_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Historias e invenciones de Pedro Sánchez

Reconocer la diversidad de España, parece ser, implica negar la diversidad interna de las regiones y consolidar las barreras entre autonomías

Pedro Sánchez escucha desde su escaño una intervención del líder popular, Alberto Núñez Feijóo, este miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso.
Pedro Sánchez escucha desde su escaño una intervención del líder popular, Alberto Núñez Feijóo, este miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso.Chema Moya (EFE)
Daniel Gascón

El Gobierno señala que es un error hacer una lectura nacional de las elecciones gallegas: eso solo tendría sentido si el Partido Popular no hubiera obtenido la mayoría absoluta. Al parecer, el resultado —victoria del PP, crecimiento del Bloque Nacionalista Galego, hundimiento del partido socialista— prueba que las elecciones obedecen a dinámicas estrictamente locales. La diferencia de lecturas según el resultado insinúa que no había un análisis de la realidad, sino el propósito de utilizarla para construir un relato. A manera de autocrítica, el presidente del Gobierno ha dicho que hay que consolidar liderazgos fuertes que trasciendan la marca del PSOE. No está claro lo que significa eso: probablemente nada. Pero, por ejemplo, Sánchez ha apartado en dos ocasiones de las listas a Ignacio Urquizu, que era el preferido de la militancia en su provincia y gozaba de reconocimiento más allá del partido. Si la apelación a una España diversa conlleva la pérdida de poder territorial, la primera evidencia es que esa apelación también es falsa. Es solo un acuerdo entre un partido cesarista, cada vez más desconectado de los territorios, y oligarquías nacionalistas. En las comunidades donde el nacionalismo es poderoso (o útil) no se disputa su visión antipluralista. Se acepta que los que no comparten esa visión —entre ellos, muchos votantes del PSOE— son menos de ese lugar que los nacionalistas. Reconocer la diversidad del país, parece ser, implica negar la diversidad interna de las regiones y consolidar las barreras entre autonomías, que denominaremos “derechos”. El relato que se da por bueno es un largo memorial de agravios. El reconocimiento de la diferencia —¿cuál? ¡la que sea!— es más importante que la aspiración a la igualdad y que las ventajas de la convivencia. Ciudadanos de otras comunidades autónomas ven los privilegios concedidos a los aliados: que algo sea un delito o no según quién lo haga, que la redistribución sea de los pobres hacia los ricos. El socio es alguien que aspira a desmantelar el país y a él le cedes legitimidad moral, con la esperanza de que un voto dual te beneficie en las generales. No aspiras a gobernar, sino a que los otros no gobiernen, y el abandono de la vocación mayoritaria tiene consecuencias para la cohesión del país y para el propio partido (y sus cuadros). También las tiene pensar que el progreso es construir un bloque de gobierno con el tipo de formaciones políticas y la clase de personas que se ausentan del homenaje a dos guardias civiles asesinados por narcotraficantes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_