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Columna
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Los delitos de MAR

Miguel Ángel Rodríguez sigue al milímetro el patrón de una conducta matona. La prensa profesional refresca esa memoria. Se recuerda menos que también es un delincuente

Miguel Ángel Rodríguez, tras un pleno de la Asamblea de Madrid, en julio de 2023.
Miguel Ángel Rodríguez, tras un pleno de la Asamblea de Madrid, en julio de 2023.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)
Xavier Vidal-Folch

¿Es Miguel Ángel Rodríguez, MAR, un buen tipo pero impulsivo? Algunos lo sostienen. Al jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso y exportavoz de Josemari Aznar, le elogiaban sus patrones. “Era un adelantado a su tiempo y yo me dejaba guiar”, le retrató este. “Es, por encima de todo, mi amigo”, le describe ella.

El hombre que atenaza a periodistas porque les va a “triturar”, que amenaza con “cerrar” periódicos, que inventa bulos, sigue al milímetro el patrón de “conducta de quien quiere imponer su voluntad por la amenaza o el terror”, como define la Real Academia el matonismo.

La prensa profesional refresca esa memoria. Se recuerda menos, sin embargo, que MAR es también un delincuente. Fue condenado en 2011 por injurias graves: por “lesionar” la “dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación” (Código Penal, artículo 208). Tuvo que indemnizar al doctor Luis Montes, paladín de la muerte digna mediante sedación controlada, por llamarle varias veces “nazi” en programas televisivos.

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Se defendió alegando que no quería insultar, sino “calentar el debate”. El juez le ignoró. Le impuso una multa de 30.000 euros más 30 euros diarios durante 11 meses. Hubo que embargarle la cuenta corriente, por impago. Y se ufanó de su delito vituperando al médico de “desarrapado”.

En 2013, fue detenido y juzgado por conducir ebrio, cuadriplicando la tasa de alcohol permitida, y embestir con su mercedes a tres vehículos. En su desprecio al Código de Circulación le han acompañado el juez del Constitucional Enrique López —quien dimitió y luego pasó a consejero de Justicia de Ayuso—, detenido por circular en moto a 180 km/hora a las 7.30 por la Castellana sin casco. O ediles y cargos del Partido Popular como Vicente Ferrer, Nacho Uriarte, Carmen Añó, Alfonso Ruiz, pillados por la Policía. De otro orden, pero en similar sintonía: Mariano Rajoy, autofilmado en su coche conduciendo sin cinturón; o José María Aznar, que se burlaba del Código al grito de “beber vino, dejadme que decida por mí, que en eso consiste la libertad”.

Matón verbal impenitente, en 2014 se sentó en el banquillo por invectivas contra la policía local madrileña, en apoyo de Esperanza Aguirre, que se escapaba de ser multada por estacionar en un carril bus. El juez de Móstoles concluyó que sus palabras fueron “injustas, desafortunadas y ofensivas”.

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