¿A qué les recuerda?

Primero fue Elon Musk, a quien parece que le va bien el papel de ministro de propaganda, haciendo, medio en broma, aquel gesto que tanto recuerda al saludo nazi. Después, el plan de Trump para desalojar Gaza, barriendo de su tierra a los gazatíes, como si fueran parte de los escombros, para dar oportunidad al gran negocio inmobiliario que tiene pensado: una limpieza étnica en toda regla. Y como fondo de todo ello, el constante señalamiento y demonización de los inmigrantes como delincuentes pervertidos y su persecución. Para quienes no sean deportados, ya tienen preparado en Guantánamo el campo de concentración. ¿Qué será lo próximo? ¿Una noche de los cuchillos largos?

Sebastián Fernández Izquierdo. Petrer (Alicante)

Una injusticia alimentaria

Como alguien que necesita consumir productos sin gluten, no puedo evitar sentir frustración y enojo ante los exorbitantes precios de estos alimentos. Es absurdo que quienes tienen restricciones alimentarias deban pagar más por productos básicos. Esto no solo es injusto, sino que también discrimina a quienes tienen menos recursos económicos. Es hora de que empresas y reguladores tomen medidas para garantizar que todos tengan acceso a alimentos asequibles y de calidad, independientemente de sus necesidades.

Raquel Aguayo García. Barcelona.

¿Y nadie es responsable?

La última mujer —madre de cuatro hijos— asesinada, en Málaga, después de haber denunciado, nos obliga a preguntarnos sobre la responsabilidad de la justicia. La empresa que fabrica un electrodoméstico, el garaje que repara un automóvil, todos pueden responder de sus errores ante la justicia. Si un conductor provoca un accidente mortal es juzgado y puede acabar en prisión. ¿Por qué un juez tiene inmunidad y no debe responder de sus errores cuando el resultado es la muerte de la denunciante? ¿Hasta cuándo el corporativismo judicial cubrirá colegas incapaces y partidistas?

María Teresa Paco Escudero. Vilassar de Mar (Barcelona).

Los jóvenes también nos preocupamos

A menudo se nos ve a los jóvenes como privilegiados, con el camino de la vida resuelto. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Vivimos tiempos de incertidumbre y estrés. La presión por decidir nuestro futuro profesional antes de los 16 años es abrumadora, y elegir entre FP y grado, cuando la tasa de desempleo juvenil es tan elevada, genera angustia. La independencia, un sueño para muchos, se topa con alquileres desorbitados y una cesta de la compra por las nubes. No somos ajenos a la realidad, también queremos trabajar, formar familias y contribuir a la sociedad. Pero las circunstancias actuales nos lo ponen muy difícil. Los jóvenes somos el futuro de este país y merecemos oportunidades para desarrollarnos y prosperar.

Neizan María Santana. Las Palmas de Gran Canaria.