Brexit, cinco años de un fracaso
Starmer participa este lunes en el Consejo Europeo sobre seguridad y defensa cuando una mayoría de británicos reclama un acercamiento a la UE
Cinco años después de que el Brexit se hiciera realidad, ni siquiera sus partidarios más fervorosos son capaces de poner sobre la mesa una sola ventaja derivada de aquella decisión. La discusión sobre la dimensión exacta de las consecuencias negativas de aquel divorcio todavía sigue viva, entre los que defienden que supone el factor fundamental para explicar el declive actual de la economía británica y los que argumentan que nada ha sido tan desastroso como algunos informes preveían. Pero resulta innegable que las barreras surgidas de la nueva situación han infligido un daño considerable a las relaciones comerciales entre la isla y el continente. Las exportaciones e importaciones de bienes —más que de servicios, que han aguantado mejor el tirón— han sufrido un descenso considerable.
El fin de la libertad de movimiento de personas ha provocado un giro inesperado en el mercado laboral británico. Los empleos en hostelería, sanidad o cuidados de dependencia que realizaban trabajadores de la UE son desempeñados hoy por ciudadanos no comunitarios procedentes de Asia y África. Si los impulsores del Brexit prometieron un control de las fronteras, los últimos años han registrado cifras récord de nuevos inmigrantes que demuestran el efecto contrario. En 2024, rozaron el millón de personas.
Los principales responsables de la fractura más dolorosa que ha vivido la sociedad británica en este siglo prometieron una nueva era de tratados de libre comercio con diversas regiones del mundo para compensar la pérdida del mercado interior de la UE. El más valioso de ellos sería un nuevo acuerdo con Estados Unidos. Washington, sin embargo, no mostró nunca el menor interés en esas aspiraciones. Bien al contrario: el Gobierno de Joe Biden envió señales constantes de su disconformidad con la decisión del Reino Unido de romper amarras con Europa.
Paradójicamente, la segunda irrupción de Donald Trump en el escenario geopolítico ha resucitado el debate del Brexit. La amenaza real de una guerra comercial desde EE UU deja al Reino Unido en tierra de nadie. Son muchas las voces que reclaman al primer ministro, Keir Starmer, que se esfuerce hoy más que nunca en recuperar las maltrechas relaciones con Bruselas, para buscar el cobijo del paraguas comunitario.
Starmer participará este lunes en la reunión informal del Consejo Europeo, que discutirá cuestiones de seguridad y defensa. Es la primera vez que asiste un primer ministro del Reino Unido desde la materialización del Brexit. Un 55% de los británicos, según la última encuesta, creen hoy que aquella decisión fue un error y reclaman un acercamiento a la UE. Starmer debe abandonar la ambigüedad y el doble juego de los últimos meses, diseñado para no espantar a los votantes laboristas que se dejaron seducir por el populismo nacionalista, y expresar ya con claridad qué pasos va a dar para comenzar a reparar aquel error histórico.
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