muertes adicionales por malaria en 2020 en comparación con 2018 debido a las interrupciones de los servicios relacionados con esta enfermedad y a la dificultad del reparto de mosquiteras; la desnutrición infantil severa aumentará en un 14%, según la OMS. Es decir, se producirán 10.000 muertes infantiles adicionales al mes debido a la crisis del coronavirus. “Ha sido un golpe muy duro y el impacto puede perdurar si no se hace nada”, dice Galván.

Se producirán 10.000 muertes infantiles adicionales al mes por desnutrición infantil severa empeorada durante la crisis del coronavirus

Los países necesitados son demasiados. Y ya lo eran antes del fatídico 2020. A finales de 2019, un total de 79,5 millones de personas se encontraban en situación de desplazamiento forzado –12,28% más que 2018 y 93,9% más que a finales de 2010–; 34 conflictos armados seguían activos y había 94 escenarios de tensión a nivel mundial. González insiste: “Las crisis son cada vez más complejas y duraderas”.

A pesar de esta demoledora realidad, la financiación internacional destinada a la acción humanitaria disminuyó en 2019 por primera vez desde el 2012. La ayuda –incluyendo los fondos públicos y donaciones privadas– disminuyeron 1.600 millones de dólares (1.300 millones de euros) hasta los 29.600 millones de dólares (24.000 millones de euros).

La inversión española aún es “muy baja”

El estudio de IECAH y MSF también aborda en detalle la situación de la acción humanitaria pública española que alcanzó los 62 millones de euros en 2019, un 22,1% más que el año anterior. A pesar de este significativo aumento, su porcentaje neto dentro de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) “sigue siendo muy bajo”. Apenas supera el 2,3%, a pesar de que el compromiso de la Cooperación Española es del 10%. En términos generales, la AOD neta durante el año 2019 ha sido de 2.601,67 millones de euros, 20,75% más respecto al año anterior.

La zona a la que se han destinado la mayor parte de la ayuda ha sido Oriente Medio, con 18,5 millones entre Siria, Palestina, Líbano y Yemen. A África Subsahariana se han destinado 9,69 millones de euros y 4,55, al Norte de África, mayoritariamente a la población saharaui. América del Norte, Central y Caribe y América del Sur recibieron 2,58 y 4,06 millones de euros respectivamente, siendo Venezuela, Colombia y El Salvador los países con mayor dotación. Por último, Bangladés y Filipinas recibieron 1,55 millones.

La zona a la que se han destinado la mayor parte de la ayuda ha sido Oriente Medio, con 18,5 millones entre Siria, Palestina, Líbano y Yemen. A África Subsahariana se han destinado 9,69 millones de euros y 4,55, al Norte de África, mayoritariamente a la población saharaui

Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 90% de los países han sufrido interrupciones en sus servicios sanitarios desde el inicio de la pandemia, no todos han salido airosos. “Si en España, con un sistema de salud robusto, hemos visto el colapso absoluto en la atención primaria, imagínense en países con sistemas sanitarios más débiles. Para nosotros ha sido imposible mantenerlos con la calidad y cantidad que nos hubiera gustado”, reflexionaba González.

Galván lleva cuatro meses coordinando el trabajo en el país africano (RCA) y, aunque las cifras de contagios y fallecimientos no son tan elevadas como en otros países –60 muertos y 5.000 casos a finales de 2020–, las historias de personas que perdieron la vida por no haber acudido a los centros de salud o porque estos estaban desbordados se le acumulan. “En otras situaciones, muchas muertes se podrían haber evitado”.

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