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tribuna
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La dana golpea el ‘regionalismo’ de Feijóo

La capacidad autonómica y los recursos existen; otra cosa es que la gestión de Mazón haya sido nefasta y algunos se dediquen a impugnar el Estado territorial para taparlo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, reúne a los presidentes autonómicos del partido en una videoconferencia, el pasado 8 de noviembre.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, reúne a los presidentes autonómicos del partido en una videoconferencia, el pasado 8 de noviembre.David Mudarra (PP / EFE)
Estefanía Molina

La catástrofe de la dana golpea el regionalismo del PP de Alberto Núñez Feijóo. El líder popular quería presentarse como esa derecha defensora del autogobierno y la pluralidad territorial, ganándose el favor de socios como el PNV y Junts, quizás necesarios para gobernar alguna vez. Pero el relato de ciertos altavoces de la derecha ante la tragedia en Valencia ha ido por otro lado: dar a entender que una comunidad autónoma no es capaz de gestionar una situación así, de forma que el Gobierno debía tomar el mando. Y ese argumento centralista servirá para que no dimita Carlos Mazón, pero deja en apuros a Feijóo.

En esencia, porque cabe preguntarse qué opinarán Carles Puigdemont o Aitor Esteban del insistente cuestionamiento de muchos medios afines al PP sobre la capacidad del Estado autonómico para hacer frente a un incendio o una inundación. Como ya recordamos aquí, no es cierto que una comunidad no pueda dar respuesta a un escenario de tal magnitud: al elevar el nivel 2 de emergencia nacional, la autonomía pasa a tener bajo su coordinación los efectivos del Estado que precise (Policía, Guardia Civil, Ejército…). El propio expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, explicó que hizo eso mismo cuando un grave incendio sacudió su región, y rápidamente el Ejército se puso a su disposición. El lehendakari Carlos Garaikoetxea, del PNV, coordinó en 1983 un efectivo para hacer frente a las inundaciones en Euskadi, accediendo bajo su mando a los tres Ejércitos, la Guardia Civil… Por aquel entonces gobernaba Felipe González, que tendió su mano para la ayuda que hiciera falta, pero sin perder Garaikoetxea el liderazgo de la catástrofe. Es decir, que la capacidad autonómica y los recursos existen; otra cosa, es que la gestión de Mazón haya sido nefasta, y algunos se dediquen a impugnar el Estado territorial para taparlo.

Sin embargo, el intento de echar balones fuera, descargando toda responsabilidad en La Moncloa, ha arrojado la cara más centralista del PP, algo que sería de esperar que a Junts y el PNV no les haga ninguna gracia. Parte de la estrategia de Feijóo en este curso era precisamente ganarse a esos socios, los únicos capaces de bloquear la acción legislativa de Pedro Sánchez. Ahora bien, el discurso popular ante la dana se acerca más al nacionalismo español de Vox, que al del regionalismo del expresidente gallego: en vez de correr a exigir al Estado que tomara las riendas, bien podría haber cuestionado primero el desempeño de su presidente territorial, asumido que las competencias autonómicas estaban ahí.

Por ejemplo, otros barones del PP han gestionado temporales también en la fase posterior o previa. Isabel Díaz Ayuso declaró el nivel 2 de emergencia del Plan Territorial de Protección Civil de la Comunidad de Madrid en 2021 por la nevada de Filomena, de forma que contó con efectivos de la UME para hacerle frente. En las últimas horas, la Junta de Andalucía dirigida por Juan Manuel Moreno envió avisos a la población ante el riesgo de lluvias intensas e inundaciones.

Es probable que hasta el PP de Feijóo se haya dado cuenta de las incongruencias de su centralismo sobrevenido —e interesado—. Véase una declaración del líder popular hace unos días, alabando la actuación “solidaria” de las comunidades autónomas de su partido, frente a la presunta dejadez del Estado. Es decir, aludiendo a que “el Estado autonómico había funcionado”, pese a haber exigido el nivel 3 de emergencia nacional en Valencia, algo que no necesariamente dotaría de más recursos a la comunitat, sino que pasaría el mando al Gobierno de España.

El autonomismo es lo que hasta ahora parecía defender Feijóo: no solo por su origen como barón ruralista, sino también, a sabiendas de que este PP es fuerte en la mayoría de comunidades, haciendo cada cual de su capa un sayo. Ello le servía para diferenciarse de otras derechas, como Ciudadanos o Vox, incompatibles con los peneuvistas o Puigdemont. Pese a ello, el vendaval centralista es tan fuerte que ni el propio Emiliano García-Page (PSOE) se salva: propuso que una “autoridad independiente” de los políticos gestione las tragedias. Hay una España que desconfía del Estado autonómico cuando vienen mal dadas, o quizás nunca haya confiado en el modelo de descentralización. Quién sabe si no es también el caso de Mazón.

A la postre, el escenario actual aboca a que el president de la Generalitat Valenciana no dimita. Ello sería equivalente a asumir que una mala gestión política desde la comunidad impidió atenuar o frenar una tragedia humana. El PP nacional incluso contribuyó a alejar su dimisión con el hilo musical de fondo sobre que una autonomía era incapaz, rebotando las culpas en Sánchez. Y quizás ello servirá para salvar al líder valenciano, pero deja a Génova 13 ante el espejo de sus contradicciones. La dana golpea el regionalismo que quería exhibir PP: tirar de centralismo venderá mucho en Madrid y en la meseta, no así en Cataluña y Euskadi, que son los bastiones que mantienen a Sánchez en el Gobierno, y no casualmente, donde residen dos partidos que le podrían, alguna vez, dar el gobierno a Feijóo.

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Sobre la firma

Estefanía Molina
Politóloga y periodista por la Universidad Pompeu Fabra. Es autora del libro 'El berrinche político: los años que sacudieron la democracia española 2015-2020' (Destino). Es analista en EL PAÍS y en el programa 'Hoy por Hoy' de la Cadena SER. Presenta el podcast 'Selfi a los 30' (SER Podcast).
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