_
_
_
_

Los jóvenes necesitan el 108% del sueldo para vivir solos

Los salarios bajos, el difícil acceso a crédito y un mercado inmobiliario saturado hacen que comprar o alquilar sea cada vez más difícil entre los 18 y los 35 años

Silvio Serafino (33 años, Napoli) monta una mesa para comer en la sala, porque no hay espacio en la cocina de su casa en San Blas (Madrid). Comparte piso con su pareja y con Steven, su gato.
Silvio Serafino (33 años, Napoli) monta una mesa para comer en la sala, porque no hay espacio en la cocina de su casa en San Blas (Madrid). Comparte piso con su pareja y con Steven, su gato.Escuela de Periodismo UAM- EL PAÍS

Es un círculo vicioso: salarios bajos, difícil acceso al crédito hipotecario y un mercado inmobiliario inflado. Con un sueldo medio mensual de 1.050 euros, los jóvenes tienen cada vez más complicado independizarse en España. Abandonar la casa familiar es, más que un sueño, una pesadilla. Para vivir en solitario, las personas entre 18 y 35 años deben destinar el 108% de su salario al alquiler de la casa y a los suministros, según los cálculos realizados por el Consejo de la Juventud de España (CJE). Les faltan 82 euros al mes para vivir solos.

Todo va en su contra. Al encarecimiento del precio de la vivienda se suma la reducción de la capacidad adquisitiva de los jóvenes españoles. Acumulan el paro más alto de la Unión Europea, con el 28% frente al 15% de la media comunitaria. Y la perspectiva de la vivienda como un activo de inversión tensa aún más el mercado inmobiliario, como explica el expresidente del Banco Hipotecario de España, Julio Rodríguez. Todo desemboca en lo que denomina “un chabolismo vertical” en el que los jóvenes ven casi imposible acceder a un mercado saturado. Rodríguez recuerda que tras el pinchazo de la burbuja de 2008 y 2009, los precios del alquiler han subido mucho más que la renta disponible de los hogares. “La tensión es aún más fuerte porque la población en España ha crecido en más de un millón de habitantes en los últimos tres años”, apunta.

Pese a que los indicadores laborales y salariales han mejorado en 2023, los jóvenes siguen con enormes problemas para acceder a una vivienda. Si bien tres de cada cuatro menores de 35 años trabajaron a tiempo completo, Juan Antonio Báez, vicepresidente del CJE, sostiene que “las cuentas no alcanzan”. Un alquiler cuesta, de media, 968 euros al mes. A ello hay que sumar los suministros (otros 164). Esto significa que para vivir en solitario un joven necesitaría al menos 1.132 euros mensuales. Eso sin contar el gasto en alimentación, transporte y ocio.

Clara García (Alicante, 30 años) compró su primera vivienda en mayo, tras una odisea de tres años. En ese tiempo buscó opciones en Madrid, “pero eran todos zulos muy pequeños y carísimos”. Después buceó en las afueras. Consiguió un dúplex de 260.000 euros en construcción en Mejorada del Campo (a 25 kilómetros del centro de Madrid). Primero pagó una reserva de 6.000 euros y luego abonó a plazos la entrada del 20%, hasta que se terminó de construir el edificio. Tardó tres años en ahorrar lo suficiente para dar el paso y lo hizo sin la ayuda económica de sus padres.

Los jóvenes que compran o quieren comprar una casa tienen de media 29 años, en su mayoría son mujeres (62%) y el 52% tiene un nivel socioeconómico alto, un porcentaje que baja al 25% y 23% en los niveles medio y bajo, respectivamente, según el informe Los jóvenes y la vivienda, de Fotocasa Research, que cifra la subida del precio del alquiler en un 36% desde 2006. La última Encuesta Financiera de las Familias muestra que el porcentaje de hogares con propietarios jóvenes ha caído 37 puntos desde 2011: pasaron de ser el 69,3% al 31,8% en 2022.

Mientras que en Europa el alquiler es la salida preferida para los jóvenes, en España el 35% de los emancipados declara vivir en propiedad, expone el mismo estudio. Supone casi el triple que en Alemania, donde solo el 13,5% de los jóvenes es dueño de la casa en la que vive, según el Banco de España. Lorena Zenklussen, directora comercial de la Unión de Crédito Inmobiliario, resalta que una de cada cuatro hipotecas concedidas por la entidad entre 2021 y 2024 fue para solicitantes de entre 18 y 35 años. Según el BBVA, una de cada tres hipotecas tiene como destinatario una persona menor de 36 años. En 2023, el 30% de su facturación procedió de este grupo de edad.

Para conceder una hipoteca, los bancos solicitan, por lo general, un desembolso del 20% del precio de la vivienda. Esto se traduce en que un adulto joven debe ahorrar cuatro años y medio de su salario completo para acceder a un préstamo, según el CJE. El constreñimiento hipotecario y el estudio concienzudo por parte de las entidades bancarias afecta a la población en su conjunto, pero sobre todo a estos jóvenes, dice Zenklussen, que son quienes suelen tener baja capacidad de ahorro, salarios base y poca trayectoria laboral.

Rodríguez, que presidió el Banco Hipotecario entre 1985 y 1994, asegura que siempre ha sido difícil adquirir una casa. “A diferencia de los países nórdicos, en donde acceder a vivienda se considera un deber del Estado, en España siempre ha descansado en ayudas familiares”, afirma. Él piensa que lo que ha cambiado es la proporción de hogares jóvenes que acceden a un préstamo hipotecario. “Es bastante más reducido que hace 30 años”, afirma.

El ladrillo como inversión

La Constitución establece que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y obliga a los poderes públicos a promover las condiciones y normas necesarias para garantizarlo. Rodríguez asegura que ahora la vivienda en España se ve más como un activo con fines de inversión. Más de la mitad de los jóvenes emancipados vivían en alquiler a finales de 2023 (56%). Pero un 42% de los que optaron por la compra ese año, en lugar del arrendamiento, lo hicieron convencidos de que es una inversión a largo plazo. De hecho, el 40% considera que arrendar es “tirar el dinero”.

Esa idea la corrobora Diogo Castro (Lisboa, 36 años). Asegura que comprar una casa para vivir es un gasto, mientras que comprar para alquilar, es una inversión. Lo dice en la sala de su inmueble en construcción en Valdemorillo, a las afueras de Madrid. Allí recuerda que la primera vivienda la compró impulsado por la herencia que dejó su padre y desde entonces ha comprado dos residencias más. Algo parecido relata el ingeniero industrial Iñaki Sánchez (Madrid, 35 años), para quien el mejor destino del dinero es “el ladrillo”.

Las facetas de la emancipación

Las dificultades de acceso a la vivienda afectan de lleno a la emancipación. El sociólogo David Solsona, profesor de la Universidad de Valencia y miembro de la Cátedra de Juventud, afirma que los jóvenes ya no salen de la casa de sus padres para vivir en sus hogares, sino que este es un proceso multifacético. Comprar una vivienda ya no es la prioridad. Ahora existe la posibilidad de compartir piso con extraños; de volver a la casa de los padres tras un intento fallido de independización; o de vivir con la pareja, que es el método más frecuente de emanciparse en la juventud.

Diogo Castro, en el jardín de la casa que tiene en construcción en Valdemorillo, a 37 kilómetros de Madrid, el pasado 10 de julio.
Diogo Castro, en el jardín de la casa que tiene en construcción en Valdemorillo, a 37 kilómetros de Madrid, el pasado 10 de julio.Escuela de Periodismo UAM- EL PAÍS

De los más de nueve millones de jóvenes que hay en España, solo el 17% está emancipado. La tasa era del 24% en 2012 y va a la baja: del 44% en 1977 pasó al 33%, en 2001, según un informe del Consejo Económico y Social. En ninguna comunidad autónoma llegan al 20%, precisa Báez, y en todas, para salir de casa, hay que destinar más del 30% del salario al hogar, el límite recomendado por el Banco de España para mantener una buena salud financiera.

El camino se hace más laberíntico si se suma la incertidumbre que genera acceder a una hipoteca. Solsona apunta que la crisis inmobiliaria hizo mella en la psicología de los jóvenes. “Ahora tienen miedo de quedarse presos de una hipoteca”, afirma. “Un joven de antes sabía que su futuro iba a ser mejor y que sería capaz de pagarla, independientemente de su situación actual. Hoy, aunque existan condiciones económicas favorables para esta población, no saben cómo estarán en el futuro”. Esta situación lleva a los jóvenes a una encrucijada: trabajar y ahorrar mientras viven en la casa de sus padres, o alquilar un piso y vivir de manera precaria, muy probablemente con desconocidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_