Hombres con regla
Saber cómo opera la falta de empatía con el dolor ajeno es más importante que sufrir ese dolor
En Francia, 10 diputados han participado en una iniciativa de dos parlamentarios ecologistas para concienciar sobre el dolor de la regla. Se trata de una prueba realizada con un electrosimulador. El objetivo es recabar apoyos para un proyecto de ley que pretende instaurar una baja menstrual en el país. Es decir: para que las mujeres puedan tener una baja menstrual, los hombres tienen que comprobar en sus propias carnes que la regla es dolorosa e incapacitante. Quizá se consiguió así desterrar la guillotina, cuando 10 diputados se mostraron dispuestos a comprobar por sí mismos que el cuerpo, sin cabeza, no suele ir muy lejos. Hay pocas cosas más atractivas que ver a alguien tratando de ponerse en lugar de. No ya por la impotencia de que nunca puede uno ponerse en lugar de nadie sin lo que le ha llevado hasta allí y a dónde le llevará después, sino por esa apurada sensación de ridículo que siempre resulta el disfraz cuando es disfraz moral. Claro que los diputados, fingiendo dolor de regla con esas dolorosísimas descargas, no sufren vómitos, mareos, problemas digestivos, malestar general y migrañas, sino que además no tienen a nadie achacándoles su carácter a las descargas ni a nadie haciéndoles de menos el dolor. Hace años una ministra noruega se echó al mar en Lesbos porque dijo que quería sentir lo que sentía un inmigrante a la deriva. “Hay que ponerse en el lugar del otro”, se aconseja. Y el consejo se entiende al revés: o sea, poniéndose literalmente. Ese patetismo de la imagen de la ministra revela vicios más crudos, más sutiles, en los que solemos caer con facilidad. Ni siquiera sin el traje de buzo, y sin lancha salvavidas, y en la peor de las tormentas, la ministra podría sentir lo que siente un refugiado. Los 10 diputados franceses, en lugar de ponerse en la piel de una mujer sufriendo la menstruación, deberían probar a ponerse en la piel de los legisladores que no apoyan la baja menstrual: saber cómo opera la falta de empatía con el dolor ajeno es más importante que sufrir ese dolor.
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