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Columna
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La edad de oro de Donald Trump

La reacción nacionalista y libertaria que lidera el magnate, presentada con su cara amable, fue el tema de la reunión del foro de inversión organizado por Arabia Saudí en Miami

Una pantalla muestra al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mientras habla en la cumbre convocada por convoca el Instituto de la Iniciativa de Inversión Futura (FII), en Miami, Florida (Estados Unidos), el pasado 19 de febrero.
Una pantalla muestra al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mientras habla en la cumbre convocada por convoca el Instituto de la Iniciativa de Inversión Futura (FII), en Miami, Florida (Estados Unidos), el pasado 19 de febrero.Kevin Lamarque (REUTERS)
Jordi Amat

“Invito a todos quienes están aquí y a todos los ciudadanos de nuestro país a participar en el período más extraordinario de paz, prosperidad, crecimiento, innovación, creación de riqueza y expansión que el mundo haya visto jamás”. Así lo proclamó Donald Trump en el discurso que pronunció el pasado miércoles. La cita era en Miami durante la inauguración de una de las cumbres que convoca el Instituto de la Iniciativa de Inversión Futura (FII), organización del Public Investment Fund ―el fondo soberano de Arabia Saudí a través del cual la corte canaliza su desembarco en múltiples empresas (incluida Telefónica, 9,97% de las acciones) para diversificar sus ingresos más allá del petróleo―. “Es un tremendo honor convertirme en el primer presidente estadounidense en dirigirse al Instituto”, dijo Trump en el Faena Hotel (1.196 dólares la habitación más barata un día cualquiera). En el Ritz de Riad, en octubre de 2017, el Instituto celebró su primer encuentro. Entonces este Davos del desierto, que apoyaban algunas de las principales cabeceras de la prensa norteamericana, congregó a los empresarios y financieros más importantes de Occidente. En esa ocasión intervino el príncipe heredero, que pronunció un discurso revolucionario. “El 70% de nuestros ciudadanos tiene menos de 30 años y, siendo honestos, no vamos a perder 30 años más de nuestra vida aguantando ideas extremistas. Las vamos a destruir hoy, ya mismo”. Su promesa de acabar con el extremismo religioso fue titular de portada, pero al cabo de un año el asesinato del periodista Jamal Khashoggi pareció destejer aquella red de poder tramada para legitimar a Mohamed Bin Salmán y a su reino en uno de los ejes del cambio de época global. Esa crisis ya es pasado. La cumbre entre Rusia y Estados Unidos sobre Ucrania de este martes en el Diriyah Palace de Riad lo certifica.

“Tenemos que agradecer al príncipe heredero por ser el anfitrión de estas conversaciones históricas”, dijo Trump el miércoles mientras lo aplaudían. También afirmó que “Europa ha fracasado a la hora de traer la paz”. En un discurso de un realismo brutal, sembrado de demagogia y retórica caótica, tras enumerar la presencia de su grupo en Miami (edificios, club de campo, hoteles), se refirió a Zelenski como un dictador, cargó contra Biden, pero lo de veras relevante es el programa expuesto para la nueva Edad de Oro: aranceles y descomunal restricción del gasto público (detalló el despilfarro que está detectando Elon Musk, allí presente), la expulsión de la inmigración (“está perjudicando a Europa, muy mal, muy mal”) y un uso sin restricciones medioambientales de la energía (“el mundo funciona con energía de bajo costo, y las naciones productoras de energía como nosotros no tenemos nada de que disculparnos”). La reacción nacionalista y libertaria que lidera, presentada con su cara amable, fue el tema de la sesión ¿Qué significa para el mundo el fin del multilateralismo? No se preguntaba si el orden en el que hemos vivido estaba en crisis. Se da por hecho que está desapareciendo. La prueba, como podía leerse en el programa, son las cifras de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo: al tiempo que aumenta el proteccionismo, las instituciones multilaterales pierden peso y los acuerdos cada vez más son bilaterales. En este mundo, ¿dónde y en qué invertir? Esa fue la pregunta que Richard Attias ―el productor de eventos marroquí, presidente del comité ejecutivo del FII― le hizo a Trump. La respuesta no pudo ser más vaga. Habló de sus edificios y de sus libros. Pero su objetivo es otro: “Como he dicho antes, tengo la esperanza de que mi mayor legado sea como pacificador y unificador. Eso sería un gran legado”. Aplausos.

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Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.
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