Rusia y EE UU acuerdan “sentar las bases de una negociación futura” al concluir su primer cara a cara sobre Ucrania
La Administración estadounidense apuesta abiertamente por sellar alianzas geopolíticas y económicas con Putin tras cinco horas de reunión en Riad. Trump afirma que no se opondría a una fuerza de paz europea en el país invadido
De la nada al casi todo. En su primera reunión significativa en casi cuatro años, Estados Unidos y Rusia han acordado este martes en Riad, sin presencia de representantes ucranios ni europeos, explorar caminos para normalizar sus relaciones diplomáticas, para lograr el final de la guerra en Ucrania y para lanzar una cooperación geopolítica y económica en la posguerra que daría un vuelco espectacular al orden mundial establecido. Horas más tarde, el presidente estadounidense Donald Trump declaraba tener “mucha más confianza” en el resultado de esas conversaciones y se mostraba muy crítico con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, al que parecía responsabilizar de la guerra y de la larga duración del conflicto. También aseguraba que no se opondría a que Europa despliegue una fuerza en el país invadido tras el cese de los combates.
“Si lo quieren hacer, estupendo. Estoy completamente a favor. Si quieren hacerlo, creo que estaría bien”, afirmaba Trump en lo que se ha convertido casi en un ritual diario en el mes que lleva de mandato: una comparecencia ante la prensa para la firma de órdenes ejecutivas. Con estas declaraciones, el líder estadounidense hacía referencia a las propuestas para desplegar tropas europeas en Ucrania para garantizar el cumplimiento del acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, uno de los aspectos que se abordó el lunes en la reunión de países europeos convocada por el presidente francés Emmanuel Macron en París. También descartaba que Estados Unidos vaya a desplegar sus propias tropas —“Nosotros tenemos un océano por medio, para los europeos es algo mucho más importante”— y rechazaba que se plantee retirar todas las tropas estadounidenses de Europa en caso de un acuerdo de paz: “nadie me lo ha pedido ni es algo que yo quiera hacer”.
El republicano expresó su confianza en que logrará poner fin a la guerra: “Creo que tengo el poder para detenerla”, afirmó, tras considerar que el presidente ruso, Vladímir Putin, “quiere acabar” el conflicto. Preguntado si mantenía su idea de reunirse con el ruso antes de que acabe el mes, respondió que “probablemente”.
Pero se mostró muy crítico hacia el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, y sus quejas de que no tiene un asiento en las negociaciones ruso-estadounidenses, y vino a opinar que debió haber aceptado la pérdida de territorio para apaciguar a Putin. “Ha tenido tres años para acabar esto”, ha dicho Trump. “Hace tiempo esto se podría haber resuelto muy fácilmente, un negociador mediocre podría haberlo hecho con la pérdida de muy poco territorio, sin pérdida de vidas, sin destrucción de ciudades”.
El presidente también vino a apoyar la celebración de elecciones en Ucrania que arrojasen un cambio de Gobierno —una idea que, según se conjetura, Moscú podría plantear en las negociaciones—, aunque puntualizó que Zelenski “personalmente me cae bien”. El líder estadounidense declaró que el ucranio “tiene un índice de aprobación del 4%”. “El pueblo ucranio puede decir: hace mucho que no hemos tenido elecciones (desde la guerra rige la ley marcial). No es algo que diga Rusia. Es algo que digo yo y muchos otros países”, sostuvo.
En las conversaciones en Riad de las delegaciones encabezadas por el secretario de Estado, Marco Rubio, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, bajo mediación saudí, ambas partes han acordado “sentar las bases para la cooperación futura en asuntos de interés geopolítico mutuo y oportunidades de inversión históricas que surgirán de una resolución exitosa del conflicto en Ucrania”, según un comunicado del Departamento de Estado. Ambas delegaciones han destacado como gran éxito restablecer sus misiones diplomáticas, diezmadas tras años de expulsiones mutuas de sus respectivos funcionarios.
El ministro de Exteriores ruso ha asegurado desconocer el supuesto plan de tres fases para Ucrania, que ha filtrado la cadena de televisión Fox News, aunque ha considerado “original e interesante” su propuesta: primero una tregua; segundo, la celebración de elecciones en Ucrania; y tercero, la paz. Sin embargo, esta propuesta ha provocado dudas entre los analistas del conflicto porque permitiría rearmarse a Moscú, Kiev no recibiría apoyo y los ucranios podrían ser forzados a elegir a un títere de Vladímir Putin bajo la amenaza de más guerra. Además, Lavrov también ha rechazado la propuesta de un contingente de paz europeo en suelo ucranio: “La aparición de tropas de los países de la OTAN, aunque sea bajo una bandera extranjera, la bandera de la Unión Europea o las nacionales, es inaceptable”.
Ambas delegaciones han salido de las casi cinco horas de reunión con declaraciones positivas. Steve Witkoff, el enviado especial de Donald Trump para las negociaciones, lo ha descrito como “positivo, optimista, muy sólido”. Por su parte, Rubio, como cabeza de la delegación estadounidense, ha asegurado que conseguir la paz en Ucrania podría “abrir la puerta” a unas “oportunidades increíbles que existen para asociarse con los rusos geopolíticamente en cuestiones de interés común y económicamente en asuntos que esperamos que sean buenos para el mundo, y que mejorarán nuestras relaciones a largo plazo”. Todo un giro de 180 grados en la política estadounidense, que desde la ocupación rusa de la península ucrania de Crimea en 2014 había recortado sus lazos con Moscú y que tras la invasión de Ucrania en 2022 convirtió al del Kremlin en un Gobierno paria, sometido a múltiples a sanciones.
Las dos delegaciones, no obstante, han indicado que el contacto en Riad solo ha sido preliminar. Según la parte rusa, los equipos negociadores de Washington y Moscú abordarán la guerra de Ucrania “a su debido tiempo”. El asesor de política exterior del Kremlin y segundo de la delegación rusa, Yuri Ushakov, se ha mostrado menos entusiasta sobre los resultados del encuentro. “Todavía es difícil hablar de un acercamiento entre las posiciones de Moscú y Washington”, ha declarado el alto cargo, aunque las más de cinco horas de reunión mantenidas, en su opinión, “no han ido mal”. “Hoy ha supuesto el primer paso de un camino largo y difícil, pero importante”, ha resaltado Rubio.
Un camino que, según el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, debe lograr “un fin permanente a la guerra, no una pausa temporal como hemos visto en el pasado”. “La realidad práctica es que tendrá que haber algunas discusiones sobre territorio, y sobre garantías de seguridad, esto es algo básico”, ha agregado.
Las conversaciones de verdad, las enjundiosas, las que aborden Ucrania y su futuro, vendrán más adelante. Cuándo, está por ver. La agencia estadounidense Bloomberg apunta que Trump y Putin podrían reunirse la semana próxima. El jefe de la diplomacia de EE UU ha asegurado que en Riad no se ha fijado fecha para una cumbre de ese nivel. Pero su delegación sí ha subrayado que el presidente estadounidense está “comprometido” con el logro del cese de los combates, y quiere que el proceso sea rápido.
Los representantes estadounidenses restaron importancia a las preocupaciones de los aliados europeos de que en las negociaciones entre Washington y Moscú la UE y Ucrania solo reciban un papel secundario, en el mejor de los casos. Los aliados temen que Estados Unidos y Rusia cierren entre ellos un acuerdo para terminar la guerra que imponga condiciones muy perjudiciales para Kiev. Pero los términos de la delegación estadounidense no parece que vayan a acallar el nerviosismo del bloque.
“Evidentemente va a haber contactos y consultas con Ucrania, con nuestros socios en Europa y con otros. Pero al final el lado ruso va a ser indispensable en este esfuerzo”, ha apuntado Rubio, que ha mencionado las sanciones europeas como uno de los motivos para contar con ese bloque. “La Unión Europea tendrá que estar en la mesa en algún momento, porque también mantiene sanciones impuestas”, ha declarado. Según él, “el objetivo es poner fin a este conflicto de una manera que sea justa, duradera, sostenible y aceptable para todas las partes involucradas”. “Todas las partes tendrán que hacer concesiones”, ha matizado.
Waltz, por su parte, ha declarado: “Estamos absolutamente hablando con los dos lados. El secretario de Estado se reunió hace unos días con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el presidente Trump habló con el presidente francés, Emmanuel Macron, el lunes, el primer ministro británico, Keir Starmer, vendrá la semana que viene. Estamos consultando con nuestros aliados casi cada día y seguirá siendo así”. Horas más tarde de la reunión en Riad, Rubio conversaba telefónicamente con los representantes de Exteriores de Italia, Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea para informarles del contenido del encuentro, según apuntaba el Departamento de Estado. “El grupo acordó mantenerse en estrecho contacto a lo largo de nuestros esfuerzos para lograr una paz duradera en Ucrania”, señala un comunicado de ese organismo.
Una multiplicación de mensajes rusos también incide en la exclusión de Europa en este proceso. El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Alexánder Glushkó, ha descartado desde Moscú la presencia de la UE en la próxima ronda de negociaciones con Estados Unidos y ha rechazado de manera tajante la propuesta de una misión de paz en Ucrania, uno de los elementos que han esbozado hasta ahora los líderes de los grandes países europeos, aunque con división respecto a si desplegarla o no. “La Federación de Rusia está en contra de las fuerzas de paz europeas en Ucrania; esto sería una escalada”, ha manifestado el diplomático, que afirma no ver ninguna señal de acercamiento entre Rusia y Europa y ha exigido al bloque que no suministre armas a Kiev.
Euforia en Moscú
En Moscú no ocultan su euforia por las negociaciones. “Rusia toma nota de la reacción nerviosa de Occidente ante la histeria que están provocando los contactos ruso-estadounidenses”, declaró la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, mientras las conversaciones de Riad seguían en curso.
El optimismo mostrado en público por las autoridades y la propaganda rusa contrastan con las supuestas intenciones de Trump sobre Ucrania. Moscú piensa que Kiev es una parte inalienable de lo que llama russki mir —el mundo ruso, un espacio más allá de sus fronteras que el Kremlin cree suyo, directa o indirectamente—, pero el presidente estadounidense desea que Ucrania le entregue el control de sus tierras raras, de sus hidrocarburos, de sus puertos y de otras infraestructuras para cobrarse el apoyo entregado estos años.
Según una filtración del plan de Trump comunicado a Kiev publicada por el diario británico The Telegraph, Trump ha exigido al Gobierno Zelenski medio billón de dólares (477.200 millones de euros). Es un trato peor que el deparado a los países invasores en una guerra de agresión: la cifra que maneja el presidente estadounidense, según esos datos, sería mayor en comparación a las reparaciones exigidas a Alemania tras la I Guerra Mundial.
La batalla del Ártico
El responsable económico de la delegación enviada por el Kremlin, el director del fondo soberano ruso, Kiril Dmitriev, ha mostrado la predisposición absoluta de su régimen para volver a hacer negocios con Washington y colaborar en su expansión en nuevas zonas estratégicas del planeta. “Rusia y Estados Unidos necesitan avanzar en proyectos conjuntos, incluido el Ártico”, manifestó antes de que comenzasen las conversaciones.
El Ártico será una de las próximas grandes batallas geoestratégicas entre las grandes potencias. El deshielo provocado por el cambio climático está abriendo nuevas rutas al comercio por el círculo polar que son mucho más directas y económicas que las actuales, y Trump ha reiterado en las últimas semanas que sus planes pasan por anexionarse Groenlandia para tener un pie en la zona.
“Los proyectos conjuntos harán que las economías rusa y estadounidense sean más exitosas”, ha declarado Dmitriev a las agencias de noticias rusas. Algunos medios cercanos al Kremlin (tanto públicos como otros afines) han difundido este martes, sin confirmación alguna, que varias empresas occidentales, como Coca-Cola o Zara, se plantean volver a abrir sus negocios en Rusia.
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