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Snyder, la libertad y los otros

El historiador estadounidense defiende que lo importante es debatir de manera plural ‘lo que debería ser’ para poder cambiar ‘lo que es’

El historiador Timothy Snyder, durante una conferencia que dio en enero en la Universidad de Oslo.
El historiador Timothy Snyder, durante una conferencia que dio en enero en la Universidad de Oslo.OLE BERG-RUSTEN (EFE)
José Andrés Rojo

Está claro que para ser libres hay que quitarse las cadenas de encima. Romper los grilletes y ponerse en marcha. La imagen más idílica de ese gesto liberador es la que ofrecen con frecuencia esos anuncios en los que aparece alguien con los cabellos agitados por el viento, la mirada en el horizonte, y circulando en un automóvil a una endemoniada velocidad camino de la dicha. Libérate de cualquier barrera, toma del mundo cuanto quieras, lánzate. Y en esas andamos ahora con esos multimillonarios que han llegado a la Casa Blanca y que están entrando en los despachos antes reservados a los funcionarios para liquidar cualquier escollo que limite sus movimientos y les pueda complicar la tarea de ser todavía más ricos. De eso fue de lo que trató, en primer lugar, Timothy Snyder en la conferencia que dio el martes en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid. De la mano de Elon Musk, dijo, y con la bendición de Trump, un batallón de jóvenes a su servicio ha empezado a hacerse cargo de determinados instrumentos tecnológicos que manejan los datos de los estadounidenses para comenzar así a desmantelar cualquier presencia de la Administración en la cosa pública. Snyder se refirió a un particular “golpe de Estado” que se realiza sin armas ni uniformes y a la vista de todos. Y que se hace bajo la lógica de lo que llama libertad negativa.

Esta idea es uno de los motores de su último libro, Sobre la libertad (Galaxia Gutenberg), en el que Snyder de alguna forma cuelga los hábitos de historiador para tomar la palabra como un ciudadano más, preocupado por la deriva de un mundo en el que bajo la bandera de la libertad se está liquidando la libertad. Para explicar este aparente contrasentido lo que hace es distinguir la libertad negativa de la positiva.

La libertad negativa es la que permite dinamitar cualquier barrera, es la libertad respecto a. La otra, la positiva, es la libertad para, la que permite construir proyectos. “Si concebimos la libertad únicamente como libertad respecto a, no estamos pensando con suficiente amplitud; solo pensamos en nosotros mismos, o en nosotros contra el mundo”, escribe Snyder. Cuando habla de la positiva, apunta, por ejemplo: “Sin un sentido de lo que debería ser no podemos hablar claro sobre cómo podría cambiar alguna vez lo que es”.

Snyder empieza su libro acordándose de cuando era niño en una granja de Ohio y en otro lugar salta al adolescente que descubre fascinado a Václav Havel o al joven que estudió con Leszek Kołakowski, al que tanto debe. Habla de un taller que dio en una cárcel, cuenta su llegada a Europa del Este, recuerda sus lecturas, escribe de rock and roll o del tiempo que colaboró con Tony Judt para pensar el siglo XX cuando su amigo estaba ya en un momento avanzado de la esclerosis lateral amiotrófica que terminó con su vida. Snyder también se refiere a la septicemia que casi lo mata. Es uno más, y esa voz próxima que acude a sus experiencias y conocimientos para ocuparse de lo que cree más importante —la libertad— es hoy necesaria porque habla con ese sentido común que empieza a parecer una extravagancia: somos frágiles y necesitamos a los otros, sin pluralidad no hay forma de construir un mundo en el que convivamos todos, hacen falta valores para sortear el nihilismo que nos conduce a aceptar el dominio de los ricos y los poderosos. Snyder apunta a Putin: “En Rusia observamos la transición de la definición de la libertad como falta de barreras a una política de fascismo donde no existen barreras para los caprichos del Líder”. Pues eso.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.
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