Alemania ante la nueva ‘Zeitenwende’
Lo que reclama esta delicada y peligrosa situación histórica es que los partidos adviertan a los ciudadanos de que habrá que hacer importantes sacrificios colectivos

Las elecciones de este domingo en Alemania serán las primeras que se dan en un país europeo después de la auténtica Zeitenwende, la tremenda cesura histórica que introdujeron los representantes de Estados Unidos en la Conferencia de Seguridad de Múnich, o las posteriores declaraciones de Trump acusando a Ucrania de ser la instigadora de la invasión rusa. Empiezo con esto, porque el bofetón recibido por todos no ha tenido la repercusión esperable en la campaña electoral alemana. Allí, como en otros lugares cuando hay elecciones, los partidos no se apartaron del guion habitual, porfiando en los temas de campaña previstos y presentándose cada cual como el más idóneo para resolver los problemas a la vista. Casi todos los actores políticos se refirieron a la necesidad de modernizar la economía de un país que lleva ya dos años sin crecer, y ofrecieron sus recetas al respecto. Todo ello cuando el ruido de la cuestión migratoria y de asilo, el monotema de la ultraderecha, les dio un respiro para poder hablar de otra cosa. Frente a la inmigración y la economía temas como Europa, educación, vivienda e incluso la ecología pasaron a un segundo plano. Ah, sí, la necesidad de aumentar el gasto en defensa también estuvo en el orden del día, pero como una letanía más.
Adonde quiero llegar con esto es que si la amenaza de la Administración de Trump va mínimamente en serio ya no habrá politics as usual en el continente. No es el momento de seguir aludiendo a bajadas de impuestos compatibles con el mantenimiento del gasto social, por ejemplo, o a las archiconocidas promesas electorales. Ha llegado el momento de poner fin a la extendida práctica de infantilizar al electorado, de seguir presentando los programas políticos como caramelitos con los que engatusar a los ciudadanos. Ahora ya no. Lo que reclama esta delicada y peligrosa situación histórica es lo contrario, advertirles de que a partir de ahora pintan bastos, que habrá que hacer importantes sacrificios colectivos. Lo que está en juego no es ya solo el bienestar, sino la democracia misma; y no habrá una salida a esta situación sin la implicación de todos, tanto de las fuerzas políticas como de los ciudadanos.
Después de Múnich casi todos los medios del continente editorializaron con consignas tales como “es la hora de Europa” o “good-bye America”; pero si en un país como Alemania, quizá de los más conscientes del peligro, esto no se traduce en un cambio drástico en las actitudes de la clase política lo llevamos claro. El esperado castigo al tripartito de la coalición semáforo obedece en gran parte a la contradicción entre esa solemne declaración de la Zeitenwende original proclamada por Scholz a raíz de la invasión de Ucrania y su posterior falta de resultados; en gran medida por las propias disputas entre los partidos de la coalición gobernante y el desvanecimiento de las promesas electorales. Otra vuelta de tuerca a la monumental crisis de confianza en el funcionamiento de la democracia de la que se nutren sus enemigos. El gran desafío es cómo conseguir recuperarla, y eso pasa por eludir los habituales mensajes de confort y hablar a los ciudadanos como adultos, prepararles para lo peor.
Con todo, si hay algo de las elecciones de este domingo en Alemania que podemos dar por seguro es que Merz, el más probable ganador, no gobernará en coalición ni con apoyo parlamentario de la AfD, el partido preferido por los disruptores del otro lado del Atlántico. En tiempos en los que no queda más remedio que abrazarse al mal menor no es poca cosa. Pero es una satisfacción a medias. Habrá duplicado sus votos respecto a 2021. Si los otros partidos no hacen sus deberes, ya no habrá forma de ignorarles en un futuro próximo.
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