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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alemania ha vuelto

El plan de endeudamiento del futuro canciller Merz, el SPD y Los Verdes entierra una época de austeridad, rearma al país ante la amenaza de Putin y el giro de Trump, y señala el camino al resto de Europa

Friedrich Merz, líder de la CDU y vencedor de las elecciones alemanas, en una rueda de prensa en Berlín el pasado viernes.
Friedrich Merz, líder de la CDU y vencedor de las elecciones alemanas, en una rueda de prensa en Berlín el pasado viernes.HANNIBAL HANSCHKE (EFE)
El País

Alemania se prepara para romper el dogma de la austeridad tras años de creencia ciega en el déficit cero y de repudio del endeudamiento y las inversiones públicas. El Bundestag, mañana, y el Bundesrat o cámara regional, el viernes, deben aprobar el plan del futuro canciller Friedrich Merz para invertir centenares de millones de euros en defensa, infraestructuras y medio ambiente. El plan es el resultado de un acuerdo entre los democristianos de Merz y los socialdemócratas —próximos socios de la coalición de Gobierno— y Los Verdes. La primera economía de Europa dará, si no hay sorpresas en las votaciones parlamentarias, un paso fundamental para afrontar, con el arsenal económico y militar necesario, la doble amenaza de los EE UU de Donald Trump y la Rusia de Vladímir Putin, y una grave crisis económica e industrial. Es la respuesta adecuada al nuevo escenario mundial y el final de una política de rigor presupuestario que ha causado más daños que beneficios, en Alemania y Europa.

El llamado freno a la deuda es una enmienda constitucional adoptada en 2009 por democristianos y socialdemócratas, que impide al Estado federal endeudarse por encima del 0,35% del producto interior bruto, salvo casos excepcionales, y que prohíbe a los länder o estados federados endeudarse. El artículo 109 de la Ley Fundamental, el del freno a la deuda, puede leerse como el compendio de las virtudes del ahorro y la solidez fiscal alemana, y países como España, en plena crisis, adoptaron por aquella época reformas constitucionales similares. Sus defensores argumentan que no deben ser las generaciones futuras las que, con más impuestos y más recortes, paguen por el dispendio actual. En realidad, la austeridad actual estaba dejando en herencia a los futuros alemanes un país con infraestructuras precarias, escuelas y hospitales deteriorados y unas fuerzas armadas ineptas para la defensa del territorio nacional y europeo.

La reforma, aunque no deroga el artículo 109, es una rectificación en toda regla del freno a la deuda. El plan consta de tres patas. La primera es un fondo especial de 500.000 millones de euros para los próximos 12 años destinado a modernizar las infraestructuras, e incluye 100.000 para combatir el cambio climático. La segunda es el levantamiento del freno a la deuda para el gasto militar que supere el 1% del PIB, un auténtico whatever it takes o ‘lo que haga falta’, según la famosa frase de Mario Draghi durante la crisis del euro. Hoy el diagnóstico, compartido en toda Europa, es que, con Trump en la Casa Blanca, Alemania ya no pueda contar con la protección estadounidense que le había permitido, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, delegar su defensa en Estados Unidos. La tercera pata de la reforma es una flexibilización del freno para los länder, que podrán endeudarse hasta el 0,35% del PIB, 16.000 millones de euros.

Son medidas extraordinarias a la altura de tiempos extraordinarios. Hace dos décadas, fue un canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, quien, en contra de las posiciones tradicionales de su propio partido (el SPD) recortó el robusto Estado del bienestar alemán. Ahora quien abre las puertas al endeudamiento masivo es un democristiano como Merz, líder de un partido, la CDU, que tiene en su ADN la defensa de la austeridad. Probablemente, solo un liberal-conservador como él podía hacerlo. Después de años de ausencia en la sala de mandos europea, y después de una legislatura breve con un canciller —el socialdemócrata Olaf Scholz— que tenía la oposición dentro de su Gobierno con sus socios liberales, “Alemania ha vuelto”. Así lo celebró el futuro canciller al anunciar el acuerdo con Los Verdes. La triple inyección financiera, a las infraestructuras y el clima, al Ejército y a los länder, debe volver a poner en marcha el motor económico alemán, averiado después de dos años de recesión. Y señala el camino del fortalecimiento al resto del continente, para que el “Alemania ha vuelto” signifique: “Ha vuelto Europa”.

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